03

2K 176 94
                                    

Mateo

Yo no quería perderte

Pero así es mi suerte.

• •

Me desperté, como siempre agitado, y apenas pude sentir mi cuerpo porque ya no tenía casi nada de fuerzas. Miré toda mi habitación y me tranquilicé al saber que lo soñé y que no lo iba a vivir, pero por otro lado me frustre, odiaba despertarme así de la nada y asustado.

Las ganas de llamarla a ella me consumían como si no hubiera un mañana, pero no quiero insistir y más sabiendo que está conociendo a otro chabon. Me taladraba la cabeza con solo pensarla y estaba convencido que en cualquier momento agarraba el celular y buscaba su número.

Me paré de mi cama y comencé a sentir puntadas en mi cabeza, fue mala idea tomar pastillas para dormir ya que estos días no cerraba los ojos ni para pestañar. Agarré una campera liviana del placard y me fui a buscar al baño otras pastillas para que se me pase el dolor por un rato, la trague y me dirigí esta vez para living y agarrar la caja de cigarros que estaba en la mesada.

De repente escuché el timbre sonar y me pareció raro hasta que vi la hora, ocho de la noche y mi vieja estaba trabajando y Emilio en la casa de mi viejo. Suspiré cansado y fui hacia ella, tenía pensado ir a la terraza.

—Bue'.— rodé los ojos una vez que abrí la puerta y vi a la morocha apoyada en el marco.— Si viniste a pedirme perdón por quinta vez en el día, lamento decirte que venís acá a romper las bolas, no má'.

—No vine a romperte las bolas con mi "perdón" porque sé que no lo vas a hacer, Mateo.— acotó entre comillas y vio de reojo la caja que llevaba en la mano.— ¿Qué hacés con eso, Mateo?

—No me vengas con eso de meterse donde no te llaman.— contesté indiferente guardando la misma en mi bolsillo.

—¿Qué te pasa?— frunció el ceño mirándome a los ojos.

—¿A vos qué mierda te importa?— hice montón con la mano, ella alzó ambas cejas.— ¿Qué te venís a hacer ahora la que se preocupa por los demás?

—Mateo, bajá un cambio.— susurró.

—Vos bajá un cambio, que en un fla' venís y te hacés la buenita cuando vos vas y le contás a medio mundo lo que le pasa a los demás, Paloma.— recordé enojado.

—No me dejás ni siquiera explicarte lo que pasa de verdad.— se quejó murmurando.

—Tres hectáreas de huevos me importa saber o no lo que me querés decir.— asimile y ella revoleo los ojos.— ¿Para qué viniste?

—Me llamó preocupado Valentín...

—¿Encima te seguís hablando con ese turro?— interrumpí.— ¿Qué? ¿También te querés chamuyar a mi amigo?

—Vení para acá.— me agarró del brazo cansada y me llevó para adentro de mi casa, acto seguido cerró la puerta y agarró la caja de cigarrillos de mi bolsillo.

Me llevó frustrada para mi habitación y también cerró la puerta con fuerza, me sentó obligado en mi cama pero yo me crucé de brazos mientras agarraba cualquier cosa para distraerme, no tenía ganas ni de escucharla.

—Mateo, mirame.— ordenó pero yo no le hice caso y seguí jugando con una pelota chiquita que encontré.— Mateo, mirame.— repitió hasta que se cansó, agarrando la pelota en el aire.— ¡Dejá de ser caprichoso!

—No quiero.— negué mirando para otro lado.

—¿Qué te pasa que estás así?— habló entre dientes pero no contesté.— Mateo.

—¿Dónde anotas las cosas para ir y contárselo a Martín?— insistí guiando mis ojos hacia los suyos.

—¿Vas a seguir con eso?— preguntó frustrada.

—¿Y vos vas a seguir siendo la piba doble cara?— contraataque para después acomodarme mejor.— ¿No tenés al otro para ir y romperle las pelotas como lo estás haciendo conmigo?

—Dejá de plantearme siempre lo mismo.— planteó mirándome.

—Y vos dejá de meterte en mi vida que no te necesito.— finalicé y le saqué la pelota de la mano para volver a jugar con ella.

—Vos te pensás que a mi no me importa lo que te pasa, pero me da miedo que te pase algo en serio...

—¿Vos me estás cargando?— interrumpí nuevamente.— Vos para lo único que estás es para reírte en mi cara de lo que me pasa y vas y se lo contás al pelotudo de tu amiguito, Paloma. Sigo sin entender qué hacés acá.

—¿Por qué ahora te agarró la locura de dudar de todo lo que hago o digo?— consultó y pude ver cómo sus ojos se iban cristalizando de a poco, cosa que me dejó mal porque sabía que la estaba lastimando a más no poder.

—¿Te lo tengo que decir?— frunci el ceño y ella agachó la mirada.— Escuchame, Paloma...

—Escuchame vos a mí ahora.— interrumpió esta vez ella, por mi parte me callé.— Valentín me dice que ya no salís a ningún lado y que lo único que hacés es fumar la mierda que fumas.— levantó la caja que tenía en sus manos.— Vos no sos así, Mateo.

—¿Vos me conocés a mí?— interrogue pero ella no contestó.— ¿Y entonces qué sabés si lo que hago es porque soy así?

—Hoy, definitivamente, sos imposible para hablar.— negó parándose de la cama y yendo para la puerta.— Cuando tengas ganas de charlar tranquilo, me avisás.— sonrió sarcástica y cerró la puerta, otra vez con fuerza.

—Igual ni quería hablar.— susurre a pesar que ya no esté acá.

Tiré la pelota con bronca para alguna parte de mi habitación y escuché la puerta principal cerrarse, me agarró de repente un nudo en la garganta porque recién caía en lo imbécil que fui con ella cuando sólo quería saber cómo estaba. Dudé unos minutos en si ir a buscarla o quedarme acá reflexionando una o dos veces en putearlo a Valentín por ser así de buchón.

Opté por la primera opción y salí a los pedos de mi habitación, caminé hacia la salida y al abrir la puerta miré hacia ambos lados buscando a Paloma. Hasta que la encontré yéndose para el lado oeste del barrio, suspiré y acelere el paso para alcanzarla.

—Paloma...

—No te quiero romper las pelotas, como vos dijiste.— respondió sin mirarme y sin parar de caminar, pero la tomé por el brazo e hice que me miré a los ojos.— ¿Qué querés?

—Perdoname.— murmure agachando la mirada, ella no dijo nada, sino que se cruzó de brazos mirando hacia otro lado.— Estoy sacado, no sé.

—Está bien, después hablamos.— habló después de unos segundos y zafó de mi agarre.

—Pachu, te necesito.— la miré a los ojos.








• • •

estoy desmotivada para todo así que ya no van a haber más preguntas, perdón

shades; trueno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora