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Mateo

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—El color vuelve.— justificó Paloma, tratando de que afloje para que la deje teñirse de vuelta el pelo.— Es más, si querés, vos me teñís.

—¿De qué color querés ahora?— interrogue y ella alzó el producto, por lo que pude deducir, era marrón oscuro.— ¿Marrón?— frunci el ceño y la morocha asintió alegre.

—Es un poco más oscuro que mi color natural, pero después de unos lavados se va a ir.— informó y yo la miré obvio.— Dale, turro. No te pongas la gorra.— suplicó abrazándome por los hombros.

—¿Vos sabés que se te va a caer el pelo si no lo dejás descansar, no?— pregunté y ella asintió para después separarse.

—Es la última vez en el año que me voy a teñir, te lo juro.— prometió.

—Estamos en Noviembre, casi Diciembre, Pachu.— reí y ella alzó los hombros.— Bueno, te ayudo.

—Esperá que agarro una remera así no mancho la que tengo puesta.— dijo y yo asentí, ella se fue directo para su armario y yo me quedé acostado en su cama usando el celular, hablando con una persona.

Hace tiempo comencé a hablar con un productor, el contacto me lo pasó mi viejo y estaba contento de comenzar a grabar temas seriamente, sin jugar esta vez. Le había mostrado los únicos temas que tenía al chabon y le gustaron muchísimo, entonces me alentó a que empecemos a trabajar en algo juntos.

—Me queda gigante...— se miró al espejo con la remera ya puesta y se soltó el rodete que llevaba puesto.

—¿Vas a usar la única remera que me digne en regalarte?— frunci el ceño y ella asintió segura.— Eso no se hace, che.

—Casi siempre la uso, hoy es otro día especial.— argumentó y yo me paré de la cama con pereza.— El primer día especial es cuando me ayudaste en teñirme de morocho y justo me diste esta remera, es la reliquia del tinte.

—¿Y cómo yo estoy seguro que es la última vez que te vas a teñir en el año?— interrogue y la morocha se quedó callada, haciéndome reír.

—Es la crisis existencial del día.— se defendió.

Ella se encargó hacer las mezcla de la tintura mientras que yo me sacaba el buzo que llevaba puesto para no mancharlo, tenía miedo que al lavarlo no salga. No la veía satisfecha a ella con el resultado del color, ya que me miró aterrada al ver todo lo que se formó.

—¿Segurisima, Pachu?— pregunté de nuevo y ella suspiró revolviendo las cosas en el recipiente.

—De algo hay que morir, ¿no?— arqueo las cejas, yo reí por segunda vez y me acerqué a ella, quien se posicionó en frente del espejo ya lista.

—A la mierda, me pongo guantes y lo hago con las manos, qué pincel ni qué pincel.— solté el objeto y agarré los guantes descartables de la mesa de luz, la morocha rió y respiró profundo.— Pará, boluda. Parece que va a ser la primera vez que te teñís.

—No tengo miedo por teñirme de vuelta, me das miedo vos.— aseguró y yo la miré ofendido.

—¿Perdón?— afine la voz haciendo que Paloma eche una fuerte carcajada.— ¿Quién fue el facha que te dejó el pelo así de lindo?

—Vos, pero ahora dudo que...

—¿Dudas de la experiencia de tu peluquero personal?— me crucé de brazos.

—Corrijo, peluquero chiquito personal.— trago en seco y al segundo se arrepintió por la cara de orto que puse.

—Primero, graciosa con "peluquero chiquito" no sos. Y segundo, que te tiña otro si querés.— dije con bronca a lo último pero ella negó para después robarme un beso corto en los labios.— Boba.

shades; trueno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora