Capítulo 13 "Touché"

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Maya

Cuando era pequeña, me asustaban las montañas.

Recuerdo que la maestra de preescolar nos pidió dibujar un paisaje que captara nuestra atención, y yo no podía pensar en otra cosa que no estuviese relacionada con la desafortunada existencia de las montañas; las veía amenazantes, tan imperfectas y sin forma definida, enormes y sin sentido alguno. Entonces dibujé un par de montañas color azul, y traté de hacerlas menos adversas colocándoles ventanas y muchas líneas. Los gestos que todos mis compañeros formulaban ante mis advertencias solo me señalaban como una demente, pero me mantenía tranquila, "pobres idiotas, estamos tan rodeados por las montañas que cuando comiencen a acecharnos, me rendirán tributo" pensé.

Después, mis profesores también me juzgaron, y quisieron citar a algún tutor responsable de mí por todas las quejas que llevaban mi nombre. Sucedía que me tachaban de una completa insensible, realmente no puedo negarlo, pues no sentía ninguna clase de remordimiento por causa de alguna desgracia humana, o siquiera he llorado por la ausencia de mi madre, así que los demás me veían como un monstruo que disfrutaba ver y envolverse en peleas o actitudes que hacían sufrir a sus compañeros, mas dejé de hacerlo cuando conocí a Joseph y su familia se preocupó por mí. Mi progenitor solo se interesa por sí mismo y por salirse de los problemas legales, yo no existo para él, apenas me mantiene aunque tampoco me quejo, prácticamente no convivo con él desde que mamá falleció.

Toda mi familia gira en torno a Jos.

Regresando a las montañas, me atormentaban sin siquiera conocerlas, pero luego supe de las personas y su maldita travesía, todos somos un montón de egoístas, que se meten con los sentimientos y pertenencias de los demás. Así que si somos tan egocéntricos, ¿por qué tener moralidad al respecto? Lo único que merece la pena y realmente despierta mi sensibilidad es la naturaleza, los animales, los árboles...

Estoy ansiosa por terminar con la vida de alguien, pero he estado fallando... ¿Qué es exactamente lo que estoy buscando?

— ¡Maya! ¿me estás escuchando? —La serena voz de mi mejor amiga me ha traído de nuevo al suelo, y de paso ha evitado que me estampe con el auto de enfrente.

Estoy en camino a ver a Joseph y averiguar cómo sacarlo de presidio.

— Sí, solo se cortó un poco. —Le respondo.

Tengo el celular en el portavasos y la mirada en frente, tratando de centrarme en la carretera.

— Te decía que el tonto de Adrik habló un montón de cosas sin sentido, imagínate, dijo que tú estabas planeando algo contra Connor, lo cual claramente es una falacia ¿verdad?

— Ah... escucha, no quiero que tu amigo venga a casa, es una pésima idea, además Joseph regresará en unos días.

— ¿Vas para allá? Quería que pasaras por mí, estoy parada después de dejar a Adrik y sus acusaciones bobas.

Se escucha decepcionada, pero con un halo de esperanza, la cual no tiene dirección alguna sinceramente.

— Carpeta, él no te dio ninguna acusación falsa... —Admito.

La verdad es que ahora me siento sola y acorralada; ella y Joseph son lo único que me queda, por lo que no quiero mentirle, sé que detesta las mentiras.

— ¿Qué? ¿pero por qué Connor? ¿qué hizo?

— No lo entenderías, estás demasiado enamorada...

— Y tú sabías que él es gay, ¿verdad? ¡es increíble cuántas cosas me ocultan! —Me ha gritado... ella nunca me había gritado antes.

No entiendo por qué le molesta eso, es parte de la privacidad de Bandera ¿no? Él no tiene la culpa de nada.

— Escucha...

— No es tan difícil decir la verdad, ¿por qué no pueden confiar en mí? Sabías todo lo que yo sentía, ¿acaso no somos mejores amigas?

— Sí lo somos.

Mi voz comienza a romperse, no quiero que ella también me abandone...

— No, no más, ¿sabes qué? Sí, fui una desconsiderada contigo y tus sentimientos, adiós.

Lo ha dicho como si hablara por mí, como si realmente yo tuviese que asumir ese protocolo. Me cuelga, y los autos que me rodean pitan tan fuerte que casi me aturdo. De nuevo, estuve apunto de estrellarme por distraída.


















Joseph

El grandulón me ha empujado, haciéndome chocar contra las rejas, no tengo ánimos para pelear, no tengo ánimos para absolutamente nada. Sin embargo me levanto, y alzando la mirada me dispuse a enfrentarlo.

— Harris, vienen a verte.

¿Harris? —Puntualiza el grandulón, burlesco—. Qué nombre... corres suerte por ahora "Harris".

Le regalo otra mirada llena de desprecio, la buena noticia es que yo me he quedado con el refresco y ese tipo no logrará salirse con la suya; tomo un sorbo que sabe a victoria, después de todo entré aquí al siguiente día de agarrarme a puños con el imbécil de mi amigo por una tontería más ridícula que una gaseosa.

Sigo al policía, quien me lleva al cuarto blanco donde había visto a Connor la vez pasada, pero ahora no es él. Sé que mis plegarias al fin se han cumplido cuando veo a Maya en frente de mí, con los brazos cruzados.

— Hola. —Pronuncia luciendo bastante seria—. Lamento haber tardado, necesitaba resolver unos problemas.

Me acerco a ella en unos pasos dejando el refresco en el asiento, me alegra verla, pero al mismo tiempo estoy hasta el borde de estrés y desesperanza. Tomo cuidadosamente sus frías y delicadas manos, dándole una pequeña sonrisa.

— ¿Necesitabas resolver problemas? —Repito sin poder creerlo—, un enorme sujeto estaba a punto de intentar romperme la cara por tercera vez.

Aprieto sus manos, haciendo que ella contenga el aire en su pecho y a pesar de eso, sigue inexpresiva.

— Te sacaré de aquí.

— En mi audiencia, la cual te perdiste, me otorgaron la opción de fianza, mis padres pretenden pagarla pero Maya... se refieren a malditos millones.

La suelto al comenzar a sentirme mal, pues la estaba lastimando, por mínimo que sea sigue siendo algo que siempre me he prometido. Ella es el único ser humano al que he procurado frente a cualquier cosa, quien para mí está por encima de todo.

— Tranquilo, sé exactamente cómo demostrar tu inocencia y zafarte de todas esas ridículas pruebas.

Eso significa un total alivio, sin duda confío en ella pero ya no quiero esperar.

Corto aún más la distancia entre nosotros, tanto que puedo escuchar el retumbar de sus latidos y sentir el roce de la punta de su fría nariz con la mía, noto la forma en que ha bajado la guardia y en ese instante, en ese maldito instante, he descubierto que ella es precisamente lo único que necesito para vivir.

— Mañana mismo ¿sí? —Susurro cerca de sus rojizos labios.

Entonces Maya rodea mi cuello con sus brazos y me mira luciendo un distintivo reflejo en sus ojos, ese par de preciosas estrellas obscuras siempre la delatan a ella y a cada uno de sus sentimientos. Aunque por más intenciones que éstos dejen relucir; no lo haría... sé perfectamente que no.

Maya me besó... Wow, lo hizo.

Ella es realmente increíble, pero solo fue en la mejilla, casi en la comisura.

Touché.



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