5. Inspiración

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Me encuentro junto a la batería, pero mi mente viaja hacia otro lugar.

Desde hace días que vengo aquí y no logro tocar nada. Como si algo dentro de mí acabó por romperse.

Simplemente no tenía ganas de tocar.

—Nunca imaginé verte en este estado —expuso Tyra—. Deberías salir un rato, estar encerrado puede terminar por volverte loco. Eres un chico que siempre tiene que estar en movimiento.

—Eso era antes.

—¿Qué cambió? —preguntó.

—¿En verdad preguntas eso? Deberías haberte dado cuenta, a estas alturas.

—Yo no. Tú deberías hacerlo. Sabes que no puedes seguir aferrándote. Sigue con tu vida.

—¿Qué?, ¿cómo puedes decirme una cosa así? ¡No es fácil, entiéndeme! Si estuvieras en mi lugar...

—Pero no lo estoy —interrumpió ella—. Debes priorizarte, Bastian. Sino todo ese dolor y tristeza terminará por hundirte. Sabes que no quisiera verte así.

—Cállate. Déjame hacerlo a mí modo.

—Pues te informo que tu modo apesta. Sino funciona, hay que cambiar la táctica.

—¿Qué sugieres? —cuestioné bruscamente.

—¿Qué tienes ganas de hacer ahora?

—Romper algo —admití.

—Pues bien. Ve, sal de este cuarto y rompe lo que se te dé la gana. Lejos de la batería, por favor. Escondiéndote no llegarás a ninguna parte, enfréntate a ti mismo y pelea por recuperar tu sonrisa. Por recuperar tu vida, a ti mismo.

•••

Los vidrios del viejo depósito, que se encuentra a unas calles de mi casa, están desperdigados en el suelo.
Aunque no había mucho por romper, sí hubo los suficientes para quitarme las ganas, la frustración.

Volví a casa en silencio, bajo la luz del atardecer de la ciudad.

Las palabras de mi padre retumban en cada rincón de mis pensamientos.

Sé que se preocupa por mí, y aunque está situación nos supera es tiempo de aceptar las cosas.

«Ella ya no está.

Y nada ni nadie podrá traerla de vuelta.

Se ha ido para no volver, y aunque no tuvo elección, se fue con una sonrisa.

Recordar los momentos proyectados en imágenes, dolía. Porque una parte de aquella aventura fue arrancada y arrastrada junto con ella.

La felicidad era ella.

Y se fue.

Dicen que la felicidad es efímera y no lo quise creer.
La tenía conmigo, no tenía porqué temer.
Imaginaba que sería eterna, y no lo fue.

Cuando sonreía hasta las estrellas le envidiaban.
Y como una estrella se sintió cuando partió... fugaz.

Su luz en la tierra se extinguió, pero no por eso dejará de brillar».

•••

Abrí mi cuaderno donde dejé inconclusa aquella letra que hace tiempo venía trabajando y la completé con mis últimos pensamientos.

Una melodía sonaba en mi mente acompañando aquellas palabras, por lo que fui por mis baquetas para encerrarme en mi cuarto especial.

—Esto es para ti —susurré al techo.

Y por un instante, la imaginé viéndome desde el rincón escuchando la canción que compuse para ella.

La imaginé allí sonriéndome orgullosa.

Cerré los ojos un segundo, y me dejé llevar.

Por Siempre, Tyra ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora