9. Regalo

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—¿Y?, ¿me vas a contar? —insistió por tercera vez.

Alcé la mirada y la fijé en ella.

—¿Qué cosa?

—Con el chico este, Víctor, ¿cómo te fue?

—Tan chismosa como recuerdo —ataco burlonamente.

—Algunas cosas jamás cambian Basti —susurró desviando la mirada al suelo—. Ni siquiera cuando las personas no forman parte de tu vida.

La miré considerando en si brindarle una respuesta o continuar y evadir aquello.

Prefiero mil veces la segunda opción.

—Estuvo bien, me hacía falta algo como eso —admito—. Puede llegar a ser un gran amigo.

—Es bueno saber eso. Una nueva versión de ti está surgiendo, ¿lo notas?

—No. Eso pudo ser antes, ahora ya no soy el mismo.

—Sabes que siempre admiré tu capacidad de enfrentar y comenzar de nuevo. Lo reafirmo —confesó—. Como te dije, algunas cosas nunca cambian.

Quizás era cierto que dentro mío aún albergaba mi ser y mi esencia, eso que en el pasado siempre destacaba y por más que ahora esté oculto, nunca podría negar cómo soy.

Quizás era cierto, quizás estoy volviendo a ser una mejorada versión de mí mismo.

Era un gran avance como para derrumbarme tan pronto. Y no puedo permitirme hacerme eso.

Sonreí a medias y me fui.

•••

La nueva melodía iba tomando forma. Me gusta el resultado que estoy obteniendo. Siento que voy por el camino correcto.

Tanto la letra como la música van de la mano y transmite eso que tanto quiero que se aprecie.

—¿Has visto ya el regalo? —cuestionó Tyra.

—No. Aún no lo he abierto.

—Hazlo, sé que te encantará.

—De acuerdo...

Fui en busca del paquete que se encuentra sobre un estante en mi repisa. Tomé la nota que estaba encima y cuando iba a abrirla, Tyra me interrumpió.

—La carta léela después, es demasiado sentimental. Solo abre el regalo —Sonrió emocionada.

Hice lo que me pidió y bajo el papel decorativo encontré un par de baquetas nuevas.

—¿Te gusta?

—Me encanta, muchas gracias Tyra —le agradezco.

Siento como la humedad se cuela entre mis ojos y solo logro parpadear unas cuántas veces para desvanecer el llanto que sé que iba a soltar.

—Debiste abrirlo antes.

—Solo tardé un poco.

—¿Estás bromeando, cierto? —preguntó escéptica—. Eso debió estar allí unos cuántos meses.

—Sí. Creo que lo retrasé porque no quería leer la carta, me imagino con lo que me voy a encontrar. No estoy preparado —balbuceo como puedo para que no note el estado en el que estoy.

—No te preocupes Basti —animó, y me señaló la puerta de mi habitación—. ¿Qué tal si las estrenas?

Tomo su consejo y me encierro en mi cuarto especial.

Por Siempre, Tyra ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora