Adam me llevaba sobre su hombro como un saco de papas, lo bueno de esto es que tengo una muy buena vista de su lindo trasero.
-¡Auch!-Grité cuando Adam dió una nalgada.
Después de varias semanas me había olvidado de que sus castigos son bastante rudos.
-Hola Frida- Saludó como si fuera de lo más normal caminar a tu habitación mientras llevas a una chica sobre tus hombros.
-Hola- Igualmente salude aunque por dentro me estaba muriendo de vergüenza. Frida solo respondió moviendo su mano.
Caminó un poco más hasta llegar a la misma habitación de siempre. Dentro de esta cerró la puerta y me bajo lentamente hasta que mis pies tocaron el piso.
-¿Te sientes bien?- Su mirada ahora era más cálida y además sujetó mis manos para dar un beso en estas. Su pregunta me sorprendió ya que no pensé que aún estuviera preocupado por mi estado de salud antes de...hacer esto.
-Estoy perfecta- Dije sonriente- Tu me haces estar bien- Di un pequeño beso en la comisura de sus labios.
-Trataré de ir lento- Asentí con mi cabeza mientras posaba su mano en mi mejilla y la acariciaba cariñosamente. De nuevo su voz ronca me hizo sonrojar y sus ojos verdes que estaban oscurecidos me hacían pensar en mis más lujuriosas fantasías.
Adam atrapó mi cintura y me atrajo a él con un agarre impresionante. Estando tan cerca de él fue fácil notar la presencia de su miembro sobre mi vientre, solo de pensar en ello me calentaba.
Fui retrocediendo hasta llegar al borde de la cama donde caí de espaldas, Adam seguía devorando mis labios, yo solo quería que él me tocara, más, mucho más...
De un momento al otro ahora yo estaba a horcajadas sobre él. Estando yo arriba tomé la iniciativa y me desprendí de mi playera blanca, de inmediato los ojos de Adam pasaron a ser casi completamente negros. Mi respiración estaba agitada hasta que las enormes manos de Adam comenzaron a masajear mis pechos por arriba de la tela del sujetador.
-No pare de pensar en comer tus hermosos senos en cuanto te vi con esa playera tan trasparente- Su masaje se hizo más intenso y cuando mis ojos estaban cerrados su aliento sobre la fina tela que aún cubría mis pechos me hizo soltar un jadeo- No sabes cómo me pones cuando te veo con este sujetador blanco- Bajo las copas del sujetador pero una pequeña mordida en mi pezón me arrancó un grito de placer, el cual traté de callar mordiendo mi labio inferior- No calles- Su voz tan autoritaria fue suficiente como para comenzar a mover mis caderas. Nuestras partes rozaban por abajo de la tela de mis bragas y la pensada tela de sus shorts, esperar ya no era una opción.
Me aleje un poco para luego acercar mis labios a su cuello. Besaba, lamía y mordía como si mi vida dependiera de ello. Adam suspiraba a cada mordida que daba, su manzana de Adán subía y bajaba, mi parte íntima pedía tenerlo a gritos.
Con una gran desesperación tomé su playera por la parte de sus abdominales y levanté la tela de la prenda para luego sacarla por arriba de su cabeza.
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Mi Pequeño Pecado
RomansaMarian Portela es una chica de 17 años la cual aparenta ser la típica chica perfecta, lindo rostro, carismática, buena estudiante y con la vida prácticamente arreglada. Entre sus intereses está la fascinación por jugar con los chicos y ver cómo uno...