Cap. 3 || "Libres"

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Cojo mi maleta y salgo por la puerta del hotel, estoy bastante cansada por los  conciertos, pasado mañana nos toca cantar en Barcelona y realmente estoy ansiosa.

Bajo al hall del hotel, donde ya están casi todos mis compañeros. Alba está aún medio dormida sobre el hombro de Natalia, y ambas están sentadas en los sillones del hall. Miki, Joan, Dave y Famous están grabando lo que parece una historia para instagram. Noelia, Marta y Marilia están cada una con sus móviles, pero no se prestan atención entre ellas. Afri y Damion están abrazados y riéndose de algo que el chico habrá dicho. Y quedan Maria, Sabela, Carlos y Alfonso por bajar aún. Mi gallega amiga me dijo que bajaría en nada porque estaba terminando de hablar con Chus por teléfono.

Me siento en uno de los sillones libres y miro el móvil. Tengo algunos mensajes de mis amigos de Cádiz y muchísimas notificaciones de fans por el concierto de anoche. Y cuando voy a poner un tweet dando las gracias por el concierto de aquella noche, unas manos me tapan los ojos haciendo imposible mi cometido.

– Adivina quién soy

– Mmmmm... Un chico bastante egocéntrico al que le pegaré un codazo en las costillas como no sea discreto...

Carlos me quita las manos de los ojos y levanta los brazos en señal de paz.

– Que mal despertar tienes, locuela.

– Yo estaba muy tranquilita hasta que alguien me ha tapado los ojos... Aparte, ya sabes que me falta algo para que sean los buenos días de verdad.

– Y lo tendrás cuando lleguemos al bus, te lo prometo.

– Más te vale.

Seguimos la conversación entre risas, caricias y manos entrelazadas, todo eso hasta que nos dicen que podemos ir saliendo ya. Cuando eso ocurre, Carlos se va por su lado y yo por el mío para hacernos algunas fotos con fans y acto seguido subir al bus.

Me siento en cuanto entro y le espero durante unos segundos. Cuando se sienta, le miro, esperando que cumpla lo prometido ahí dentro.

– ¿Y esa cara?

Él se rie, ya que me está vacilando y yo le doy un pequeño golpe en el brazo.

– Vaa, porfi dámelo.

Carlos sonríe, con esa sonrisa de lado que me vuelve loca y seguido de eso me agarra la cara con ambas manos para besarme. Un beso medianamente largo, que va acompañado de varias caricias en la mejilla. Cuando se separa, no quita la mano de mi mejilla y aprovecho eso para apoyarme en su mano y cerrar los ojos, disfrutando de poder estar así con él.

– Buenos días, locuela.

Abro los ojos y le veo sonriendo, y eso provoca que yo haga lo mismo. Cuando aparto la cara de su mano, ambos nos colocamos bien y yo apoyo mi cabeza en su hombro mientras entrelazo mis dedos con los suyos. Y la verdad, es que no tardamos casi nada en volver a dormirnos en esa postura.

(...)

Cuando por fin llegamos, todos vamos directos a nuestras habitaciones, para descansar, ducharnos o simplemente para estar tranquilos. Yo quedo con Carlos en que cuando termine de ducharse venga a mi habitación y vemos una película o algo. Así que, cuando termino de colocar ciertas cosas de la maleta, paso a ducharme rápidamente y justo cuando termino de vestirme llaman a la puerta.

Salgo a abrir con el pelo aún recogido en la toalla y él se rie al verme así.

– Joe, ya me podría haber dado más prisa.

Sonrío y muevo la cabeza como si el comentario me hubiese molestado.

– Pasa anda.

Carlos pasa y yo le digo que me tengo que secar el pelo, pero que puede poner lo que quiera en la tele. Pero se niega y me sigue al baño.

– Quiero peinarte yo.

– ¿Qué?

– Que quiero peinarte yo.

– Esta bien.

Le doy el cepillo y me quito la toalla de la cabeza para ponerme delante de él y esperar que me peine. Cuando lo hace, puedo ver que tiene muchísimo cuidado, parece que le de miedo hacer algún movimiento brusco y que me pase algo. Pero en vez de provocarme risa, el sentimiento de ternura y amor se instala dentro de mi y me hace sonreír como una idiota.

Carlos me acaricia el pelo cada vez que termina de cepillarme algún mechón, y cuando termina deja un dulce beso sobre mi cabeza, el cual provoca que el sentimiento de ternura se multiplique por cien.

Juntos salimos del baño y nos tiramos en la cama. Si el plan anteriormente era ver algo en la tele, ha cambiado. Mi novio me arrastra hacia él para poder rodearme con sus brazos y cuando por fin me tiene como quiere me besa varias veces por toda la cara, terminando en los labios, zona que vuelve a besar repetidas veces.
No me quejo, es más me dejo hacer hasta que él para y simplemente nos quedamos abrazados, disfrutando la compañía del otro.

– Por fin.

Echo la vista hacia arriba y le miro.

– ¿Qué?

– Por fin puedo estar así contigo. Sin miedo de un veinticuatro horas, sin miedos de que te alejes por una tercera persona, sin miedo de ser descubiertos. Simplemente, libres.

– Pues si así se siente la libertad, quiero disfrutarla todos los días de mi vida.

Ambos nos miramos sonriendo, y puedo afirmar que por nuestras cabezas van pasando todos nuestros momentos, los que nos han traído hasta aquí. Hasta una relación, que aún es corta, pero de la que he disfrutado como nada anteriormente.

Porque por fin podemos ser libres. Sin miedos, sin ataduras. Por fin podemos ser felices.

💜

Volver a Verte // Julright🌸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora