Blinded by the lights

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Disclaimer: Me sabe mal, pero tengo que avisar doblemente, contenido adulto, si no estás cómoda/o y/o eres demasiado jóven te recomiendo que no sigas leyendo! Gracias!

Anne en el foco

Los pájaros cantan, el bosque se despierta como cada mañana. Gèrard rodea a Anne con los brazos y ella suspira plácidamente en sueños, cómoda en su abrazo. Todo empieza con el familiar silbato de Cesc rompiendo la paz del lugar, y las quejas y bufidos resignados de sus compañeros. Anne apenas entreabre los ojos al escuchar el estruendo, sabiendo que el entrenamiento de hoy no es para ella y agradeciendo aunque sea un poquito la lesión de su tobillo. Instantes después siente un cuerpo revolverse a su lado, y unos fuertes brazos acercándola un poco más a él. Esta vez abre los ojos como platos, y su estómago da un vuelco ante la intrusión. Se gira bruscamente sin acordarse de porqué está siendo estrujada contra otro ser humano, propinándole un cabezazo al muchacho sin querer.

-Ay... ¿Qué...? -musita Gèrard con la voz ronca de recién despertado. A la chica se le pone la piel de gallina de inmediato.

-¡Gèrard! ¡Ay, perdona! -su voz escala varios semitonos hacia arriba de la sorpresa.

-No, perdona tú, anoche me quedé dormido aquí... -dice desenredando sus brazos torpemente del cuerpo de la chica. Cada centímetro de su piel en contacto con la del muchacho está tomando consciencia propia. Su voz raspada ya está haciendo efecto en el cuerpo de Anne a pesar de lo temprano que es. Ni su cerebro está aún despierto, y sus adentros ya bailan cálidos y revueltos con el sonido del chico en su oído.

Anne se nivela para ponerse a su altura en la cama, que no es demasiado grande y no hay mucho espacio para moverse con libertad. Al mirarle a los ojos, verdes y cansados como los suyos, se cerciora no por vez primera de lo adorable y preciosa que es la persona que tiene en frente. Gèrard parpadea más rápido de lo normal, intentando ajustar la vista miope ante ella. La chica sonríe y con un impulso le rodea la cintura con el brazo que no está aplastado entre ellos y le acaricia la espalda, metiendo la nariz en el hueco de su cuello y frotándola contra él, intoxicándose con su aroma tan dulce y a la vez tan masculino. Suspira, le encanta su cuello, es suave y definido y se siente como en casa debajo, tanto que se le ocurre dejar un par de besos en su piel así como quien no quiere la cosa.

Gèrard empieza a temblar como un flan a su lado. Anne arrastra sus labios por su piel hacia arriba, hasta llegar al lóbulo de su oreja. El muchacho jadea y se aparta, pegando un salto fuera de la cama.

-Eeh, buenos días. -dice cortado, ajustándose el pantalón de pijama con disimulo. Los ojos de Anne saltan directamente a ese considerable punto medio entre sus piernas, que se esconde a duras penas entre los pliegues y que parece llevar despierto un poco más que ellos. La chica ahoga su risa en la almohada.

-Venga, chicos, con brío. ¡A vestirse! -se escucha a Cesc en la puerta.

-Pásatelo bien -murmura, dándose la vuelta para seguir durmiendo. Qué dura es la falta de intimidad. Literalmente.

-Nos vemos después, lisiada mía -susurra él desde su cama sin deshacer, despojándose rápidamente de su ropa para meterse en la de deporte. Anne se gira un poquito desde su posición para mirar de reojo, pero este le pilla con las manos en la masa. Le lanza un guiño mientras se ata el nudo de los pantalones -No es nada que no hayas visto antes, ¿eh, espía?

-Shh, al campo a pastar -se le olvida que no han pasado tantos días desde que le descubrió en el río. Aunque no había llegado a ver nada comprometido realmente, ya le gustaría. Anne, por favor... Bueno, no vamos a negar lo que es verdad. El chico se acerca y le da un beso dulce en la mejilla, y sin media palabra más, se va junto con los demás. La chica luce una sonrisa en la cara que no se la quita ni el sueño, pero siendo quien es, no tarda mucho en cerrar los ojos de nuevo.

A la sombra de los árbolesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora