• 𝗢𝗻𝗲 𝗦𝗵𝗼𝘁𝘀 | 𝑺𝒂𝒔𝒖𝑺𝒂𝒌𝒖 •

Poco decoroso

El salón era espacioso y lleno de lujo, las lámparas con candelabros finísimos adornaban el techo, el suelo de mármol y las paredes adornadas con pinturas delicadas eran el aspecto perfecto que cualquier mansión de un millonario jubilado tenía que dar.

Objetivo: Obito Uchiha.

Se relamió los labios suavemente para quitar en exceso de lápiz labial que cargaba, respiró profundamente una vez más adoptando una posición erguida y lo más seductora posible. Entró y miró furtivamente a dónde el empresario y cabecilla de las próximas elecciones presidenciales se encontraba.

Lo había conocido anteriormente en algunas pocas ocasiones premeditadas y se alegraba de que ahora empezará a aceptarla como su pareja, de esa forma sería mucho más fácil infiltrarse en su vida para obtener la información que tan desesperadamente necesitaba. Encontró a Obito con la mirada y le sonrió sigilosamente hasta llegar a un lado de él, pudo notar como se comía con la mirada el ajustado vestido color escarlata que llevaba puesto, la tomó ligeramente por la cintura y la acercó a su grupo de acompañantes.

—Querida, permíteme presentarte. —Le dijo mientras le acercaba una copa de whisky. —Esta es mi novia y futura esposa, Samira Hirai.

La pelirrosa sonrió efusivamente. —Mucho gusto a todos.

—Estoy complacido de haber encontrado a esta maravilla de mujer.

—Cariño, me halagas —Intentó falsamente sonrojarse. —Yo soy la que debería estar complacida de haberte encontrado.

La velada pasó verdaderamente insoportable, nunca le había gustado moverse en ese ambiente tan superficial, pero siendo parte de su trabajo tenía que soportarlo a cómo diera lugar ya que no echaría a perder la oportunidad que se le había dado.

Tan pronto como pudo halló la forma de excusarse diciendo que se sentía mal y que lo esperaría en la alcoba, Obito quién se tragó cada una de sus palabras asintió amablemente y le dió un beso en la mejilla. Harta de tantas formalidades salió de la recepción y subió por las escaleras, era la primera vez que aceptaba quedarse a dormir con Obito así que de una u otra forma se sentía muy nerviosa. Esperaba tener el suficiente tiempo libre en el despacho de su habitación para encontrar las pruebas de sus fraudes y poder que evitar todo contacto físico con él rápidamente.

Miró amablemente a la delgada mucama quién se le había dado la orden para escoltarla hasta la pieza de su jefe. A medida que caminaba por los largos pasillos de mármol puro observaba como las habitaciones eran cada vez más alejadas una de la otra. Llegaron finalmente y la mucama indicó que entrará, le recordó el número de la línea donde la atenderían si algo le faltaba, se despidió y salió dejándola completamente sola.

Estudió con detenimiento cada rincón del lugar, una gran cama con sábanas de seda en colores marrón, muebles de caoba oscura que adornaban a los lados y los detalles tallados a mano en las paredes. Tres puertas se encontraban más interiormente, la primera al momento de abrirla descubrió que era la pieza del baño, la segunda un clóset del tamaño de su apartamento entero, y finalmente el despacho en la tercera. Giró la perilla con suavidad y corrió hasta el escritorio donde seguramente podría encontrar algo que probará la culpabilidad del castaño Uchiha.

Tomó un manojo de documentos que reposaban en la superficie, tomó asiento y los leyó con desesperación. No eran nada importante o fundamental así que los acomodó nuevamente en su lugar y decidió que sería mejor buscar en los archiveros bajo el escritorio dicho y hecho se agachó hasta alcanzar el primero y con su mano jalo de él para descubrir su contenido, buscó entre varios papeles hasta que encontró uno que le llamó la atención.

La sangre se le fue a la cabeza cuando escucho el seco golpe de la puerta siendo abierta. Estaba frita, pensó. Terminó de esconderse abajo del escritorio y oculto su respiración lo más que pudo, escuchaba algunos pasos que ingresaban pero esperaba que se fueran pronto, con su mano izquierda tapo su boca y nariz para evitar cualquier sonido.