Si hay algo que definía a Matthew como persona era su amor por la cocina y su curiosidad. Siempre ansioso por saciar su hambre de dudas con respuestas.
Y, ¿qué es lo que le causaba mayor curiosidad? Ellos tres: aquellos a los que llamaban "Los tres...
Después de lo ocurrido aquel día, algo se volvió frecuente. Antes me solía perder observando la perfección de los tres; ahora, cada vez que lo intentaba, mi mirada se cruzaba con la del pelinegro y tenía que desviarla. Ya lo sabía. Ya sabía que los contemplaba. Se estaba volviendo molesto. ¿Por qué se atrevía a importunarme de esa forma? No podía apreciarlos bien si uno estaba consciente de que lo hacía, creería que soy un acosador.
La última vez fue durante el almuerzo, los tres estaban en la misma mesa. Natalia, como siempre, comía mucho y tenía la cara manchada. William la limpiaba con su pañuelo como podía. Sonreí ante esto, al igual que el pelinegro, quien la molestaba. De pronto, su risa desapareció y comenzó a mirar alrededor de él, buscando algo. Curioso, continué mi vigía y como consecuencia sus ojos encontraron los míos. Iba a apartar la mirada, pero él lo hizo primero, lo cual me confundió un poco. Se inclinó hacia la pelirroja y le dijo algo al oído, mirando en mi dirección de vez en cuando.
¿Q-qué?
¿Qué demonios le pudiera estar diciendo? ¿Le está hablando de mí? Nah, no puede ser.
Me levanté de mi mesa sin terminar de comer, necesitaba de mi jugo favorito para calmarme y la botella que tenía ya la había acabado. Me dirijo al patio trasero donde está la máquina expendedora de bebidas. Sólo con verla en la distancia mi sonrisa se hacía presente. Una vez que estuve frente a ella rebusqué en mi bolsillo por monedas, tenía suficiente para dos bebidas más. Coloqué el dinero cuidadosamente en la ranura y justo cuando iba a seleccionar mi preciado jugo de frutos del bosque, una mano más pequeña que la mía con velocidad toca el botón de refresco de naranja.
Me volteé incrédulo, pues no se me ocurría que alguien pudiera tener la confianza para...
- ¡Hola, 4to! -
¿C-cuarto? ¿Cuarto en qué? ¿Acaso se estaba burlando de mí y no sé ni por qué lo hacía?
A mis espaldas tenía a la 3ra mejor estudiante, la atlética y activa pelirroja, sonriendo victoriosamente. Se hizo a un lado y se agachó para tomar el refresco.
- Gracias por invitarme. - Me dijo sonriente mientras abría la lata.
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Qué bonita es... pensé y al instante perdoné su imprudencia, como si fuera la cosa más normal del mundo.
Volví a colocar dinero en la máquina, esta vez ella no movió ni un pelo y pude obtener mi jugo. La miro de reojo y su sonrisa persiste.
-Veo que te alimentas bien, ese jugo parece ser bastante natural. - Dijo señalando la etiqueta. Exactamente por eso me gustaba esta marca, era algo rara, pero la empresa productora apenas utilizaba químicos en sus productos, lo cual los hacía más saludables.
-Oh, te diste cuenta. - Dije luego de tomar un pequeño sorbo de la botella.
-Soy muy seria en cuanto a mi dieta. Hago investigaciones a fondo de lo que me voy a comer o a beber. -
-Dices eso, pero igual tomas un refresco que es considerado bebida chatarra. - Le señalé.
-Ah, ¡esto es un energizante! Está justificado. - Por el sonido que provocaba el líquido al moverse dentro de la lata diría que ya casi había terminado de tomarlo, qué rápida.
-Bueno, si tú lo dices. Por cierto, Natalia, ¿qué es eso de 4to? - dije algo confuso
- ¿Qué? ¿No te gusta? Es de cariño, al ser el cuarto estudiante más talentoso de la escuela. -
Mi corazón latió con fuerza. Ella me reconocía. ¡Ella reconocía mis virtudes! Ella, Natalia, la gran e inteligente Natalia, notó a alguien como yo.
-Me voy con los chicos. De nuevo, gracias por invitarme. - Botando la lata vacía en el cesto que se encontraba al lado de la máquina, se fue corriendo.
Yo me quedé ahí, recordando aún sus palabras como todo un idiota. Le di un gran sorbo al empalagoso néctar de las frutas del bosque, terminándome la botella de un solo trago. Removí mi pelo nervioso, una sonrisa estúpida apareció en mi rostro y no tenía intenciones de desaparecer.
¿Qué estaba pasando? De repente, ¿ella tomó interés en mí o qué? ¿Acaso Ethan tenía algo qué ver en esto? ¿Le habrá dicho algo a William también? Agh, ¡deténganse, ideas ilusorias en mi cabeza! Estoy teniendo esperanzas.
Esperanzas de que mi sueño se acerque a la realidad.