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Ya llegó el día en el que el demonio se enamoró del ángel. Este sabía que correría peligro de ser corrompido pero más miedo sentía el demonio de ser el culpable de aquello y verle caer. Al fin y al cabo ni los demonios son tan negros ni los ángeles tan puros.
Con esto se demuestra que a pesar de tener maldad o bondad, nadie es inmune al amor, como nadie lo es al dolor

No merezco estoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora