CAPÍTULO DOS

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Prem se incorporó de golpe en la cama en cuanto escucho un terrible estruendo proveniente del pasillo, de pronto la puerta del balcón se abrió y una sombra ingresó en la habitación, el muchacho buscó a tientas sus muletas, pero no consiguió dar con ellas, entonces la silueta del hombre se acercó más y puso una de sus manos en el hombro del muchacho.

- Tranquilo, a alguien se le cayó una bandeja. - Murmuró.

- ¡¿Quién eres?!, ¿Qué...qué quiere? - Preguntó tratando de disimular que temblaba de pies a cabeza.

- Lo lamento señor, soy el detective Noppanut, estoy aquí para protegerlo. -  Prem asumió que su padre había cumplido su palabra y soltó el aire atrapado.

- ¡Yo no pedí!... ¡no pedí a nadie!, no ingrese... en mi habitación, sin mi permiso. - Contestó de mala forma.

- Me temo que no puedo hacer bien mi trabajo si no puedo ingresar donde usted se encuentre.

- ¡No es materia de discusión!, ¡no puede entrar aquí!. - Repitió Prem aún más enojado.

- Lo siento, no puedo cumplir esa orden. - Al momento la voz se sintió mucho más cerca, una voz grave que pareció llenar la habitación, de inmediato Prem se puso en alerta.

- ¡¿Por qué no?! - Replicó.

- Por qué no cumplo ordenes de usted. - Contestó.

- ¡Por favor!, ¡¿Qué puede pasarme en mi propia habitación?! - Argumentó.

- Ahora que estoy aquí, nada.
- Prem pensó que ese hombre tenía mucha confianza en sí mismo.

- Quiero dormir, ¿puede ser tan amable de salir?

- Descanse, lo cuidare desde aquí. - Era inútil, de todas formas, Prem comprendió que no podía hacer que se retirara tan fácilmente, ya que después del accidente no tenía la capacidad física de hacerlo.

Prem siempre fue un chico amable y de un espíritu bondadoso, buen amigo, buen hijo y muy inteligente. Pero a veces hay situaciones en la vida que cambian a las personas y pese a continuar siendo el mejor de todos, dejo de ver a sus amigos y también su personalidad brillante y divertida se esfumó, muchas veces ni el tiempo es capaz de reparar un corazón roto, solo quienes lo conocían realmente sabían que una halo de tristeza había ensombrecido su alegre personalidad y que solo quien causó tal daño sería capaz de repáralo, pero aquello era imposible, esa persona ya no estaría nunca más.

Prem buscó sus muletas y maldijo en silencio no poder ver, tomo un impulso y quiso salir de la cama, pero el dolor fue agudo cuando movió las piernas, aun así, insistió porque también era muy orgulloso para rogar por algo de ayuda.

- ¡Cuidado!, ¿Se lastimó? - Prem apenas había sentido que el detective se acercó a la cama, cuando sus fuertes manos lo sujetaron antes de caer.

¡No me toque! - dijo, pero el hombre no le obedeció - Llame a Man por favor. Necesito ir al baño.

- Lo llevaré, apóyese en mí.

- No, solo deme las muletas. - Fue solo un roce, pero aquel contacto se sintió como si quemara.

- Es más rápido si yo le ayudo. - repitió.

- ¡No!, ¡quiero a Man!, por favor. ¡Solo llámalo! - gritó.

El viejo Mayordomo de la familia Warut astuto y siempre alerta en cuanto sintió que la torpe mucama dejo caer aquella bandeja camino tan rápido como le permitían sus cansadas piernas hacia la habitación de su pequeño jefe sabiendo que el fuerte ruido podía haberlo despertado e ingresó en el momento exacto antes de que este perdiera la paciencia.

CORAZÓN ENCUBIERTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora