Capitulo 14

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Alice iba de la mano con Oliver, el pequeño niño al que había arrastrado al aún muy peligroso sector norte. Ella culpaba a Pan, por supuesto, si el idiota no la hubiera provocado, ella probablemente seguiría en el campamento, y Oliver tampoco habría sido arrastrado.

—Es un idiota arrogante, engreído, poco educando, desagradecido, imbecil, guapo, mal hablado, pésimo líder... siempre alzando su estupida ceja ¡yo no sé hacerlo! ¿Tu? —el pequeño niño negó, caminando pocos pasos detrás de la fémina, aunque, a diferencia de ella, él sí estaba preguntando atención a su alrededor, atento a cualquier movimiento extraño —mi padre también sabe hacerlo... ¡eso es porque ambos son idiotas! ¡Si! Ellos no merecen mi rabia... ¿tu que opinas, Oli?

Y volteo, volteo al mismo instante en el que él Niño se lanzó sobre ella, haciendo que ambos cayeran al suelo, una flecha pasando justo frente a sus cabezas.

—¿No tienen otra arma? Ya es la segunda vez que me atacan con lo mismo —se quejó, levantándose rápidamente del suelo, colocando a Oliver detrás de ella, protegiéndolo.

De sus dedos salían pequeñas chispas moradas, Oliver lo noto, pero ella no, la mano de la chica se dirigió a su arma, colocándola frente a ella, sus ojos fijos en el profundo bosque.

Un grito a sus espaldas se escuchó, Oliver había salido herido, una flecha clavada firmemente en su hombro izquierdo, Alice se sintió morir, el pequeño niño la miró con lágrimas en los ojos, asustado ¿iba a morir?

—¡Gato! —ella creía que jamás había sido tan feliz al escuchar ese apodo, Pan había aparecido a pocos metros de distancia, mirándolos a ambos con ojos grandes.

—¡No se donde están! Le dieron a Pliver —informó lo obvio, recostando al niño en el suelo.

Pan hizo movimientos extraños con sus manos, y en un instante, el cuerpo de Oliver se llenó de humo y desapareció, Alice supuso que lo había devuelto al campamento.

—¡Agáchate! —ambos volvieron a tirarse al suelo, las flechas venían de cuatro direcciones diferentes, y ninguno era capaz de ver a sus atanacntes.

—¿Como no sabes donde están? —empezó a reclamar ella, aún en el suelo —¿no se supone que eres súper poderoso, rey de la isla?

—Cállate, luego hablaremos de eso —le espetó de regreso, sus ojos verdes alzándose por la oscuridad, buscando alguna sombra —no los puedo sentir.

—¡Pues esfuérzate un poco más!

(...)

¿Quien había permitido que Alec y Logan se fuerzan solos al sector noroeste?

Cierto, fueron Felix y Alice. Se supone que debían ir al sector Sur, luego de que Pan les dijera que no fueran al sector Norte, Felix ordenó que de igual manera se mantuvieran cerca, por lo que ahora estaban en el sector noroeste, Alec creía que eso ni siquiera era un sector,  de igual manera ambos chicos siguieron caminando.

Y tampoco podía creer que había permitido que lo dejaran nuevamente a solas con Logan.

Alec no era el chico más fuerte cuando se trataba de provocaciones.

Decididos, cuando volvieran al campamento, el mataria a Alice y Félix, y aprovecharía para también matar al rehen.

Claro, ahora mismo él no estaba pensando en eso, el tener una respiración demasiado cerca de la suya nunca lo había ayudado a pensar. Mucho menos cuando se trataba de la respiración de Logan.

—Alexander —había canturreado el, acercando sus rostros hasta que sus narices se tocaron.

El ni siquiera sabía cómo habían llegado a esa posición, cuando ambos habían salido, Alec se habían encargado de dejar una pequeña distancia entre él y Logan, solo por si acaso, pero de un momento a otro, Logan se había acercado y lo había estampado contra uno de los árboles, quedando demasiado cerca de él.

También odiaba los árboles.

—Si no te apartas ya mismo, juro que te clavaré una flecha en tu pierna herida —amenzo, o intento hacerlo el pequeño arquero.

El realmente era un chico respetable, uno de los mejores arqueros del campamento, sabiendo usar también otro tipo de armas, siendo el, la mayor parte del tiempo, el líder de las pequeñas excursiones que de vez en cuando debía hacer con su grupo.

Pero parecía que todo eso quedaba en el olvido cuando Logan decidía tomar control de él.

—No lo haras —susurró el más alto, inclinando un poco más su cabeza hacia el —porque tú afueras cuando me acerco a ti.

—No lo hago porque tus manos atraparon las mías, imbecil —le espetó, sus mejillas brillantes por el color rojo.

—Tienes razón, es que no sabes lo mucho que me gusta cuando te tengo a mi control —se burló, aunque Alec supo que eso no era completamente una burla.

Alec mordió su labio, un gesto habitual en el, que a Logan parecía encantar cada vez que lo veía. El moreno se inclinó aún más, sus manos fuertemente aferradas a las muñecas de su acompañante, sus labios cada vez más cerca el uno del otro, un roce, un pequeño roce que causó un desastre de sensaciones en los estómagos de ambos.

Alec alzó el rostro, en busca de más contacto, momento exacto en el que dejó caer sus barreras, momento en el que dejó su orgullo de lado.

O fue así hasta que un grito se escuchó ni muy cerca de ellos.

Alec se zafó al instante, sus verdes ojos oscureciéndose al instante, Logan no pudo evitar maldecir en voz alta, segunda vez, la segunda vez que lo interrumpían cuando estaba a punto de besar a Alec.

El también odiaba a todos.

—Era Oliver —informó Alec, su arco ya tomado entre sus manos, una de las flechas tensando la cuerda del mismo —vino del sector Norte.

—Salvemos al Niño —dijo, el de cabellos negros asintio, empezando a correr frente a Logan, pero el moreno fue más rápido, tomando el brazo de Alec, obligándolo a voltear y acercarse hasta que ambos pechos chocaron.

Logan dirigió su otra mano a la nuca del más pequeño, acercándolo a él con su usual brusquedad.

Y sucedió, los labios de Logan atraparon los de Alec en un beso brusco, pero necesitado, Alec abrió sus ojos, sorprendido, pero se dejó llevar casi al instante, sus manos soltando el arco, tomando el cuello de la camisa de Logan, acercándolo más a él.

Los labios de Alec eran gruesos, Alec recordaba todas las veces en las que su padre había dicho que no eran labios de hombre, pero nunca le importó. Alex era un chico de rasgos suaves, no femeninos, pero su padre pensaba que si lo eran, aunque nunca le presto atención a sus palabras.

Ambos se separaron cuando sus pulmones demandaron oxígeno, Logan sonrió complacido, apreciando el intenso sonrojo del chico.

—Vámonos, Alexander... nos toca ayudar —y con un suave golpe en la barbilla del arquero, Logan empezó a correr hacia donde habían escuchado ambos el grito.

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⏰ Última actualización: Jul 11, 2020 ⏰

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