Confesión

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-Tenemos que irnos, no tardarán mucho en llegar- le dice el secuestrador a Amelia.
-No voy a irme contigo- le responde Amelia enfadada y asustada a la vez.
-Te irás sí o sí. Si no es por tu cuenta yo mismo te volveré a drogar.
El hombre cogió el brazo de Amelia con fuerza y soltó las cuerdas con las que estaba atada.
-No quiero hacerte daño, pero si gritas voy a tener que taparte la boca.
-No gritaré, pero quiero explicaciones. ¿Por qué me has secuestrado si no quieres hacerme daño?
-Ahora no tengo tiempo, la policía está por llegar.

El extraño subió a Amelia a la parte de atrás de una furgoneta con las ventanas pintadas y arrancó en cuanto pudo.
Se escucharon de pronto las sirenas de los coches de policía.
-¡Mierda! ¡Ya vienen!- Gritó el secuestrador.

Tras haber dejado atrás a la policía Amelia retomó sus preguntas.
-Respóndeme, por favor, ¿Qué quieres de mí?
Un silencio llenó el automóvil, Amelia no obtuvo respuestas.
-¿Por qué no respondes? Debes entender que quiero una explicación.
-Amelia, ahora no tengo tiempo...
Antes de que acabara la oración, la niña le interrumpió.
-Un momento...¡¿Cómo te sabes mi nombre?!
El hombre se sorprendió, supo que había cometido un gran error al decir su nombre.
-Emm... Yo... Soy Adam, soy...tu padre.

Nostalgia de un falso pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora