𝑬́𝒍, vive atormentado por su pasado.
𝑬𝒍𝒍𝒂, vive con el peso de su identidad.
Tan parecidos, pero a la vez distintos entre ellos.
Mismo sueño, mismo objetivo.
Quizá sean 𝒄𝒐𝒎𝒑𝒂𝒕𝒊𝒃𝒍𝒆𝒔.
O quizá no.
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𝒔𝒂𝒄𝒓𝒊𝒇𝒊𝒄𝒆
ꕥ
Los cuatro alumnos de Yuuei no podían apartar la mirada de la escena, por más que les doliera.
Era impactante y desgarrador, y más para cierta chica.
Ver como un ser querido es golpeado hasta el punto de romperle los huesos y hacer que sangre, junto a sus gritos y quejidos de dolor.
Sería un nuevo trauma sumado a la lista.
—Puedes borrar particularidades—volvió a hablar el de las manos—. Eso es maravilloso, pero nada interesante. Frente a un enemigo poderoso, serías considerado un quirkless.
El de aspecto de ave volvió a golpearlo, haciendo que el pelinegro gritase.
Naomi se agachó en su lugar, tapó sus oídos y cerró sus ojos con fuerza, aún sin parar de llorar.
Pero seguía escuchándolo todo.
«—Por favor... ¡Para!»
Un golpe más, y otro, y otro, y otro. Seguidos de gritos y huesos rotos.
Ella no podría aguantar más, sus emociones se estaban saliendo de control.
Y eso era malo.
Justo al lado del hombre que parecía ser el jefe, comenzó a aparecer la misma neblina violácea de rato antes, la misma que los había separado a todos.
—Shigaraki Tomura.
Al escuchar una voz nueva, abrió ligeramente los ojos y bajó sus manos de sus oídos llevándolas a su pecho en un intento de calmarse, funcionando ligeramente.
—Kurogiri, ¿asesinaste a Jūsan?
«—Shigaraki Tomura y Kurogiri... anotado»
—Puse a Jūsan fuera de combate, pero hubo estudiantes que no logré dispersar. Hubo uno de ellos que logró salir del lugar. Fue a pedir refuerzos.
—¿Eh?
«—¿Alguien fue a pedir refuerzos?»
Los gritos del profesor habían cesado y la atención de los estudiantes estaba puesta en la conversación que mantenían ambos villanos.
A excepción de Naomi, quien tenía su atención dividida entre ellos, el estado de su tío y de sus compañeros.
El de cabellos celestes comenzó a rascar su cuello con frenesí mientras murmuraba insultos hacia su compañero, dando a entender la escasez de cordura que poseía.
De un momento a otro, paró.
—No podremos ganar contra una docena de profesionales. Ah~ ¿es esto un game over? Regresemos a casa.
