Avellana

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La espera fue perpetua, cada segundo marcado por un puñado de latidos que resonaban en su pecho. Duff en la barra quiso ofrecerle un té de valeriana para que se relaje de una buena vez; y deje de asustar a los clientes que se acercaban a ver los productos, pero chocaban con el apuesto muchacho de rizos que deambulaba de un lado a otro dando pasos ansiosos. 

Quizás Freddie debió esperar con él, ya le hubiese tirado un vaso de agua con hielo para que deje de ser payaso. 

Así, Brian terminó exiliado al segundo piso, sus traviesos ojos hazel sobresaliendo por el espaldar del sofá para hacer guardia de la entrada en caso de que Roger apareciese antes. Cuando faltaron unos cinco minutos para la hora fijada pidió las galletas de avellana y un par de tazas de té de naranja con canela: combinación que, esperaba, no tendría defecto. 

Para bajar los nervios se distrajo con sus notas, no podía ignorar el propósito de la reunión... estudiar. 

Encontraba relajante repasar los números y practicó mentalmente las fórmulas y ejercicios para no olvidarse las cosas, incluso empezó a recitar los términos en voz alta como si tratara de un mantra. Las únicas dos personas sentadas a unos metros de distancia lo miraron como bicho raro conforme hablaba consigo mismo sobre las sucesiones monótonas, acotadas y convergentes; poco le importó, hasta que sintió otra mirada, una muy familiar, encima suyo. 

"Vas en serio, ni saludas y ya me vienes con esos términos raros" comentó Roger divertido, tomando asiento a su lado. 

"Hola, bonito" saludó automáticamente. Un color carmesí invadió las mejillas del menor y su cuerpo se tensó. Sutil, pensó Brian, eso fue sutil; no obstante el rubio lucía precioso y se le fue la lengua. Se caracterizaba por ser honesto, no por idiota, así que aclaró la garganta. "Zapatos, decía... son bonitos tus zapatos."

"Me los regaló mi hermana" comentó el contrario en voz baja, su vista ahora clavada en el par de tenis. La fragancia dulce de la naranja llamó su atención cuando Duff llegó con las bebidas, a tiempo de salvarlos de un silencio incómodo. 

"Veo que ya llegó tu cita, y tú preocupado de que te deje plantado" susurró el pelilargo ganándose una fulminante mirada por parte de Brian; Roger escuchó y sonrió disimuladamente. 

"No tenías que molestarte" se apresuró a agradecer. 

"Bueno, ya que estamos aquí... no es nada" sonrió al ver a Roger tomando la galleta con presteza para probarla, después de las prácticas necesitaba alimento y esto caía de maravilla. 

"Son dos tés de naranja y canela, y galletas de avellana" confirmó Duff y Brian asintió, "disfruten."

Y ese era el plan, pero bastó escuchar lo que era para detenerse y alejar ese manjar de sus labios. "¿Dijo avellana?"

Brian afirmó confundido al ver que la dejaba en el platito con una mueca contrariada. 

"Freddie me dijo que te gustaban las de avellana," comentó apresuradamente, y el contrario al entender soltó una risita, "o... ¿quizás no?". Para su descontento, el rubio negó. 

"Supongo que no te contó sobre las varias veces que traía galletas de avellana de su casa, y terminó llevándome al hospital a urgencias, ¿no?". A juzgar por su mirada no estaba molesto, mas no estaba seguro de a donde quería llegar con eso. 

"¿Traumas?" arqueó una ceja dubitativo. Freddie no sabe ni prender el horno, peor cocinar galletas, de seguro le dio piedras disque comestibles. Roger negó divertido.

"Alergias. Soy alérgico a los frutos secos," sonrió apologético por tener que rechazar el gesto del mayor, quien lucía desde ya arrepentido.  "Aunque los postres de su mamá son increíbles, ¿los has probado?"

God Knows | MaylorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora