Cena

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Roger se observó en el espejo con detenimiento, atento a cada ángulo para asegurar que no habían arrugas o manchas en las prendas que cuidadosamente seleccionó esa mañana con su hermana. Camisa celeste, pantalón marrón pardo y una chaqueta azul oscuro; un estilo semi-formal. Se dió media vuelta para revisar por detrás, y ahí recién notó que Paul lo observaba divertido desde la puerta del vestidor.

"No importa cuantas veces revises, sigo teniendo mejor trasero que tú" se burló,  acercándose al espejo para acomodar su cabello. Roger lo empujó amistosamente y rieron.

"¿Cómo me ves?" 

Paul se detuvo para mirarlo y asintió conforme.

"¿Vas a conocer a sus padres acaso? " comentó finalmente con una sonrisa divertida, Roger era demasiado extra cuando le importaban las cosas.

"O sea..." el rubio chasqueó su lengua y se acomodó la chaqueta, de nuevo, bastante ansioso. "Brian vive con Freddie, ya sabes como es él."

Paul soltó una risita, claramente emocionado al notar a su amigo más desenvuelto. Toda la semana pasó comportándose medio torpe con la vida; bastante distante y distraído. Tenso. Ahora Roger estaba feliz, y no podía ocultarlo; pero debía mantenerse calmado. Tenía una noche importante, y de ella dependía todo, realmente.

"Eres un encanto... te haces el difícil y eres bien atolondrado, pero aprecio escuchar que Brian fue insistente" murmuró el pelinegro feliz. "¿Me prometes hacer una doble cita con Winnie cuando lo hagan oficial? ¿Sí? Di que sí, ¿por favor?"

"¿Él sabe que le llamas Winnie?" inquirió evadiendo la pregunta, riendo más cuando Paul negó avergonzado, con el mismo sonrojo que tuvo él cuando su hermana mencionó lo de Brimi.

"No le digas, dice que se siente como el osito Pooh, anda acomplejado por su pancita" murmuró sonriendo bobo; la misma sonrisa tonta que ponía él pensando en Brian. En definitiva Brian lo estaba convirtiendo en lo que juró destruir: Paul enamorado. "Pero responde, ¿sí?"

Se limitó a reír y asintió, Paul sonrió haciéndose a un lado para que Roger pudiera tomar sus cosas del casillero.

"¿Seguro que no tienes problema en cerrar la tienda?"

"Son solo un par de horas, Roggie, tú diviértete. Me cuentas todo después" se despidió lanzándole una nalgada para que se mueva. El ojizarco pegó un brinco, con un nudo en su garganta que imposibilitó que contestara verbalmente conforme se dirigía a la salida.

La brisa de las seis de la tarde lo azotó y con ella el ruido de la ciudad, el cielo presumía una tonalidad grisácea anunciando una posible llovizna, invitándolo a sacar el paraguas. Esta vez sí vino preparado para todo.

Buscó con la mirada a su cita, habían quedado en encontrarse fuera de la tienda a esa hora y le inquietaba un poco estar sólo en la calle. Sacó su celular para llamar, casi arrojándolo sobre un charco cuando alguien lo topó del hombro. Una dulce y algo contagiosa risa lo hizo sonreír aliviado; a pesar de su patético intento de invitación, y la pobre coordinación de esa tarde, Dom estaba ahí.

"Cuando quedamos en cenar no lo interpreté como algo tan formal, ahora me siento mal por vestir así" carcajeó ella.

"Hola, Dom" saludó virando para ver a la chica. Lucía preciosa, no podía negarlo; vestida con una linda falda blanca que llegaba hasta un poco más arriba de las rodillas y un saco celeste pastel que lucía cómodo y abrigado, y sí, bastante formal. Tal y como esperaban sus padres de una reunión así de 'importante', les gustaba exagerar.

"Luces hermosa" sonrió casual, y ella devolvió la sonrisa gustosa.

"Tú te ves apuesto, como siempre, Taylor" contestó educadamente.

God Knows | MaylorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora