Tequila

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El mundo se detuvo por un instante, o le dió esa impresión. 

Un suspiro ahogado fue suficiente para percatarse que casi todas las miradas estaban sobre él, entre ellas la de Freddie; incluso en el primer piso la gente había alzado sus rostros para ver, John, Paul y George incluidos. A estos últimos dos el ojizarco cuestionó entre miradas por qué tanta atención a su poco importante persona, y recibió una negación de ambos, estaban igual de confundidos. John, sin embargo, lucía entretenido pero no dijo nada tampoco, sólo asintió en señal de aprobación. 

Roger estaba confundido, y le bastó prestar atención al lugar en donde estaba su mano para darse cuenta del atrevimiento. Su mano derecha continuaba enredada en los suaves mechones de cabello castaño, y el dueño de tan sofisticado corte lo miraba fijamente. Hazel y celeste chocaron nuevamente y Roger tragó espeso; sabiéndose observado por medio mundo no estaba seguro de cómo proceder y se quedó estático. El otro lucía aturdido y no dijo nada tampoco, aunque parecía ignorar la mirada de la gente alrededor suyo. 

"Nadie se había atrevido a tanto" anunció una voz, y Roger pudo percibir en su tono el asombro. Después de que se rompió el silencio más murmullos le siguieron y eso quitó algo de la tensión en el ambiente, permitiéndole reaccionar y retirar finalmente su mano. 

El rizado se sonrojó un poco, desviando su mirada, pero no se alejó de él. Ambos continuaron sentados en el cómodo sillón de cuerina sin moverse. 

"Eh, yo... yo lo lamento" murmuró Roger, sin saber exactamente lo que pasó. Sólo se sentía correcto disculparse, y el mayor regresó a verlo con una pequeña sonrisa. 

"No te preocupes, no eres el primero que lo intenta" respondió con una voz suave y melodiosa, no parecía molesta en lo absoluto. Con ese cabello tan bonito, cómo no, pensó para sí mismo el rubio. "Sin embargo, eres el primero que lo hace" rió despacio acomodando sus rizos delicadamente. 

"Eso te vuelve una leyenda, bro" añadió una segunda voz, la misma que había tomado la palabra en ese incómodo silencio. Roger pudo ahora identificar al dueño: un joven de cabello lacio y castaño que caía hasta la altura de los hombros. Sonreía con júbilo sin dejar de mirarlo, parecía entretenido con su existencia. Y al no encontrar a Freddie, Roger se sintió intimidado. 

"Lo estás asustando, Tim" trató de interferir el rizado con una risita, cuando el menor regresó a verlo éste continuaba contemplándolo apacible. 

Tim tomó asiento al otro lado y de la nada Roger se encontró entre dos desconocidos, frente a él algunos curiosos se acercaron para verlo de cerca. Estaba rodeado. 

"Eso fue intenso, May. Tienes que admitirlo. Hasta tú te quedaste paralizado ante la osadía" se defendió ese tal Tim y muchos asintieron.

"Se quedó embobado por esa carita de princesa, querrás decir" dijo alguien y todos rieron. Por el rabillo del ojo Roger notó un leve sonrojo en las mejillas del rizado, pero no se atrevió a mirarlo. Él se había sonrojado también.

Tim se dirigió a él específicamente, y lo único que atinó a hacer fue tomar un sorbo más grande de su margarita para relajarse. "Nadie ha sido capaz de tocar su cabello desde que entró a la universidad, ¿sabes? Se pone como un pitbull rabioso cuando lo intentan."

"Yo diría más como un caniche berrinchudo" dijo esa misma voz, y todos rieron de nuevo. 

"Ya, ya fue. Pueden todos dejar el tema ahora, ¿por favor?" carcajeó el aludido algo irritado, se notaba ligeramente incómodo, pero no dejaba de sonreír. Intercambiaron nuevamente miradas y el mayor pareció disculparse, estos debían ser sus amigos. Roger no conocía a nadie, y nadie lo conocía a él. O eso creyó al inicio.

"Sí que perdiste tus defensas May, no me lo esperaba de tí" comentó una chica que Roger reconoció como Mary, la novia de Freddie. "Me sorprendes tú también, Roger. Bien hecho." La chica le puso el puño y Roger, algo inseguro, correspondió al saludo. 

"Roger... va. ¡Invito una ronda en honor a Roger!" exclamó Tim levantándose y todos aplaudieron. "Tú elige el licor" señaló. 

"Eh... ¿T-tequila?"

"¡Una ronda de tequila, Duff! Para todos" gritó de nuevo y todos empezaron a caminar a la barra chiflando y cantando su nombre. Un ¡eres una leyenda, Taylor! por parte de Lennon se escuchó en el piso de abajo. Este May debe ser famoso o algo, todos parecían estar al tanto, y eso lo ponía nervioso. 

Aunque bastó una mirada de esos preciosos ojos hazel para calmarlo. Solos de nuevo, fue el menor quien se apresuró a decir algo. 

"En serio lo lamento, ehh... ¿May? No sé qué pasó ahí, yo..."

"Ignóralos" lo interrumpió negando; los bellos rizos se meneaban de lado a lado con el movimiento. "Son todos unos exagerados" rió despacio dejando ver sus perfectos dientes, de los cuales destacaban un par de colmillos que llamaron la atención del rubio. "Mi nombre es Brian, por cierto. Brian May."

"Roger" respondió el ojiazul aún apenado. 

"Roger Taylor, el amigo de Freddie" asintió. "Me ha hablado sobre tí, me dijo que tocas la batería. ¿Te ha hablado de su banda? Me dijo que estabas interesado en unirte" continuó la conversa como si nada, y por fin Roger se relajó, aunque no ocultó su confusión. 

"No me ha dicho nada de una banda" admitió apelando a otro trago de margarita sólo para encontrar que ya no había más. Se quedó mirando el vaso algo decepcionado, empezaba a sentirse ligeramente mareado pero lo asociaba más a la abrumadora escena de hace un rato que a la bebida como tal. 

Y como mandada del cielo una mesera se acercó a ofrecerles shots de tequila, los de la ronda de Tim. Brian tomó dos y le ofreció uno. 

"Bueno, supongo que solamente quería que tengamos algo de qué hablar, me dijo que quería presentarme a alguien y desde entonces no lo encuentro." Genial, clásico Freddie, pensó. "Aunque la vacante sigue abierta, si te interesa" propuso, acto seguido se tomó el shot de golpe, apenas y reaccionando al fuerte sabor de la bebida. 

Universitarios... claro. Roger, en su juventud e inocencia no tuvo tanta suerte, y arruinó su intento de ser casual atorándose con el mini sorbo que le dio al trago. 

Al menos tuvo una chance de hacer reír a Brian una vez más con su colapso. Y esa fue la primera de varias veces que Brian rió en lo que restó de la noche, y Roger extrañamente no se sintió incómodo por la convivencia. Más bien se esforzaba torpemente en sacarle alguna que otra sonrisa, le traía paz hacerlo, y lo hacía feliz a él también. Incluso llegó a olvidarse que había llegado con más gente a esa fiesta. 

Freddie, sin embargo, no se olvidó de su joven amigo y no dejó de mirarlo con una pequeña sonrisa desde la barra. Incluso se tomó la licencia de cuidar del torbellino de George — quién en plena búsqueda de postres se pasó con los Happy Brownies — para que el rubio no tuviese que preocuparse por eso. Eso sí, le debía una. O quizás dos. 

God Knows | MaylorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora