La curiosidad mató al gato... ¿Yo terminaría como él?
*
—Antes de que te desate debes jurar me que jamás le contaras a alguien sobre todo lo que te sea revelado —sentenció. Me tragué el nudo en la garganta y solo atiné a dar un asentimiento con la cabeza.
—Iré por el libro —comentó Emiliano. Al igual que el hombre que tenía enfrente de mí, él también llevaba puesto un smoking negro.
—Eres hermosa —me volvió adular—. Et cadens in terram de arboribus, in utero crevit femina, y finalmente...
—No digas nada más —declararon los tres chicos al unísono.
Los pasos de Emiliano bajando las escaleras retumbaron por toda la habitación, cada paso era firme. Se posó enfrente del hombre y le entregó el libro.
—Mi nombre es Blaz Bach —se presentó, estiró sus piernas y se levantó. —¿Intentaron borrar su memoria?
¿Bach? Eso quería decir que era familiar de Devak. Pero físicamente los dos eran muy diferentes.
—¿Cómo no se me ocurrió eso antes? —refutó Devak con sarcasmo.
—Solo estaba preguntando —respondió con fastidio Blaz. —No puedo leer sus mentes idiota.
—Es sentido común imbécil.
—Bueno, ya —interrumpió Blaz y prosiguió: —Como ya expliqué anteriormente, debes jurar que no le dirás a nadie sobre lo que viste y lo que te será revelado —demandó firme—. Será un pacto de sangre.
Mis ojos se abrieron sin comprender.
—¿Creíste que bastaría con decir que no le dirías a nadie? —se burló Areu. — Los humanos tienden a decir los secretos después de un tiempo. No son capaces de guardarlos por voluntad propia.
—Areu tiene razón —apoyó Blaz—, no puedo correr el riesgo de que abras la boca. Pincharé tu dedo con esto —me mostró una daga parecida a las de Areu—, tu sangre caerá sobre el grimorio y así estará sellado nuestro pacto.
Sujetó la punta de mi dedo con amabilidad y me desató la mordaza.
—Tienes que decir que por ninguna razón revelarás lo que hoy se te ha confiado, siendo así, que faltes a tu palabra. El grimorio decidirá tu castigo —me dijo.
Inhalé y exhalé. Mi boca se abrió, una gota salió de mis ojos y resbaló por mi mejilla derecha.
—Leila Loughty jura mantener los secretos que hoy le serán revelados. Nunca decirle a alguien más sobre lo que ha visto y verá... Con la condición que nadie toque a mi familia. Si llego a revelar algo, el grimorio se encargará de mi castigo —proclamé. Presioné mi dedo anular contra la daga, una gota resbaló por esta, el libro se abrió en una hoja donde estaban escritas unas palabras y comprimí el dedo con la hoja; dejando la marca de sangre en esta.
Encaré a los cinco hombres en la sala. No sé qué significaba esa mueca en la cara, pero todos la tenían... Parecían fascinados, solo Devak volvió la mirada hacia mí y humedeció el labio inferior, como si estuviera saboreando a su presa.
—Glorioso —musitó Blaz—. Has puesto este pacto a tu favor y como premio aceptaré dicho convenio, con la condición que no escaparás de nosotros. — Sin darme la opción de rechistar se cortó con la daga y puso su sangre en el grimorio, el cual ya tenía más palabras en la hoja.
—Ahora quiero respuestas —exigí—. También desaten me, no es necesario tanta seguridad —resoplé.
—No tienes derecho a exigir... Estás aquí por tonta —me regañó Devak.
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EL PECADO DE LEILA
FantasyLos cuervos eran la señal de que ellos estaban cerca. * Greamunt. Un pueblo envuelto por inmensas montañas y cerros, rodeado de un bosque frondoso y misterioso. Desde niña, la idea de que estuviéramos en el bosque...