Los ojos son la ventana del alma... Pero él parecía no tener una.
*
Un poco aturdida por la información que tenía que procesar preferí sentarme al lado de Violet. Luck tomó asiento enfrente de nosotras y mi padre a un costado del abuelo.
La cena no estaba lista y todavía me faltaba una hora para cumplir el plazo del tiempo que me dieron los chicos, tenía demasiada hambre. No había comido nada en todo el día y sentía que algo taladraba mi cabeza.
Nuestros primos se llevaban un año de diferencia con nosotras y entre ellos igual. Herman era el mayor de los dos, el pelirrojo cursaba el segundo año de preparatoria, pero mi tío vivía en la ciudad y ellos asistían a una escuela diferente a la que todos los demás primos acudimos. Los abuelos no estaban de acuerdo con esto, al parecer asistir al "Instituto Privado de Greamunt" era algo obligatorio para la familia. Meyer era dos años menor que yo, su cabello castaño igual que el de su madre.
Sentí un pellizco de mi prima.
—Auch, eso duele —me quejé mientras me sobaba el hombro.
—Eso es por irte de la fiesta sin avisar.
—Me dejaste sola y Kara estaba engullendo a Caleb, ¿Querías que viera como se manoseaban en medio de la pista?
—No, pero te hubieras despedido, nos preocupaste.
Tenía un punto.
—De acuerdo —me incliné hacia ella y alcé el dedo meñique.— Es una promesa. No volveré a irme de una fiesta sin avisar.
Unimos nuestros dedos y ella sonrió, pero esta le duró poco, pareció recordar algo y después de dudar un poco, finalmente me dijo lo que la estaba mortificando.
—La volví a cagar —enfatizó con decepción.
Todos ignoraban nuestra conversación, mi hermano estaba conversando con nuestros primos y los adultos hablaban sobre la empresa familiar.
—¿Qué ocurrió? —me concentré en ella.
Un suspiro decepcionante salió de sus labios y sus orbes azules me pedían ayuda.
—Tuve nuevamente la oportunidad con Angelo y, te digo que mierda pasó—hizo una pausa frotándose la sien—. No pude responder —se encogió de hombros y extendió sus brazos.
—¿Por qué no pudiste hacerlo? —la abracé y empecé a jugar con su cabello.
—No lo sé, tengo miedo a que me lastime, pero sus ojos no muestran perversión. Me habló claramente y dejé que mi oportunidad se me escapara de las manos por cobarde.
—Oye —la llamé, tomé sus mejillas en mis manos e hice que me mirara.— Podremos estar locas, pero jamás seremos cobardes.— Arriésgate, si sucede algo, Kara y yo estaremos para tí como siempre. Disfruta tu enamoramiento, no quiero que te arrepientas por no intentarlo. La Violet que yo conozco no estaría lamentándose en estos momentos.
—Estaría cogiéndose al italiano sin piedad —me interrumpió.
No pude contener la carcajada, ella alzó las manos con inocencia.
—Es la verdad, ambas lo sabemos.
—Por supuesto.— Le di un golpecito en el hombro.
La comida llegó, los ayudantes del abuelo trajeron el platillo de cada integrante. Moría de hambre y en cuanto pusieron el plato delante de mí, no dudé en atacarlo.
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EL PECADO DE LEILA
FantastikLos cuervos eran la señal de que ellos estaban cerca. * Greamunt. Un pueblo envuelto por inmensas montañas y cerros, rodeado de un bosque frondoso y misterioso. Desde niña, la idea de que estuviéramos en el bosque...