Capítulo III

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[Ella narra]

Han sido las horas más largas de mi vida, no he podido conciliar el sueño ni un minuto y recién llevamos 5 horas de viaje, no he querido mirar mucho la carpeta que me entregó Mycroft, sólo he estado mirando por la ventanilla, mar, no hay nada más que agua y agua y más agua.

Quizá si el avión cayera no sería nada malo, finalmente Sherlock de una u otra forma sabría que estoy muerta y yo no tendría que vivir con todo el dolor que significa dejarlos y no estar para protegerlos. Pero eso es lo más egoísta que se ha cruzado por mi mente. No sé qué planes tendrá Moriarty para mi, espero que con fingir mi muerte y desaparecer sea suficiente. Pero lo que realmente temo es en los planes que tendrá con ellos, si se le ocurre si quiera tocarles un pelo, lo encontraré, como sea, pero lo encontraré.

Me distrae de los pensamientos, al acercarse, una de las azafatas, afortunadamente no era la que me recibió en la sala de embarque. Me ofreció desayuno, para la primera clase hay todo un buffet, sólo acepté una barrita de cereal y un té Twinings negro.

Me propuse leer todos los documentos.
Luego de unos minutos leyendo, aprendo unas cuantas cosas de "la nueva yo" y me percato de que mañana tengo que presentarme en el FBI, ni si quiera es una entrevista, ya está todo arreglado para quedarme. Tengo que reunirme con el jefe de la división, Aaron Hotchner.

En donde me quedaré, está a unos cuantos kilómetros del FBI, espero que haya buena locomoción. Un hombre del "ejército de Mycroft", como me gusta llamarlo para que se moleste, estará esperándome en el aeropuerto y me trasladará a la casa.
Cierro la carpeta y me dispongo a descansar, quedan 3 horas y media de vuelo y necesito dormir un poco.

La azafata me acercó una manta, en respuesta a mi petición, me puse audífonos para escuchar música y al cabo de unos minutos había logrado quedarme dormida.

Sherlock estaba ahí, mirándome desconsolado, y yo estaba en lo que parecía un ataúd. Pero no soy yo, estoy mirando la escena desde algunos metros de distancia. De pronto la mirada de Sherlock se cruza con la mía, se acerca furioso y descompuesto, me toma por los hombros, me mira y estaba llorando,

-Estás viva?! Cómo es posible?! me estoy volviendo loco, no puede ser, tú estás en ese ataúd!- me grita muy confunfido.

-Sherlock, yo... por favor, hay mucho que explicar- él no hace nada más que mirarme, decepcionado se da media vuelta y comienza a irse rápidamente.

-Sherlock! Sherlock no te vayas! No te vayas, espérame! Sherlock!- intento correr, pero no puedo, me estoy desesperando.
SHERLOCK!

De un salto despierto de esa terrible pesadilla, me quedo con una sensación horrible en el cuerpo. Vi la hora y ya estamos a 10 minutos de aterrizar. Por lo que guardé mis documentos y me dispuse a esperar el desagradable momento del aterrizaje, odiaba esta parte del vuelo.

El viaje en avión había llegado a su fin, por lo que saqué mi maleta del compartimento y me dirigí al sector de entrega de maletas más grandes en el aeropuerto. Fueron varios minutos esperando mis cosas, pero una vez teniéndolas, fui a la salida del aeropuerto. Habían muchas personas con letreros de a quién esperaban, pero logro identificar al hombre de Mycroft, porque como de costumbre, vestía un traje impecable y estaba cerca de un Audi A4 negro, que son los que Holmes ama.

-Buenas tardes señor... Callahan- demoré unos segundos en recordar el nombre que estaba en los documentos.

-Buenos días señorita, aquí son recién las 11 de la mañana, ya se acostumbrará, no se preocupe- claro! Son 5 horas de diferencia, ay querida qué te está pasando, detalles como estos son importantes, necesitas tu cerebro de vuelta.

Dos vidas, dos genios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora