2 horas antes del Eclipse
¿Era aquella sensación de angustia y opresión que sentía en mi pecho lo que se experimentaba al ser traicionada? ¿O eran las manos temblorosas y empapadas en sudor lo que me delataban? ¿Podía un corazón romperse? Quiero decir literalmente, porque, después de todo, no sabía cómo mantener unidas cada una de las piezas que se me habían ido cayendo por el camino con cada muerte y decepción. No sabía qué motivos aún tenía para seguir combatiendo en una lucha en la que estaba sola. Aunque quizá nunca haya sido mi lucha.
Me desperté con la boca seca y con un fuerte sabor a sangre y hierro en los labios, no conseguía abrir plenamente los ojos y algo me lo dificultaba, aunque no notaba ninguna venda ni correas, tenía los brazos y piernas libres y no palpaba ninguna contusión nueva en mi cuerpo, gracias a Dios, pues aparte del adormecimiento de mis extremidades no me sentía tan mal. Destellos de luz y sombra se colaban entre mis pestañas y no entendía bien que podía causarlos hasta que mis dedos tocaron algo rígido, frio y curvo. Barrotes.
Cuando por fin se desvaneció la espesura delante de mis pupilas me quedé atónita y desconcertada. El olor fragante de las hojas de los pinos me indujo relajación durante unos instantes. Pero, ¿barrotes y pinos?
Me encontraba en una jaula de tamaño mediano con barras solidas pero no muy gruesas, podía ver perfectamente lo que había a mí alrededor, y por mucho que hubiese querido aquellas vistas en cualquier otro momento de mi vida, en ese instante desee no haber nacido. La soledad invadió mis pulmones y no respiré aire sino angustia. Me encontraba en una explanada de hierba poco alta y verde oscura, apenas veinte metros desde donde me encontraba empezaba una línea de árboles inmensos y frondosos que se erguían a mi alrededor formando un círculo perfecto. Podía intuir a la perfección que la jaula estaba colocada milimetricamente en aquel punto. Y que algo en el espacio apuntaba directo hacia a mí.
– ¡Eh! ¿Hay alguien ahí? ¡Sois unos inútiles! Si pensabais que dejarme en mitad de la nada me intimidaría, ¡lo habéis conseguido! – grité con toda la fuerza que pude al mismo tiempo que una risotada salía de mi garganta.
De pronto no pude controlarlo, y colocando la cabeza entre barrote y barrote empecé a reírme como nunca lo había hecho. Me reí hasta que un par de lágrimas solitarias brotaron de mis ojos y se convirtieron en un verdadero llanto de desesperación y penuria.
– ¿Vais a soltar a los lobos para que me devoren mientras los arboles miran? Ese sería un final apoteósico, pero si nadie lo puede ver... ¡Qué narices hago aquí! ¡Cobardes!
Y nada, durante media hora no escuché nada, aparte del canto suave de los gorriones y las hojas meciéndose al son de las copas de los árboles.
De entre los largos troncos de aquellos tristes pinos aparecieron cinco coches negros calcados y relucientes, frenaron en seco alienándose en diagonal a la perfección. Vaya ni que lo hubiesen ensayado.
Kaleb salió de uno de ellos, ya no llevaba la ropa mugrienta que habíamos arrastrado los últimos días, de hecho, parecía que había tenido tiempo hasta de ducharse y engominarse el pelo. Sucio traidor. Escupí al suelo con intención de quitarme cualquier resto de saliva suya que quedase en mi boca y después me agarré con fuerza a los barrotes intentando causar algún tipo de movimiento.
James y Siena salieron de otro vehículo y un puñado de hombretones que no había visto antes se bajaron de los otros cuatro coches blindados.
Siena vestía una larga falda negra y una camiseta del mismo color bastante ajustada, hasta desde la distancia en la que me encontraba podía ver que se había pintado los labios de un rojo oscuro que solo veríais puesto a Cruela Devil. ¿De verdad se habían arreglado todos para la ocasión? Es decir, ojalá les hubieseis visto, porque la situación me hizo mas de reír que llorar, literalmente iban de gala para el lanzamiento del Eclipse, o eso intuía que sucedería en poco tiempo. Pero lo más curioso de todo es que no me esperaba que fuese así, pensé que tendrían que esconderse en algún bunker o quizá irse al espacio y abandonar la Tierra a tiempo, pero no, allí estaban andando hacía mí a una velocidad no muy rápida, desde algún punto del cielo hasta parecería que se acercaban a cámara lenta, esta situación se había convertido en un Reality show estaba segura. ¿Cámaras? Ya podéis salir, me he dado cuenta de todo.
– Entra Siena – dijo James cuando se hubieron acercado a mí lo suficiente, le pasó un maletín negro y un aparato que abrió la puerta de la jaula con un sonido electrónico que me puso la piel de gallina.
Instintivamente reaccioné y le pegué un puñetazo en la nariz que hizo que se tambalease hasta casi caerse, la sangre empezó a brotar de ella manchándole los dientes, parecía darle igual puesto que se recompuso sin problemas y me sonrió maliciosamente. Acaso se esperaban que iba a quedarme de brazos cruzados. La respiración se me aceleró ante la mirada penetrante del resto de hombres y de Kaleb, parecían estar concentrados en mí y orgullosos de haber conseguido llegar hasta ese punto de su miserable experimento.
– Creo que llegados a este punto no te queda otra que colaborar con nosotros – dijo abriendo el maletín y lanzando una mirada a James que se colocó el pulgar y el dedo índice en la boca y silbó en dirección a los coches.
Se me detuvo el corazón. ¿os acordáis de mis mejores amigos, Thomas y Scarlett? Pues sea la respuesta sí o no, allí estaban. Uno de los chofer se levantó para abrir las puertas traseras y de ellas salieron mis amigos, Scar se tambaleó y cayó al suelo de rodillas, parecía enferma y sin fuerzas, vi cómo Thomas la sujetaba de las axilas y la levantaba. Ambos miraron en mi dirección y en ese momento Scarlett escondió la cabeza en el cuello de Thomas para amortiguar su llanto.
– ¿Lo ves? Si vuelves a mover un dedo, están muertos. – en seguida lo entendí, no el hecho de que pudiesen matarles, sino que estaba acabada, hiciese lo que hiciese alguien moriría, alguien inocente. No tenía forma de salir de aquella espiral mortal.
Siena sacó un termómetro y me tomo la temperatura, también la presión en mi brazo y me inyectó de nuevo algo que no reconocí pero que no tuvo ningún efecto de inmediato. Me dejé hacer todo aquel chequeo médico sin preguntar ni moverme.
El siguiente en subir a la celda fue James, me miró de arriba abajo para después posar un dedo en su oído en el que imaginé que tendría un pinganillo.
– Está preparada, sabéis las coordenadas, no dudéis, estamos a punto de cambiar el mundo. Empieza la cuenta atrás.
Me encontré mirando a Kaleb desesperadamente en un último llamamiento de esperanza y ayuda, pero su reacción fue fría, aunque por un segundo la intensidad de su mirada se volvió cálida y por mucho que ya no me sorprendiera nada de lo que ocurría a mi alrededor lo que sucedió a continuación lo hizo.
"Sigue confiando en mí, por favor"
Escuché su voz en mi cabeza, pero sus labios seguían inmóviles, la escuché como cuando el Plomicuo se había comunicado conmigo para ayudarme a seguir sus instrucciones de cómo actuar y defenderme. Pero ahora no era el mineral lo que me había hablado, era él.
¿Era Kaleb igual que yo?
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EL ECLIPSE ✔️
Ciencia Ficción#PV2021 Hace exactamente cuatro meses los gobiernos de todo el mundo comunicaron a sus ciudadanos la llegada masiva a la Tierra de una lluvia de meteoritos, miles de pedazos de roca ardiente que afectarían a todos los continentes acabando con la v...