Primer Capítulo, Nada y todo

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Que sí, que se que las cosas van a seguir exactamente igual que ahora, pero aun así tengo algo de esperanza, todavía me queda una pizca de eso. De despertarte y pensar que hoy todo va a salir bien, esperanza que disminuye por segundo que pasa.

Subo a mi habitación. Cada vez quedan menos cosas ya que la ansiedad me hace romperlas. Me siento en la "cama" formada por una tabla de hierro y una sabana azul cielo de franela.

Minutos después llega mi madre y pega un portazo, cierra con llave. Y aquí estoy otra vez, encerrada en mi cuarto de paredes negras oscuras, con una cama, un armario de metal oscuro y un llavero.

No sé lo que abre pero no me importa. Con ellas rajo el suelo. Si rompo algo más mi madre me llevará a un loquero. Cosa que no me gusta, porque no estoy loca. Solo soy yo. Solo el negro de mi corazón, gritando a los cuatro vientos lo que le sucede.

~ Flashback ~

-Mami, me duele aquí.- Digo señalando mi pecho izquierdo.

-Se llama corazón cariño.

-Pero me hace sentir mal.

-¿Es algún chico? Es el amor pequeña, es lo mejor del mundo.

Me callo y sigo caminando, me duele como agujas clavadas en un trozo de la piel, tan fino y tan dañino, como el dolor que siento. No lo soporto, por cada latido, una sonrisa se disminuye, un temblor aparece. Por cada uno de mis latidos, el sudor se hace presente y el sol se esconde.

-Mamá me sigue doliendo.

-No es nada, no le hagas caso, es tu cabeza.

-¿Qué le pasa a mi cabeza mami?

-Es bastante imaginativa, no te preocupes.- Una lágrima resbala por mi suave mejilla. El corazón me va muy rápido.

-¿Es malo?

-Puede serlo.

~Fin de Flashback~

Empieza como siempre una lágrima, y luego dos, y así hasta que termino con un rio a mis pies. Me aceco a la pared fría. Me siento tan sumamente débil, tan pequeña comparada con la inmensidad del negro.

'Puede serlo'

Dos palabras que me traumaron tanto que me creía todo lo que me decían. Tan ilusa fui, tan ilusa soy

Así fue como estoy aquí empezando por 'Ven y te daré un caramelo' Y terminando con 16 rajas en la parte baja de mi barriga y 8 en el pecho izquierdo encima de mi corazón.

Tiemblo al volver a recordar esos dieciséis días. Dos semanas, dos días, cuatro horas y cincuenta y seis minutos hasta que me encontraron debajo del cobertizo, en un espacio tan pequeño, tan agobiante que también tengo claustrofobia, tan escaso de aire, que por las noches tengo que abrir la ventana del techo porque siento como si estuviera allí.

Y cada vez que oigo una voz de un tipo adulto me paralizo, cada vez que veo un caramelo me desmayo, cada vez que quieren tocarme grito, cada vez que me miran, corro y por eso estoy aquí. Porque tengo tal obsesión que no puedo pisar el suelo de la calle.

- LA CENA.

Paro de gritar, y me levanto, me pesan las piernas pese que esten tan delgadas como mi dedo.

Abro la parte de abajo de la gran puerta negra, y espero en cuclillas, una bandeja con platos de plástico y una botella de agua cae, sonando así un estruendo.

Lo cierro y veo... Veo el pasado concentrado en un plato.

Porque soy tan ilusa, llegar el punto que me utilizan.

'sube, llega a lo más alto que hayas llegado nunca, que cuando caigas, te va a doler como si el cielo se acabara'

Me decía Nana, mi cuidadora que se fue corriendo al ver mi interior.

'Te utilizan porque saben que tu dulce boca no va a pronunciar un no'

Y qué razón tenía ella, que la gente es tan egoísta que no ve los sentimientos de los demás.

Vivir para morir.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora