Serás mía.

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Lo observé incrédula no podía creer como era posible que cambie su actitud tan rápidamente.
Decidí hacer lo que me decía, así que me dedique a volver a la habitación. Al par que iba retornando podía observar aún más fotografías de él y su familia, podría decir que eran una familia bastante hermosa.
Unos minutos después de observar minuciosamente las fotografías pude llegar a la habitación y así como me había dicho Massimo, mis cosas ya se encontraban en el lugar.
Clasifique lo que iba a llevar a Venecia y mientras lo hacía apareció un hombre no mayor de 29.

— Ya veo que estás preparándote. Un gusto Laura, soy Domenico, te ayudaré en todo lo que necesites — Dice mientras ingresa a mi habitación.

— Así que tú eres Domenico, un gusto — Digo mientras vuelvo a preparar mis atuendos.

— Espera, ¿llevarás todo eso? — Dice mientras señala mis cosas —

— Supongo que sí, no puedo ir y quedarme desnuda o estar sin poder cambiarme — Digo sarcásticamente.

— A Massimo no le vendría mal eso — Dice mientras me guiña un ojo — Pero me refiero a que no entiendes lo que Massimo te ha pedido — Dice tomando mis ropas para analizarla — De hecho no, no lo entendiste. ¿Como puedes ir a Venecia vestida así? Estas loca mujer — Dice mientras me mira con horror —

No podía creer que le pareciera un completo horror mis ropas y eso que no ha visto mis calzados.

— Entonces, ¿Qué tengo que llevar? — Digo cruzando los brazos —

— Primero que nada dona el 95% de todas tus ropas y con el otro 5% irás vestida. Massimo te comprará lo que necesites antes de viajar — Dijo mientras el mismo se encontraba clasificándola — Ah, mira este vestido es hermoso, puedes usarlo. Ahora déjame ver los calzados — Dice mientras se acerca a ellos.

— Domenico...—

— ¡Por Dios mujer! — Exclama con desesperación Domenico —

— Es que la mayoría he dejado en la casa de mi amiga Olga — Trato de excusarme.

Después de un arduo trabajo por fin pude complacer a Domenico, no puedo negar me gustaba como combinaba mis atuendos. Pero me estresaba no tener nada, pero absolutamente nada de ropas.
Con Domenico bajamos a tomar un poco de aire ya que desde que habíamos llegado no había salido fuera de la casa. No podía negar que era bastante hermosa.

— Domenico — Dice apareciendo repentinamente Massimo — ¿Está todo listo? — Pregunta sin siquiera mirarme.

— Así es, completamente — Dice mientras se pone de pie para retirarse.

— ¿Tienes pensado ignorarme todo el día? — Pregunto mientras lo observo sentarse.

— Saldremos dentro de una hora aproximadamente — Dice para luego observarme — Te ves hermosa — Dice mientras me mira minuciosamente.

No pude evitar sentirme bien mientras me decía eso, pero no iba a permitir que el viera eso. Así que no aparte mi vista de el.

— Tú también te ves bien Don Massimo — Digo mientras lo observo con una pequeña sonrisa.

— Referente a lo que paso en la biblioteca, quiero aclararte que este viaje no es de negocios. Es un viaje para nosotros dos. — Dice mientras se coloca las gafas.

Todo a este hombre le quedaba perfecto y estaba una vez más confirmado eso. Luego que aquella aclaración Massimo confirmó algunas cosas más y nos dirigimos para subir al auto.
Al subir pude observar que íbamos escoltados por dos así que asumí que Massimo era una persona bastante importante en Sicilia.
Mientras nos dirigíamos al aeropuerto Massimo se había encargado de explicarme los pequeños lugares de cada rincón de Italia.
Una hora más o menos después habíamos llegado al aeropuerto, justo frente a aquel gigantesco jet privado. Pude sentir como todo mi cuerpo comenzaba a temblar.

— No voy a subir a esa cosa — Digo mientras me aferro inserviblemente a mi asiento.

Observo como Massimo se baja del automóvil para dar unas instituciones a lo cual veo que aquellos enormes escoltas se dirigían hacía donde me encontraba.

Abrieron la puerta y sin dejarlos entrar hice lo posible para que les sea imposible poder alzarme o hacer cualquier cosa, así que después de todo, mi esfuerzo no funcionó. Una vez dentro de aquel lujoso jet, Massimo se adentró tomando asiento justo frente a mi.

— Hasta enojada eres hermosa Laura, ¿Sabes que he extrañado de ti? — Pregunta mientras me sonríe de una manera pícara — Tus gemidos.

Este hombre esta bastante loco, odiaba que me hiciera recordar de aquel suceso.
Se levantó de su asiento para poder quedar justo frente a mi.

— Sigo pensando que eres ardiente nena — Dice mientras sus manos van posicionándose en mis hombros.

Me tensaba sentir su cuerpo, pero esa tensión me encantaba. Me gustaba sentir su aroma y saber que era el.

— Massimo...— Digo mientras siento una de sus manos acariciando mis senos para luego bajar.

No dijo absolutamente nada y siguió en su juego, no apartaba mi vista a lo que el se encontraba haciendo.

— Serás mía —

Serás Mía |Massimo Torricelli|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora