La hermosa muñeca que me habían regalado, hacía unos segundos en navidad, estaba a mi lado en la cama, que ahora también era suya. Jamás me había gustado tanto una muñeca. A decir verdad, dos años atrás, cuando mi último novio me abandonó diciendo que yo no era suficiente, dejé estrictamente prohibido a todos, regalarme nada que se pareciera a un oso de peluche o una muñeca, pero esta tenía algo extraño en su mirada. Algo extrañamente cautivante.
―Te quiero ―habló mi muñeca, entonces me di cuenta que llevaba un sonajero.
―Yo también te quiero ―contesté―, tú serás mi única amiga ―prometí.
Me había enamorado de ella sin saber por qué. Acaricié su cabello, cerré mis ojos para dormir y la acurruqué a mi lado sabiendo que mi muñeca no tenía vida.
Los días pasaron y ese verano fue mi única amiga. Pero llegó la hora de volver al colegio y tenía que dedicar tiempo a los estudios. Mis compañeras también volvían de vacaciones y quedamos en juntarnos un día antes del colegio para tomarnos un helado.
Cuando volví a casa esa tarde, me encontré con una escena que me sorprendió. Mi muñeca estaba sentada en mi escritorio mirando por la ventana, con expresión entristecida. La tomé y la llevé a mi cama para dormir.
Esa noche, soñé con mi muerte, era extraño, no soñé con mi funeral, si no que con mis últimos segundos de vida. Me perseguían, no logré ver quién era, ya que en ningún momento me volteé, llegué a un precipicio y, o saltaba o me mataban, de todas formas moriría... No tenía escapatoria. Me volteé y miré al espeso bosque a mis espaldas. Las llamas estaban a punto de alcanzarme. Si no era el fuego o el precipicio... Mi cazador me mataría.
El sol en la cara me despertó. Me giré asustada para abrazar a mi muñeca. No estaba a mi lado. Desesperada, me bajé de la cama para buscarla, pero no la hallé. Me agaché, con la esperanza de encontrarla bajo la cama. Una punzada de dolor en el pecho, hizo que cayera nuevamente en la cama. Entonces la vi... Estaba justo frente a mí. No la había visto, la miré con algo de miedo.
El día avanzó muy rápido, era el primer día de clases y no hicimos mucho. Salimos temprano del liceo y llamé a mi madre para avisarle que pasaría a comer algo con unas amigas y volvería a casa luego.
Cuando entré, me esperaban en el salón, aterrados. Mis dos hermanitos lloraban abrazados a papá y mi hermanita se aferraba a mi madre. Mi padre soltó a mis hermanos para pedirme que lo acompañara.
―¡¿Por qué?! ¿¡Yo no soy suficiente!? ―se escuchaba una enrabiada voz en mi habitación.
Miré a mi padre aterrorizada. Abrí la puerta, sin saber con qué me encontraría.
―Te quiero -dijo, mirándome, con la misma voz dulce de la primera noche―, pero ¡te quiero mía! ―agregó enojada.
No supe qué hacer, mi habitación estaba rayada por todas partes con un labial rojo. En todas las paredes decía ''te quiero''. Mire a mi padre queriendo llorar. Pero ya no estaba. Bajé las escaleras y estaban todos en la mesa de comer, con la cabeza vuelta hacia atrás. Me acerqué con cuidado.
―No era mi intención ―se disculpó la chillona voz de Amaranth, mi muñeca.
Los miré detenidamente, todos tenían una herida que sangraba en el corazón.
―Te quiero. ―Sus ojos se tornaron azules y su boca de sangre, y las chispas de odio de sus ojos quemaron por completo la casa.
―Cómo pudiste... ―murmuré cayendo al piso, ahogada por el humo.
Cuando abrí los ojos estaba en una habitación completamente blanca como nubes de algodón.
Estoy aquí desde entonces. Mi pieza son cuatro murallas. La puerta ha desaparecido, solo hay una ventana con rejillas. Ellos vienen a buscarme. Me sientan en una silla. Quieren saber lo que pasó. Por qué el fuego. Por qué asesiné a mi familia. Por qué no suelto mi muñeca... ni siquiera porque está rota. Tienen miedo. Me tienen miedo. Yo lo sé...
Por la noche, las paredes me hablan. Y Amaranth, celosa, repite una y otra vez: "te quiero".
El tic tac del reloj suena muy cerca, cada vez más cerca. Yo me río porque eso significa que muy pronto viene el final. Amaranth pinta las paredes con miles de "te quiero"... Y me culpan. Y me amarran. Y no quiero estar aquí. Pero no me dejan salir. Los aterrorizo. Y me río de ellos. Me río de todos. Dicen que estoy loca, pero no soy yo... Es Amaranth... Y las paredes blancas lo saben. Es ella. Siempre fue ella. Yo solo sigo mis instintos, por eso la mantengo conmigo. De otro modo, ella los mataría a todos...
Pero ellos no lo entienden y me sujetan... Y yo grito. No me escuchan.
-Cálmate, Kate -me dice uno de esos hombres mientras afirma mi brazo para inyectarme y otro quiere arrebatarme mi muñeca. Si lo hacen estaremos todos perdidos.
El reloj suena cada vez más cerca. Amaranth no está conmigo. Me la quitaron. Ahora ella está enojada. Y yo sé lo que pasa cuando ella se aleja de mí.
Intento zafarme, pero no puedo, ellos son más fuertes que yo. Pero no más que Amaranth, que le corta el cuello a uno de ellos. Los otros dos me sueltan. Yo caigo al suelo y me arrastro hacia atrás. Mi muñeca gira su cabeza y repite su eterno sonsonete. Los hombres, aterrados, no saben qué hacer. Me miran con pavor.
La muñeca llega a mi lado. Yo la abrazo. Es la única forma de calmarla.
-Te quiero -dice una vez más.
-Yo también -respondo mirando a los enfermeros que no saben qué hacer.
Les sonrío. Ahora todo está bien. El reloj dejó de sonar. Todo está en paz. Ellos me miran desconcertados. Ahora creen en todo lo que les he contado. Ahora lo entienden y pertenecen a mi mundo.
-¿Por qué me miran a mí? ¿Si ustedes son los locos? -pregunto justo antes de dormir.
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"Paredes Blancas" por El Cuervo de Poe es una cancion que me atrae, me llama la atención. Me gusta.
-@KarolinaAsgard
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Queremos Escuchar tu Melodía
General FictionPronto se escucharán los cascabeles y se verán las imágenes coloridas que llaman al sendero de papa Noel y otras tantas tradiciones. Aquí en la Inquisición Wattpadiana celebramos la navidad como cualquier hijo de vecino; pero se nos ha ocurrido un c...