Prólogo

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Sintió por cuarta vez un golpe sobre su mejilla, ya enrojecida. La mano de su madre se encontraba de la misma manera de tanto empuñar con fuerza, cada golpe sonaba como azotes sobre la piel. Él se encontraba ahí, de pie en medio de la sala, quieto, con la cabeza ligeramente inclinada hacia su derecha por el golpe, su bolso de la escuela en el piso a solo unos pocos pasos de sus pies. Su ropa estaba completamente arrugada y descolocada.

El sol aún iluminaba la casa casi por completo, el rostro de su madre estaba tenso y lo observaba a solo unos pasos con un gesto de rabia y desagrado. En el aire se lograban escuchar sus tacones anchos moverse de un lado a otro alrededor de la sala. Podía notar desde su posición como ella negaba con la cabeza y sus ojos cristalinos y algo enrojecidos por la rabia, amenazaban con gotear lágrimas.

Esa tarde luego de la hora almuerzo se había escapado de clases para encontrarse con un chico que iba en un nivel más alto que él, llevaban compartiendo algunas miradas semanas atrás y algunas conversaciones sin sentido, el chico le gustaba, pero no estaba seguro porqué.

Tan solo el día anterior aquel muchacho se le acercó proponiéndole encontrarse al día siguiente en los baños más alejados de las aulas y SeokJin no dudó ni un segundo aceptar aquella invitación.

Estuvo ansioso toda esa noche imaginando qué decirle, cómo confesarse, imaginando su respuesta. No supo qué rostro poner cuando el chico, más alto que él, cerró con seguro uno de los cubículos donde se escondían.

Su cara enrojeció cuando estuvieron más cerca de lo que nunca antes habían estado, se sentía eufórico, aún más cuando por primera vez besó a un hombre.

Sus labios hormiguearon y temblaron mientras que sus roces se hacían más profundos, de imprevisto sintió un fuerte agarre que lo acercaba al cuerpo junto a él. Sintió su espalda apoyarse contra la puerta del cubículo mientras sus manos avanzaban por la mandíbula del chico, acariciando con timidez.

Pudo notar como poco a poco su camisa era jalada fuera del borde de sus pantalones. Unas tibias manos se adentraron a acariciar su espalda baja con deseo. Su jadeo se hizo más evidente con cada beso, sus caderas no tardaron en comenzar a chocar entre ellas, algo dentro de su ser le decía que quería continuar más allá, que no le importaba en qué lugar se encontraban.
Sus caricias eran cada vez más profundas y sus intenciones coincidían mientras desabotonaban con desesperación sus prendas.

Sus rostros se desfiguraron al momento de oír como alguien entraba. Un par de pasos se fueron acercando a ellos terminando con algunos golpes que inundaron el silencio alrededor.

Los habían encontrado con sus ropas a medio poner, braguetas abajo y marcas en su cuerpo en las zonas más expuestas. Los reprendieron a ambos teniendo como consecuencia la expulsión. La sociedad era bastante represiva con el tema, dos personas del mismo sexo tuviesen ese tipo de relación era mal visto especialmente dentro de una escuela solo para varones.

La madre de SeokJin estuvo a punto de arrodillarse frente a las autoridades de aquella escuela rogando que, por favor, no dieran a conocer el caso, que ese había sido algo aislado y que su hijo jamás había tenido ese tipo de conductas en el pasado, el castaño sintió remordimiento, decepción de sí mismo por haberle fallado a sus padres, sus ojos se aguaron, pero no permitió que escapara ni una sola lágrima.

La tarde cayó rápido y apenas escuchó a su padre comenzar a introducir sus llaves para abrir la entrada de su casa, se arrodilló frente a él apoyando su cabeza en el piso, llorando y pidiendo perdón, esperando lo peor.

Su rostro esa noche a penas lo dejó dormir por los moretones rojizos que lo decoraban de una manera nada agradable. Su padre lo había golpeado, todo ese orgullo que alguna vez sintió por él desapareció y SeokJin estaba completamente consciente de eso.

Zaino [NamJin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora