Capítulo III: No te tengo miedo, lobito.

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Capítulo III: No te tengo miedo, lobito.

El aire se sentía denso alrededor de las dos personas que allí se encontraban.

Wayne, el licantropo que en posición de defensa estaba dispuesto a luchar, veía a Fénix con un poco de admiración por la tenacidad de su raza para entrar a un lugar.

En cambio, Fénix observo un momento a aquel animal viendo si no tenía rabia.

—No te tengo miedo, lobito.—La chica pelinegra de intensos ojos de color rojo miraba al licantropo que analizaba atentamente todos sus movimientos—Eres sólo un saco de pulgas, perro mugriento.

Wayne se ofendió por el comentario transformando su cuerpo en su forma humana, su desnudez se hizo presente para la pelinegra que lo miró con morbo.

—Eres un perro, pero estás bueno.

—¿Qué hace una chupasangre en el territorio licantropo?—El hombre castaño de ojos marrones la veía de forma despectiva.

No era un secreto para nadie que si alguna de las razas era el motivador del odio de todos los licantropos esa era la raza de los vampiros, que no eran más que unos chupasangre que creían ser los dueños y señores de todos.

—Cariño, créeme si fuera por mí ni me pasará por este apestoso lugar, pero busco a alguien y no tengo tiempo que perder.

La vampira en un movimiento rapido ya se encontraba pasando por el lado del chico que sorprendido y a la defensiva trató de detenerla.

Fénix sabía que ya no podía utilizar aquel poder extraño que había aparecido anteriormente, pero igualmente estaba dispuesta a luchar para salvar su pellejo.

Una batalla entre ellos dos se iba a llevar a cabo hasta que los ojos de la chica se posaron en la espalda desnuda de Wayne.

—Uh, pues parece que no tuve que buscar mucho después de todo.

La chica lo supo de inmediato, al ver la marca del símbolo de tierra tatuada en su espalda tal como ella tenía el sello de fuego.

—No sé de que hablas, a quién vienes a buscar o siquiera como traspasaste la barrera de las secciones, pero lárgate de aquí antes de que te destroce.

—Lobo bonito, si quieres me puedes destrozar de otra manera.—Fénix coqueta le guiñó uno de sus ojos haciendo a Wayne verla con indiferencia.

—¡Largate de aquí, Vampira!

Ya con hastío de que repitiera lo mismo cada segundo, Fénix se sacó la camisa de color negro que tenía quedando en un sujetador de igual color.

Wayne trató de alejarse sorprendido por la falta de pudor de aquella chica.

—No te asustes, no te voy a violar, todavía.—Fénix giró sus ojos riéndose de la actitud del chico—Sólo te mostraré esto.

Seguido a sus palabras Fénix se giró mostrando su espalda a Wayne, pero este no pudo evitar desviar sus ojos color tierra al trasero de la chica.

—Hey, guapo. Te estoy enseñando la marca de mi espalda, no mis atributos.

Wayne avergonzado miro lo que la chica le pedía ver y se sorprendió al encontrar la famosa marca de fuego relatada por los viejos de su raza.

El licantropo toda su vida le relataron sobre la leyenda o profecía de las que todos hablaban.

—¿Qué con eso?

Buscando a los cinco.© (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora