Capítulo 3

14 2 0
                                    

Tina corría como alma que lleva el diablo, mientras mentalmente se sermoneaba así misma por no haber considerado esa posibilidad.

Si consideraba que le quedaba bastante cerca de casa, para ella 20 minutos caminando no eran nada, y a medio camino de la universidad, qué más podría pedir para un trabajo.

Bueno quizá una sola cosa, que en estos momentos estuviesen contratando. Y quizá que la paga no fuera tan mala.

Cuando por fin llegó a donde pretendía se detuvo unos momentos para recuperar el aire, mientras se apoyaba en sus rodillas. Tina volteo a su izquierda cuando un riquísimo aroma a café y postres recién hechos salió de la cafetería Kowalskis.

Y no, no pediría trabajo ahí, aunque si no la consideraban para el puesto quizá si lo considerase.

Frente a ella estaba la pequeña librería que se encontraba situada a la izquierda de Kowalskis, esta tenía una gran ventana con el marco azul marino, desde la cual podías ver gran parte de los libros que almacenaba, y justo a su lado una estrecha puerta de color negro, con una pequeña ventana encima de ésta en forma de semicírculo. La pequeña librería era una construcción estrecha hecha de ladrillos color crema un poco descolorido.

Justo encima de la ventana, con grandes letras doradas, se podía leer "MACUSA'S bookshop". Si se lo preguntabas a Tina era un nombre bastante peculiar, pero tenía su encanto.

Siendo ella apasionada a la lectura, ¿cómo es que no había intentado aplicar por un puesto aquí?. Ya recuperado su aliento, se enderezó e inspirando profundamente abrió la puerta al pequeño establecimiento.

Sintió un escalofrió recorrerle todo el cuerpo de la emoción, a donde sea que mirase había libros, unos acomodados apretadamente en estanterías altas y otras que le llegaban a la cintura, otros apilados sobre las estanterías mas pequeñas en diminutas pilas y otros justo en frente en el escaparte de la ventana, estos siendo los más organizados.

Todo era un caos, pero por primera vez sintió que se trataba de un caos perfecto. Casi un sueño para alguien tan fanática de la lectura como ella.

Lo extraño era que no había nadie a la vista, por lo que frunciendo el ceño y carraspeando audiblemente dijo:

-¿Buenas tardes?- nadie le respondió.

Tina notó que el mostrador estaba hasta el fondo del local por lo que se dirigió, tratando de no derrumbar nada, hacia allá con mucho cuidado.

Cuando llegó se sorprendió de dos cosas, una: La librería bien podría ser algo estrecha, pero si que era bastante larga y la segunda: Que al lado del mostrador estaban dos personas, y por lo que parecía estaban discutiendo. Por las voces Tina deducía que se trataba de un hombre y de una mujer.

Cuando estuvo lo suficientemente cerca como para verlos procuró quedarse medio escondida detrás de una estantería.

-Esto no es posible Abernathy, la paga no es mala, ¡¡pero no estoy aquí para soportarte!!- exclamó irritada la chica, mientras escuchaba como si alguien hubiese pegado al mostrador con la mano abierta.

-No lo entiendo Mary...parecía que nos llevábamos bastante bien-dijo el hombre, un tanto nervioso.

-Pues claro que sí, eres mi jefe. Pero no pienso soportar esto más, búscate otra persona...yo renuncio- dijo la chica enfadada, mientras Tina escuchaba como unos pasos se dirigían rápidamente hacia ella. Al pasar junto a ella, Tina solo pudo ver a la chica de espaldas, era esbelta y de rizos dorados, por un momento pensó que se trataba de Queenie pero se recordó que ella estaba trabajando en la boutique en esos momentos.

Bien ahora resulta que su posible empleador gustaba de molestar a sus empleadas, tenía dos opciones: tomar el trabajo y dejarle muy en claro que no toleraría ninguna insinuación por su parte o irse y pensar en otra posibilidad.

Justo cuando estaba por dar media vuelta y salir del local, el tal Abernathy pasó por su escondite y profirió un pequeño grito nada masculino al notarla ahí parada.

Se trataba de un hombre bajo, de tez blanca, cabello marrón y ojos pequeños del mismo tono que su cabello. El hombre, quien era bastante pálido, se puso colorado mientras murmuraba:

-¿Escuchó todo eso?

-No, yo acabo de llegar- mintió Tina, aunque sabía que no lo había hecho de una forma muy convincente- quería preguntar si tenían un puesto vacante- dijo, mientras dirigía su mirada a sus converse blancos.

-Hmm... si, claro. Pues llegaste en el momento justo, estaba por poner un letrero de "Se necesita personal", si es que todavía estas interesada- dijo el hombre, claramente nervioso.

-¡Claro que me interesa!- contestó rápidamente Tina sin pensarlo. Y vaya que ya se estaba arrepintiendo.

-¿Cuándo puedes trabajar?- le preguntó Abernathy, mientras "acomodaba" un libro que estaba en una pila a su derecha, cuando solo lo volvió a apilar en la torre de libros.

-Ahora mismo, si lo necesita- dijo otra vez sin pensarlo, necesitaba controlar su boca.

-De momento no es necesario, puedes comenzar mañana- dijo Abernathy, mientras sonreía- Abernathy, ¿Con quién tengo el gusto?.

-Goldstein, Tina Goldstein- dijo, mientras le estrechaba la mano rápidamente, para después colocarla en el tirante de su bolsa.

Después de esa breve presentación Abernathy pasó a explicarle a Tina lo que esperaba que hiciera mientras estaba en la librería, su horario de trabajo y el sueldo. Este último sí que era bastante atractivo.

Pero tenía que tomar mucho en cuenta que, si algo sucedía que la incomodara, renunciaría lo mas pronto posible.

Por lo que salió de MACUSA'S con un trabajo, y una pequeña sonrisa, cuando ya entraba la noche. Y tarareando por lo bajo una de sus canciones preferidas de momento, se dirigió a su departamento. En donde la esperaría una impaciente Queenie, teniendo en cuenta la hora que era.

Justo cuando terminaba de pensar eso, escuchó como su celular sonó, lo saco de su bolsillo, había recibido un mensaje:

Queen:

Dónde rayos estas?! 

Coffe & teaWhere stories live. Discover now