Capítulo 5

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Tina había tenido un día bastante ocupado en la librería, tuvo que organizar todas las cajas de libros que habían llegado apenas esa mañana, y eso que fueron alrededor de 24 cajas.

Llevaba apenas un poco más de la mitad de las cajas una vez llegado el medio día, y ya era hora de su descanso.

Sinceramente cargar tantas cajas, bastante pesadas a su parecer, la habían dejado agotada por lo que decidió comer algo en Kowalski's que estaba justo al lado.

Tina esperaba que la cafetería estuviese algo llena, esperaba el olor a café recién hecho y a postres recién horneados, lo que no esperaba era que en cuanto abriese la puerta un pequeño animal se acercara rápidamente hacia ella.

Por un momento pensó que era una rata, y sintió miedo y algo de asco.

Pero se percató de que no se trataba de una rata sino de un hámster, o mas bien un mini hámster. Este en especial era de color gris en la parte de arriba. Tenía unos expresivo, y redonditos, ojos negros y unas orejas semi circulares entre gris y blanco. Antes de que saliera por la puerta Tina rápidamente se abalanzó sobre el mini-hamster y tomándolo cuidadosamente entre sus manos le dijo:

-¿Pero qué haces tú aquí?- su voz volviéndose ese tono típico cuando le hablas a una mascota muy querida, mas suave y dulce.

Tina acercó a la pequeña criatura a sus ojos, y no pudo evitar pensar que era la cosa más adorable que había visto nunca. Sin pensárselo comenzó a acariciarle levemente su pequeña cabecita grisácea.

Un leve carraspeo al frente de ella la devolvió a la realidad. Jacob, el nieto de la dueña de la cafetería, y aquel muchacho tan peculiar estaban parados frente suyo, mirándola con caras llenas de alivio.

Fue el chico de los ojos café azulado quien se acercó a ella levemente, como no queriendo alarmarla a ella o al mini-hamster, la verdad no lo sabría decir con certeza.

-Pickett... - fue todo lo que dijo, antes de tomar al mini-hamster de sus manos. Lo acercó a sus ojos y lo reviso minuciosamente, como buscando alguna herida. Cuando se hubo cerciorado de que el mini-hamster, Pickett al parecer, se encontraba bien, este se dirigió a Tina con una de las sonrisas más lindas que jamás había visto. Era una sonrisa típica de un niño pequeño, era puro sentimiento y felicidad.

Por algún motivo eso provocó en Tina una alegría repentina, de esas que llegan sin aviso, que te hacen sentir inquieto y capaz de correr por toda una cuadra con una sonrisita tonta en los labios, y se encontró así misma devolviéndole al muchacho una pequeña sonrisa también.

-¡Ejem!

Rápidamente Tina desvío su mirada hacia Jacob, quien miraba de ella al chico con una ceja alzada, había una cierta chispa de diversión en sus ojos.

-Hola Tina, ¿ya es tu descanso?

-Hola Jacob, si, por fin-le sonrío cansadamente.

-¿Quieres lo usual?

-Y también un croissant de chocolate, por favor- dijo Tina, mientras que por su visión periférica notaba como el dueño de Pickett se iba hacia las maquinas de café sin más. Por alguna razón se sorprendió al notar que estaba un poco decepcionada pues esperaba hablar un poco más con el chico o por lo menos por fin conocer su nombre.

Tina se sentó frente a la venta, como no había traído algún libro para leer, ni tampoco sus audífonos para escuchar algunas de sus canciones favoritas, solo se dedicó a observar fuera de la ventana hasta que Jacob le trajo su pedido.

-El croissant tardará un poco más porque apenas están saliendo del horno, pero de momento aquí tienes- le dice Jacob, mientras le deja su café y una tarta de frambuesa. Tina sonríe abiertamente, pues ese es uno de los postres favoritos tanto de Queenie como de ella.

-Gracias, Jacob, pero bien podría esperar por el croissant, no tengo prisa.

-Bueno es cortesía de la casa- murmura Jacob mientras le guiña un ojo y ni tratando de disimular le dedica una rápida mirada al dueño de Pickett sobre su hombro. Este solo se oculta torpemente detrás de la maraña de rizos castaños que es su cabello.

-O...kay- es todo lo que dice Tina mientras siente un leve cosquilleo dentro de su pecho.

Jacob la dejó y se fue con el muchacho al mostrador, el chico rápidamente comenzó a hablar con Jacob en voz baja.

Tina decidió poner atención a su comida, pero notó que había una inscripción en una de las servilletas.

Decía lo siguiente:

El pequeño se llama Pickett, muchas gracias por ayudarme a encontrarlo.

-Newt

Tina sonrió tontamente hacia su café, por fin conocía el nombre del chico. Al fin se quitaba un peso de encima, lo cual le pareció un poco extraño porque ni ella misma estaba consciente de que quería conocer el nombre de aquel muchacho con tanto fervor.

Newt.

Un nombre peculiar, pero por alguna extraña razón sentía que no había un nombre mejor para él. 

Coffe & teaWhere stories live. Discover now