Capítulo 4

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--Woow, así que tú eres el vicepresidente Jeon. Ese día no nos presentamos.-- Una sonrisa ladina surgió en los labios del pintor, mientras que el empresario mordió su labio inferior con levedad.-- Soy Kim Taehyung, uno de los dueños de esta galería, es un placer.-- pronunció lentamente, mientras miraba fijamente los ojos del contrario.

--Creo que no hace falta que yo me presente, ya sabes quien soy y, lo mismo digo.-- ambos estrecharon sus manos, sin despegar sus miradas un sólo instante.

Tanto Jeon como Kim parecían estar en un transe, Kim perforaba el alma del contrario pues miraba con mucha intensidad sus ojos y Jeon, quien se sentía desnudo frente a él, dejó salir un suave suspiro, apartando la vista después.

--Pues bien, tenemos trabajo por hacer.-- los largos dedos de Kim se deslizaron entre la mano de Jungkook, quien sostenía aún el cigarro, y se lo arrebató.-- En mi galería no se fuma, señor Jeon.-- como respuesta el mencionado soltó una pequeña risa ladina.

--Lo recordaré la próxima vez.-- Tae arqueó ligeramente su ceja y asintió.

--Está bien, entremos.-- exclamó después de deshacerse del cigarro.

Ambas figuras se adentraron en la galería, mientras más veía Jeon estaba más encantado con el trabajo de los Kim. Cada pintura parecía relatar una historia distinta, pero todas ligadas entre sí. Las diferentes técnicas del uso de pincel parecían estar presentes, dejando en claro el profesionalismo de ambos pintores. Todos los cuadros parecían hermosos y especiales, pero entre ellos había algunos que tenían algo que no sabría describir.

—¿Tú pintaste este cuadro? — cuestionó, dirigiendo su mirada al pintor con un brillo especial en sus ojos.

—Sí, ¿le gusta? —sonrió levemente, contemplando el brillo que emanaban sus ojos.

—Es interesante... Supongo que eres un romanticista nato, aunque tú estilo no encaje con el movimiento artístico, creo que el propósito de tus obras tiene un fin expresivo más que estético y aún así la estética es de excelente calidad.

—Vaya, es el mejor halago que he recibido. Me encanta el romanticismo, pero la estética romanticista no va conmigo... Supongo que las paletas de colores tienen que ver más con mi alma.

—Claro, alguien que usa unos pantaloncillos como esos debe tener un alma muy profunda. —dijo burlón, mientras miraba los pescadores con figuras de animalitos que vestía.

—Si tanta gracia le hacen mis pantaloncillos... —acercó sus labios a su oído. —¿preferiría que me los quitara? —susurró profundamente, causando que Jeon se estremeciera e, inconscientemente, mordiera sus labios.

—Si lo quisiera así yo mismo te los habría quitado, ¿no lo crees? —le miró desafiante, provocando una suave risa en el opuesto.

—Inténtalo si quieres, pero no será sencillo. —retrocedió unos pasos, seguido de la mirada del empresario. —¿Continuamos el recorrido?

—Uh, hagamos eso.— ambos siguieron caminando hasta llegar a la siguiente sala.—Esto... —se detuvo en seco.

—¿Qué ocurre? —el pintor se detuvo, mirando con curiosidad a su acompañante.

—Este cuadro es...— las palabras le fallaron, sólo atinó a mirar al pintor en busca de una explicación.

—Así es, ese es el empresario Jeon, quien estaba llorando en plena calle y se topó con un torpe pintor.

—¿Por qué? —parpadeó un par de veces, aturdido.

—Sólo me apeteció pintarte. ¿Hay algún problema con eso? —Jeon negó.

—¿Cómo es que añadiste detalles tan específicos de fondo, si acababas de conocerme?

—Es porque pude ver tus ojos.— Jungkook sonrió, luego negó con ayuda de su cabeza. —¿Qué clase de reacción es esa?

—Eres tan raro. —exclamó, dejando escuchar su risa.

—Pues gracias, es la segunda vez que lo mencionas. —la expresión del empresario cambió repentinamente a una más seria.

—Pero, pintor Kim, aquel día...—mencionó en un susurro—¿por qué siendo un artista tan reconocido decidió tirar de esa forma sus costosos materiales para correr hacia mí, a quien acababa de conocer? —el semblante del pintor se hizo más suave, dirigiendo una mirada de ternura hacia Jeon.

—El trabajo principal de un artista no es realizar una obra, es sentir, ser humano, y las obras vienen después, son un recurso que nos ayuda a humanizar a los demás. Si yo veo a una persona triste y simplemente paso de largo... Si yo hiciera eso no podría ser artista.

—Yo choqué con usted, y aún así... Se disculpó conmigo.— bajó su mirada. —Ya son tres.

—¿Tres?

—Que raro eres. —mencionó y volvió su mirada hacía enfrente.

Se mi lienzo y yo seré el pincel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora