Capítulo 1

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—Señor Jeon, hoy llega temprano al trabajo.— El mencionado intentó sonreír, consiguiendo sólo una mueca que dejaba en evidencia su desagrado hacia su secretaria.

—Uh.— Contestó apenas sin mirarla, para entrar así directo a su oficina. Escuchó un suspiro seguido de maldiciones entre dientes por parte de su secretaria, lo cual ignoró por completo, esa chica nunca había sido de su interés, aún cuando desde el primer día intentó coquetearle nada discretamente; sólo bastó intercambiar un par de palabras para que se diera cuenta que no era su tipo, era una chica superficial más, y a decir verdad, nada inteligente.—Más papeles.— arqueó ligeramente su ceja mientras daba una rápida inspección a éstos, que estaban sobre su escritorio.— Oye, ¿quién trajo los papeles?— cuestionó sin mirarla al mismo tiempo que los leía más detenidamente.

—Su tío…—Jungkook volteó enseguida, viendo con ojos entrecerrados a su secretaria.— Perdón.— La chica sonrió nerviosa, a veces Jeon podía ser bastante intimidante.— El presidente Kim lo hizo.

—Uhm.— Fue todo lo que pronunció al respecto, después de eso salió de la oficina en dirección a la del presidente, con un semblante molesto que, combinado con su típica seriedad, alertaba a todos los empleados a su alrededor para que no se acercaran a él.

Era interesante como su carácter frío hacía juego a la perfección con la elegancia que desprendía al realizar cualquier acción, incluso cuando simplemente caminaba. Había algo en Jeon que lo hacía extremadamente varonil, el sencillo maquillaje que suele llevar siempre en conjunto con su traje negro que hacía su figura estilizada y esas hebras negras que había dejado crecer por unos meses. Era evidente que más de una chica en la empresa se interesara en él, y no sólo en la empresa, fuera de ella era ese tipo de persona que te enamora aunque lo hayas visto únicamente una vez en toda tu vida, y que perdura en tu mente por mucho tiempo.

—Vicepresidente Jeon, ¿en qué puedo ayudarle?— Jungkook mordió su labio inferior levemente, intentando retener su furia.— ¿Es tan importante para que ni siquiera tocaras? —El presidente le mostró una sonrisa, que ante los ojos del contrario era asquerosa.

—¿Te estás burlando de mí?— pronunció detenidamente, con una voz más profunda de lo normal.— ¿No te bastó con destruir mi sueño? Ahora también vienes y me lo restriegas en la cara.

—¿De qué hablas?— Seokjin haciéndose el desentendido, no existía cosa alguna que molestara a Jeon más que eso.

—Esto.— le mostró los papeles que encontró anteriormente en su escritorio.— ¿Por qué no lo consultó antes conmigo, presidente?— una mirada escalofriante fue dirigida a Kim.

—¿Ya no soy más tu querido tío?— Jungkook soltó una pequeña risa irónica, amarga. —Lo hice precisamente por tí, le estoy dando una oportunidad al arte. Quizás eso hace falta en esta empresa, deberías estar emocionado porque nuestro nuevo comercial será grabado en la galería de los mejores pintores de Seúl: Kim Namjoon y Kim Taehyung. ¿Por qué luces tan molesto?

—¡¿Quieres saber por qué?!— las manos del menor cayeron bruscamente sobre el escritorio de Kim, dando un fuerte golpe.— Porque hace unos años le conté mi sueño a mi tío, mi única familia, y él se burló cruelmente de mí y me convirtió en algo que yo no quería ser.— los ojos de Jeon se cristalizaron, las palabras que salían de su boca eran como espinas que perforaban cruelmente su garganta. —¿Y ahora cambiaste de opinión después de insultarme por tanto tiempo?

—Jeon, mírate, eres un empresario exitoso; tienes dinero, fama, una gran casa, un buen auto, puedes tener lo que quieras ¿por qué me odias tanto entonces?— el ambiente se hacía cada vez más tenso, el menor se debatía entre si debía estallar o no.

—Es una pérdida de tiempo hablar contigo.— masculló dándose media vuelta para salir de la oficina.

—Tengo la esperanza de que después de conocer a los pintores te des cuenta cuán miserables son sus vidas, y abandones de una vez ese odio que me tienes por un sueño tan absurdo que merecía marchitarse. —Jeon sonrió, esas palabras simplemente le dejaron superado, sus mejillas eran mojadas por las gotas saladas que cayeron de sus ojos. No estaba dispuesto a hablar más con él, no quería escuchar la basura que éste escupía. Salió de la oficina y después de la empresa, tan sumergido en su dolor como para escuchar los murmullos que intercambiaban los empleados al respecto.

Se mi lienzo y yo seré el pincel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora