•TEAR ~ [JIKOOK]•

3. Cuando nada encaja

Era otra noche en la que Jungkook había intentado ser suficiente pero nada era realmente útil. Porque tan rápido como sentía que había avanzado en algo, retrocedía el doble, y volvía al mismo lugar que antes, y así había sido siempre, dando vueltas en círculos, perdiéndose, sin llegar a ningún lugar, sintiéndose tan vacío y despojado de sus sentimientos que nada se sentía bien, nada en su interior, nada en su alma si es que aún la conservaba.

Intentaba hacerle saber que estaba allí siempre y quizás de alguna forma notara lo importante que era para él, quizás luego de un tiempo, mágicamente, decidiera enamorarse de él, corresponderle esos sentimientos tan fuertes que le descolocaban hasta dejarlo sin aliento, pero no pasaría, porque Jungkook nunca sería lo suficientemente lindo para él, ni lo suficientemente inteligente, o lo suficientemente interesante para Jimin.

Lo único que podía hacer era ponerse en frente del espejo de su habitación y sentir asco de sí mismo, mientras esa sensación de caricias avejentadas se hacían latentes en él y se transformaban en cucarachas debajo de su piel. Su corazón se sentía pesado, tanto que ni podía escuchar los latidos, ni sentirlos dentro de su pecho al tocarlo. Tal vez estaba muerto en vida, y tal vez había terminado de morir, pero el reflejo en el espejo le decía que aún estaba ahí aunque sintiera lo contrario, y la sangre por sus brazos brotaba y se escurría entre las heridas hasta llegar a sus manos. 

Su cabeza se sentía liviana. Estaba mareado pero era reconfortante, porque un poco de dolor se hizo presente y repentinamente su piel ardía más que su pecho. Se daba asco, y cómo podía esperar ser amado si él era de esa manera. Jamás lo lograría.

Las lágrimas caían de sus ojos pero aun así sonrió un poco, porque era deplorable, era lamentable, y nunca dejaría de serlo. Todo estaba tan vacío.

Tomó toallas de papel y las posó sobre sus antebrazos para parar el sangrado y permaneció un buen rato con el papel sobre su piel hasta que éste se empapaba lo suficiente hasta quedar rojo y así lo retiraba y lo reemplazaba.

Poco a poco comenzó a sentir menos molestia, aunque si intentaba caminar sus pasos no eran del todo certeros. Tiró el papel manchado al tacho de basura, sus heridas ya sangraban menos.

Se sentó en su cama, mientras sus lágrimas ya habían desaparecido porque ya no había nada más para llorar. Sólo se preguntó si en algún momento lo extrañaría, si pensaría en él, porque él no tenía dudas de que Jimin siempre estaba en su mente, estancado en ella. Y cómo era posible sentirlo tan lejos cuando vivían juntos, cómo era posible sentir que tenían algo cuando en realidad no tenían nada.

Al final era otra noche donde Jimin estaba con alguien más y Jungkook estaba en su habitación sintiéndose solo, pensando que cada momento donde estaba con su amigo se sentía diferente, como algo único, pero ahí estaba él, roto y sin nada porque eso era él, y Jimin no estaba roto. 

Nada los unía, no se sentían igual. Era una ilusión en la que quería vivir mientras lo bueno duraba, mientras reían y se abrazaban o besaban, pero que pronto terminaba cuando la realidad volvía y Jimin no era de él, y jamás lo sería. Mientras que por otro lado, todas las imágenes, recuerdos de su pasado, aparecían como relámpagos en su cabeza y no importaba cuánto tratara de deshacerse de ellos u olvidarlos, sería imposible, porque era su realidad y no podía negarlo. Jamás dejaría de sentirse desagradable.

Para su fortuna, su celular sonó, y no era quien esperaba, pero sí le hizo sentir bien de alguna manera aquella llamada. Era su amigo Taehyung, diciéndole que necesitaba salir, que quería despejarse, y que Jin estaba en la misma situación, y pasarían por su departamento. "Espero no estés teniendo sexo con nadie, porque hoy es noche de solteros", le advirtió Taehyung. El pelinegro río un poco, y amargado dijo que estaba solo.