La furia de un Saiyajin

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— ¡Mamá! —escuchó la científica gritar a Trunks a lo lejos. Bulma se encontraba totalmente paralizada esperando a que aquel rayo tocara su cuerpo y llegara su fin.

Es verdad lo que dicen —pensó Bulma. Si era verdad; todo lo que has sido, lo que atesoras en tu corazón, los mejores momentos de tu vida, y las personas con las que has compartido tu vida aparecen frente a tus ojos en esas breves fracciones de segundo. Imágenes de momentos que Bulma guardaba en su corazón comenzaron a pasar frente a ella: Su infancia alegre junto a sus padres, la vez en que conoció a Goku, los viajes en busca de las esferas del dragón con él, Krilin, Yamcha, Oolog, Puar y el maestro Roshi; la boda de Goku y Milk... la ida a Namek, la primera vez que vio a Vegeta; las peleas incesantes con él, el primer beso que se dieron, la primera vez que hicieron el amor; la vez en que descubrió que estaba embarazada, el nacimiento de Trunks... y el útimo beso que le dio a su hijo en la frente...

— ¡Maldición! —gritó Vegeta al tiempo en que enfureció totalmente, le dio una patada a su oponente, se convirtió en super saiyajin y voló hacia donde estaba su mujer.

Goku fue más rápido; se zafó de los saiyajines que le rodeaban, se tele transportó exactamente al lugar donde se encontraba su amiga y la tomó por los hombros para luego tele transportarse a otro lugar.

El poder de la furiosa saiyajin se impactó en una de las paredes de Capsule Corp dañándola gravemente, pero gracias a la rapidez de Goku, su ataque fue fallido.

Vegeta sin embargo había perdido los estribos y se le había lanzado encima a Vania.

Bulma miraba atónita la escena a lo lejos; Vegeta golpeaba contra el suelo la cabeza de aquella mujer que se deshacía en risas de sarcasmo, como si tal acción no le provocara el más mínimo dolor y se divirtiera. La atractiva saiyajin que la científica había conocido en aquel planeta había quedado completamente atrás para ser reemplazada por un monstruo—. No... no lo hagas Vegeta... —susurró Bulma antes de desvanecerse en los brazos de Goku.

Trunks corrió hasta donde se encontraba su madre con Goku y la sostuvo al darse cuenta de que se había desmayado.

— Va a matarla —dijo Trunks horrorizado, refiriéndose a Vegeta. Comprendía a su padre, pues el también podía sentir la rabia arder dentro de su cuerpo por lo que Vania estuvo a punto de hacerle a su mamá pero, el chico de cabellos lilas estaba seguro que su madre no estaría de acuerdo en que su papá matara a esa mujer, ella no querría que ensuciara sus manos con más sangre, puesto que aquel saiyajin mercenario que fue alguna vez, había quedado en el pasado.

— No lo hará, no te preocupes Trunks —Goku se dirigió a donde estaba Vegeta con paso tranquilo ante las miradas de Krilin, Yamcha y Piccoro que aún seguían enfrentándose a los saiyajines que quedaban—. Vegeta, es suficiente —le dijo colocando una mano en el hombro de su ex rival. Sorpresivamente Vegeta se detuvo, dejó de estrellar contra el suelo a Vania quién no dejaba de sonreír y se puso de pie.

— ¡Vayanse! ¡Todos! ¡AHORA! —exclamó con su rasposa voz el príncipe de los saiyajines dirigiéndose a los pocos sobrevivientes del ejército que quedaban. Estos sin pensarla más tiempo comenzaron a subir a las naves en las que habían llegado—. Da gracias porque eres tan insignificante que no vale la pena gastar energía en matarte —le dijo Vegeta a Vania mientras se daba la vuelta para reunirse con su hijo y su desfallecida esposa.

Goku le echó un vistazo a Vania para asegurarse que no intentaría alguna otra cosa pero vio que yacía mal herida en el suelo y también observó a los saiyajines que ya encendían sus naves y comenzaban a escapar; todo había terminado y aunque no había sido un verdadero peligro para ellos había representado una breve conmoción de la cual el guerrero estaba seguro, podría bromear con todos sus amigos en un futuro. Goku siguió a Vegeta quién ya se encontraba al lado de su hijo.

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