24 de marzo.
Son casi las 4 de la mañana, no entiendo muy bien porque me despierto, hasta que me intento levantar y se me da vuelta el estómago. Me inundan las ganas de vomitar y corro al baño. Luego de eso, el sueño se me había ido, no había manera de dormirme, así que decido vestirme, tener un buen desayuno y ver si no me había quedado algo pendiente para hacer en las cosas de colegio. Pero a la hora de desayunar no pude comer nada, es como si mi estómago se hubiera sellado. La verdad es que me pareció un poco raro porque no como desde ayer en lo de Esteban, pero no me quiero hacer la cabeza, así que pienso que seguro me va a dar hambre más por la mañana y me llevo algo o dinero.
Desde ayer que no reviso el celular, seguro hay mensajes de Esteban, pero por ahora quiero priorizar lo que pienso y siento, y después ver que sucede, por lo tanto archivaré su chat y espero no cruzármelo en el colegio, aunque se que va a estar difícil.
Más tarde ese día.
Estamos saliendo de clases y le digo a mis amigos si pueden venir a mi casa, me dicen que no hay problema y vamos. A unas cuadras veo que se nos acerca Esteban e intenté evitarlo, pero no fue posible.
- Nosotros nos vamos a alejar un poco, para darles su espacio, ya saben. – Me dicen mis amigos.
- Leah, por favor, hablemos. Deja que te explique como son las cosas. Yo realmente te amo y no quiero que lo nuestro se termine por una bobada de estas. – Me dice Esteban.
- Por excusas como estas terminé mal, y vos si lo sabías, porque fui honesta. Así que no gracias, me voy. – Le responde y comienzo a caminar.
- Por favor, ¿cuanto te cuesta escucharme? Además fue un malentendido y sabes que te amo. Por favor. – Ni lo puedo terminar de escuchar que me comienzo a marear y tengo que sentarme.
Mis amigos notan que las cosas no estarían yendo muy bien y se acercan preocupados.
- Ok, este es tu momento de irte, nosotros nos vamos a encargar ahora. Cualquier cosa te mandara un mensaje, o quizás no. – Le dice Azu a Esteban un poco enojada. – Que suerte que no te dejamos sola, vaya a saber que pasaba. Ahora vamos a llevarte a tu casa. – Me dice.
Ya en mi casa nos ponemos más cómodos, me dan agua y les explico lo que pasó con Esteban.
- ¿Saben? Esta mañana me pasó exactamente lo mismo, pero vomité. No sé si esto con Esteban me estará haciendo bien.
- La verdad es que deberían tomarse un tiempo, y si él vuelve con esa estirada, no te ama realmente. – Manifiesta Azu, siempre con su buena lógica.
- Eso o estás embarazada. – Dice Aaron en broma, pero luego hubo un silencio incómodo.
- No, eso no es posible, sólo es estrés y todo lo que pasó, ya saben. Podría hacerme un test ahora mismo y sería negativo. – Les respondo confiada.
Luego de eso hubo otro silencio incómodo y decidimos ir a una farmacia, sólo por curiosidad, bueno, decíamos eso, pero yo ya estaba rezando. Mientras estábamos yendo nos pusimos de acuerdo por quien iba a entrar, pero al final llegamos a la conclusión de que Azu y yo íbamos a comprarlo. No se vería sospecho y no se sabría para quién es.
Lo compramos, regresamos a la casa y me hicieron tomar 2 litros de agua hasta que hiciera pis.
- Bueno, llegó la hora creo, ya no aguanto más, necesito ir realmente al baño o mis riñones van a explotar. – Manifiesto y me encierro en el baño hasta hacer lo suficiente en el test. Les dije que entraran y se quedaran hasta que se viera el resultado, porque yo no quería ni saber de eso.
Unos 5 min. después les dije que lo vieran porque no aguantaba más la intriga, Azu lo levantó y me miró. Le grité, ella gritó "ES NEGATIVO" y yo le grité "TENÍA RAZÓN AL FINAL". Sentí un alivio y una felicidad enorme. En estos momentos un bebé no sería lo más oportuno y menos con Esteban.
Luego de eso festejamos, compramos helado y algo de vodka, no nos importó que tuviéramos que ir al colegio en la mañana siguiente.
25 de marzo.
No sé bien que hora era, ni donde estaba, pero escuchaba un ruido infernal que no paraba y nadie lo callaba. Cuando pude acomodar mi cabeza en tiempo y espacio, me levanté y noté que era mi propio celular el que sonaba. Eran las 6:45 de la mañana, la alarma había estado sonando hace más de 1hs, al instante me di cuenta que íbamos a llegar tarde al colegio. Los levanté lo más rápido que pude y salimos corriendo, sin saber si estábamos olvidando algo o como nos veíamos exactamente.
El día pasó rápido, estábamos ahí sin saber que hacíamos muy bien, casi todas las clases nos dormimos y raramente no nos dijeron nada.
A la salida del colegio me sentía muy cansada y tenía un dolor de cabeza horrible, así que decidí irme directamente a mi casa y descansar. Ya llegando a la esquina Esteban se me acerca, lo único que me faltaba en este momento.
- Leah, sólo te pido que me escuches, un segundo. – Me pide casi de rodillas.
- Vamos Esteban, ¿Qué me vas a decir ahora? – Le respondo fastidiosa.
- Hablé con ella, si, pero, le dije una sola cosa. – Me le quedo viendo esperando su magnífica respuesta. – Pero si nos vemos es con vos, porque vos sos mi novia y yo te amo a vos.
- ¿Te volviste loco acaso? Yo no tengo nada que ver con ella. Me voy. – Le respondo enojadísima, porque encima de el dolor de cabeza terrible, tengo que lidiar con estas bobadas.
- No me digas eso, quiero hacer las cosas bien. Sólo piénsalo, ¿si? Te amo.
- Si, está bien, ahora me tengo que ir. Nos vemos.
Me fui casi corriendo, no tenía cabeza para pensar en esta ocasión. En cuanto llegué a mi casa, ordené mi pieza, comí algo e inconscientemente dormí hasta el día siguiente.
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Bonhomía
Novela JuvenilLeah es una adolescente que siente que puede pasar al mundo por encima, pero todo cambia con la llegada de una noticia, es necesario poner un cable a tierra y crecer.