Días pasados

1.1K 138 14
                                    

Hace 20 años

Una gran mansión que se sentía solitaria donde se escuchaban sollozos leves provenientes de la biblioteca saludaban a un niño de apenas siete años que llegaba de su jornada de estudio.
Tay hizo camino hasta el lugar de donde provenían los sollozos que se hacían eco a través del enorme pasillo por el que caminaba.
—¿ A dónde vas? — la fuerte voz de su abuelo lo detuvo, como pudo controló el temblor en su cuerpo que le impedía moverse.
—Tengo que ver a mi mamá — contestó simplemente ante la expresión enojada de su abuelo. Hace semanas que ni sus abuelos, ni  los empleados de la mansión lo dejaba acercarse a los lugares donde su madre se escondía estos eran principalmente su habitación y la biblioteca donde trabajaba su fallecido padre y extrañaba un poco el toque gentil que tenía su progenitora para con él a diferencia de sus abuelos que siempre mostraban esa expresión fría y distante. Y al escuchar los sollozos cada vez más fuertes el deseo de poder consolarla, darle a entender que no estaba sola lo impulsaba a seguir caminando con dirección a la biblioteca aun cuando su abuelo le prohibiera que se acercará aun más.

—Mamá — susurró cuando divisó a la  mujer con profundas ojeras que lloraba en una esquina de la biblioteca.
—Soy yo Tay — el niño se acercó despacio limpiando el rastro de lágrimas en el rostro de su mujer, pero la mujer formó un ovillo con su cuerpo, ahogando gritos con sus rodillas Tay sintió el jalón detrás de sí.

—Vete de aquí, no lo hagas más complicado para ella — su abuelo le dijo con voz severa, pero aún así no quería dejar el lugar junto a su madre, por lo que uno de los empleados lo saco practicamente a rastras del lugar.

— Por favor solo quiero ver a mi mamá — Tay rompió en llanto tratando de liberarse del agarre hasta que los gritos de su abuelo se escucharon por toda la mansión, Tay logró liberarse al fin corriendo de vuelta a la biblioteca encontrando a su abuelo que sostenía a su madre que convulsionaba entre sus brazos y pudo ver varias pastillas regadas por el piso.

— Te dije que no te acercaras, ves lo que hiciste — su abuelo gritó dejando al niño en una sola pieza ¿ el lo había provocado?

El funeral de su madre fue en especial doloroso, hace un mes que había despedido a su padre por distintas circunstancias pero ahora con ese pensamiento culpable de provocar la muerte de su madre no podía dejar de  llorar aún más, sobretodo porque su mamá era su familia más cercana, la persona que siempre le mostraba un rostro amable y le decía palabras amorosas, recordó un día en especial mientras lo preparaba para la escuela cuando su padre aún vivía.

" Mamá, ¿ tú amas a mi papá?" un pequeño Tay de seis años preguntaba sentado frente a la mesa del comedor.

" Claro que lo hago" sonrió su madre con gentileza "¿ por qué lo preguntas?"

" Nicky dice que sus papás van a separarse porque no se aman" comentó el pequeño Tay con seriedad y su mamá tuvo un acceso de risa al verlo enfrascarse en esa conversación como si fuese un adulto.

" Verdad que tú y papá no se van a separar" el niño dibujo el miedo en su pequeño rostro.

" Por supuesto que no, cariño"  "Siempre estaremos juntos" Su madre peinó con sus dedos un rebelde mechón al contestarle y le regalo una dulce sonrisa.

" ¿ Siempre vas a estar conmigo y con papá? Nicky dice que su mamá se fue de su casa y yo no quiero que te vayas" el pequeño Tay añadio con determinación a lo que su madre le respondió con un beso en su mejilla.
" Prometó que siempre estaré aquí con papá y con mi pequeño" la mujer levantó su mano derecha y a Tay se le iluminó el rostro por la respuesta, los pequeños brazos atraparon el cuello de su madre aferrandose a ella y besó sus mejillas también.

El pequeño Tay caminó tras sus abuelos mientras el cuerpo de su madre era trasladado al cementerio, limpiandose de tanto en tanto las lágrimas que le impedían ver el  camino correctamente. Sin embargo la mirada severa de su abuelo pasmó sus lágrimas, siempre le había dicho que los hombres no lloran y pensó que tal vez estaría más enojado por no hacerle caso hoy tampoco.

○●○●○

Presente

Tay observaba aquella dirección por enésima vez sin decidirse a realizar el viaje o no, el hecho de que el abogado visitará su departamento cada semana sin falta lo tenía atado de cierta manera, al menos los informes de Krist eran bastante útiles para conocer al menor, aunque no pudiera evitar ese sentimiento amargo cuando su informante de pronto dijera que alguna persona gustaba de su esposo e incluso algunos se atrevían a confesarse. Al menos no había nadie lo suficiente extraño para volver después del rechazo a sus propuestas o algo fuera de lugar con los hechos a su alrededor.

Tay observó la figura durmiente junto a él, llevaban una semana en esa extraña situación en donde colocarían más de una almohada para marcar su territorio en la cama, el primero en hacerlo fue New luego de que volviera a dormir ahí después de la pelea que tuvieron, mejor dicho era el único que lo hacia pues Tay llegaría siempre después de la media noche y para ese entonces el menor ya estaría dormido y Tawan se escurriría a su lado sin invadir ni un centímetro del espacio contrario más que con la mirada, escuchando los bajos ronquidos del menor logrando desestabilizar sus latidos cuando sintió la mano de su esposo sobre su pecho.

Tawan trato de retirar suavemente aquella mano invasora, rindiéndose ante el puchero de molestia dibujado en el rostro de su esposo. 

— No te acostumbres — Tawan susurro y el menor acomodó su posición abrazando completamente el pecho del mayor.

— No deberías hacer eso — el heredero habló suavemente para no despertarlo, notando la marca de la quemadura que empezaba a desaparecer —Sé más cuidadoso la próxima vez —tomó una profunda respiración — Lo siento por ser un idiota.

La mañana había llegado New restregó sus ojos y notó el lado vacío de la cama que siempre lo saludaba en la mañana,  en la noche tuvo un sueño donde una cálida voz le dedicaba algunas palabras que ablandaron un poco su corazón por la ternura que transmitían.

— Definitivamente fue un sueño, ese tipo no me hablaría así ni después de mil años — se convencio a sí mismo, sobre todo cuando su esposo ingresó con aquel rostro que no expresaba emociones dejando frente a él unas llaves.
—¿ Qué es esto? — preguntó New con confusión.
—Nos mudamos mañana, no pienso seguir en esta ratonera — Tay habló y New enmudeció.

Des(esperanza)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora