Capitulo III Entre accidentes y confusiones

614 41 6
                                    

El gran salón se encontraba en penumbras, la poca luz provenía de dos grandes candelabros suspendidos en lo alto de la estancia, ambos brindaban tan solo una tenue iluminación, las lujosas cortinas de un verde oscuro se encontraban cerradas obstruyendo la vista hacia el extenso jardín bien cuidado, hogar de hermosos pavo reales que extendían sus plumas con elegancia, a pesar de la penumbra podrían escucharse los murmullos de las personas ahí reunidas en torno al centro del lugar, algunos de ellos se reían con crueldad y otros hablaban en un tono muy bajo pero todos y cada uno miraban de tanto en tanto hacía las grandes puertas de roble que eran la entrada a la estancia.

En el centro se encontraba un delgado joven, pálido y con oscuras manchas bajo sus ojos, estaba completamente vestido de negro, con el traje característico de aquel grupo que le rodeaba, conservaba su porte aristocrático y a pesar de sentirse aterrado, en su cara no se reflejaba nada más que el desdén al mirar a todos a su alrededor. De vez en cuando percibía como una de las figuras le lanzaba una mirada curiosa intentando descifrar su expresión.

De pronto ambas puertas se abrieron de par en par y por ellas comenzó a desfilar una imponente figura seguida de una larga y enorme serpiente pálida que se arrastraba por el suelo lentamente y enseñaba sus colmillos de manera amenazadora, los murmullos se callaron inmediatamente y todos en lugar inclinaron su cabeza hacia adelante en señal de respeto o miedo, en esos momentos era algo confuso saber por qué razón lo hacía cada persona.

La figura avanzó hasta subir tres escalones de un pequeño escenario colocado frente a toda su audiencia, tomó asiento en una elegante silla con posa brazos y miró directamente al rubio colocado en el centro del salón.

-Joven Malfoy, al fin ha llegado el momento de unirte a mis filas, esta noche pasarás a ser uno de nosotros y deberás serme fiel como es correcto-

Ante el silencio del muchacho, una figura salió de entre todas las demás y caminando con soltura se paró a su lado e hizo una reverencia -Es un honor mi señor, nuestra familia le ha servido por generaciones y esta ocasión no será la excepción- alargó uno de sus brazos y con un ligero toque en la espalda del muchacho éste se inclinó también.

Voldemort levantó su cabeza y entrecerrado los ojos, habló -Más vale que así sea Bellatrix, me han informado de las magníficas habilidades del joven y es por eso que he decidido adelantar su iniciación, pero si osa decepcionarme sabes bien cuál será su castigo y el de tu familia- tras esto varias sonrisas se reflejaron detrás de las máscaras de los presentes y un par de risas discretas fueron escuchadas.

-Draco nunca se atrevería a decepcionarlo mi señor, él está al tanto de la seriedad del asunto y está dispuesto a cumplir con sus órdenes, además, esta preparado y más que dispuesto a servirle, yo misma me he asegurado de eso- una amplia y burlesca sonrisa se hizo presente en su rostro -Verá que no lo decepcionará- dijo mirando con devoción a la figura frente a ella.

-Lo sé Bellatrix, pero no está de más recordarle sus prioridades al muchacho- respondió con fingida amabilidad. Se levantó de la silla que había utilizado como trono desde que decidió tomar la mansión Malfoy como su cuartel y bajando los escalones lentamente, con un andar similar al de la serpiente a su lado, se colocó frente al joven. Su tía que había abogado por él en lugar de su padre, el cual ahora se encontraba encerrado en Azkaban, se unió de nuevo a los demás mortífagos y miró expectante, ya antes le había dicho cual orgullosa se encontraba de saber que seria aceptado entre las filas a una edad tan joven y él sabia muy bien que en ese momento estaría mirando entusiasmada.

En sus enguantadas manos Draco comenzó a percibir un temblor, hecho que ocultó posicionando ambas manos bajo su larga túnica, era la primera vez que se encontraba frente al señor tenebroso y comenzaba a sentir intensas ganas de vomitar, lo cual se esforzó en ocultar, por su espalda bajaba un sudor frío y en su frente comenzaban a vislumbrarse ligeras gotas de sudor, visibles debido a que su cabello se encontraba engominado hacia atrás dejando ver aquella señal de su nerviosismo.

Un Consuelo InesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora