ʙᴏᴋᴜαᴋα ωєєᴋ ²⁰²⁰

⁰¹ Tʜᴇ ᴡᴀʏ ʜᴏᴍᴇ

Tema elegido :

Chilhood Friends

Cantidad de palabras : 2982
+ extra : 3456

Música de referencia : One Summer's day jazz - Spirited Away

El sol brillante alcanzaba su punto máximo en el cielo, las calles estaban casi deshabitadas y los establecimientos con aire acondicionado estaban abarrotados de personas hartas del calor profesando que ese sería otro día inhumanamente caluroso igual que los demás desde que inició el verano, la mayoría de los niños se quedaban en casa o visitaban las de sus amigos, dónde tranquilamente podrían ganarle al calor con sandía.

— Bokuto-san, volvamos.

— Bromeas?

El mencionado se giró hacia el azabache con una expresión incrédula y los ojos bien abiertos, Akaashi aparta la mirada hacia el sendero que han recorrido durante casi una hora desde la ciudad hasta ahí y frunce el ceño para luego volver a mirar al niño.

— Hemos estado mucho tiempo caminando —explica él, con el mismo tono de alguien que sabe tiene la razón— y si cuando llegamos al bosque no podemos volver?

Kōtarō bufa y acomoda la red sobre su hombro, vuelve a girarse y a retomar el camino que seguían :

— Namiko no paraba de presumir ese bicho que encontró en su viaje a Natori —ese pensamiento pareció irritarlo un momento para luego darle paso a una ardiente determinación— ¡Le demostraré que yo también puedo cazar bichos geniales! Ese escarabajo de fuego será mío y se lo mostraré a todos

Cómo Akaashi seguía sin moverse Bokuto vuelve y le sonríe con simpatía y familiaridad.

— Me alegra que hayas querido acompañarme, seguramente sin ti no hubiéramos llegado tan temprano!

Eso logra suavizar la expresión dura del moreno y la sonrisa de Bokuto se ensancha más cuando siente una pequeña mano aferrarse a su camisa así que siguen caminando hacia la entrada del bosque. Keiji sabía como tal que ese escarabajo no existía, se había inundado en libros sobre naturaleza y sobre los pequeños animales que la conformaban para asegurarlo, pero no quería arruinar las ilusiones de su amigo y prefería que lo descubriera por si mismo, así lo consolaría cuando el pequeño decidiera cuestionarse el porque era tan tonto.

El resto del viaje la pasan hablando —de hecho Kōtarō habla y Keiji lo escucha atentamente como siempre— y no se detienen hasta que un arco hecho por árboles jorobados de apariencia milenaria les dan la bienvenida. Por un momento Bokuto mira al moreno que tiene la mirada perdida en algún punto de la lejanía y avanzan.