Capitulo 3.

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¿Por qué desperdiciaba tanto tiempo sufriendo por aceptar un trabajo que, en el fondo, tenía que reconocer estaba hecho a la medida para sacarla de su dilema?

El motivo era bastante sencillo: apreciaba a la señora Borges. Le dijo desde un principio que estaba al tanto de su problema y que no quería hablar de ello. Juliana acepto su palabra, contenta de encontrar al fin a alguien que la juzgara por lo que era y no por lo que hubiera leído en los periódicos. ¿Pero sería lo mismo con su hija? Juliana lo dudaba y ésa era la inquietud del problema.

En cada pronunciada palabra por la señora Borges sobre su hija, había revelado su respecto y su amor por ella. Y Juliana no quería ser la causa de algo, ocasionar un problema en ellas. Sin embargo, sino aceptaba el ofrecimiento de la señora, ¿Qué diantres haría? y, eso era antes de que empezara a analizar porque había ido a Valentina Carvajal a verla. La aparición odiosa la desfachatez con la que ella exigió entrar a su apartamento, la forma arrogante
en que supuso que acogería con beneplácito sus atenciones. No tenía la menor duda de sus intenciones.

Tal vez por eso, era tan tentadora la idea de trabajar con la señora Borges. Sería un ambiente donde nadie la amenazaría... algo que necesitaba después de los traumas de los últimos meses; algo que le urgía, porque era un escape de Valentina Carvajal. Se estremeció, por permitir que ella se infiltrara en sus pensamientos.

Todavía sentía la huella de sus labios sobre los suyos, podía ver su diversión ante el asombro que Juliana manifestó. ¿Cuál fue su propósito al ir a verla? De una cosa estaba segura: no iba a esperar a que ella fuera otra vez para averiguarlo.

Quizá era como los periodistas, y tenia la costumbre de llevar a la cama a sus victimas. Pero en su caso, estaba muy equivocada Carvajal. Trato de imaginársela haciendo los malignos comentarios a que la sometieron los reporteros, pero no pudo.

Temblando, se puso el abrigo y salió a la calle a buscar la cabina telefónica mas cercana.

La señora Borges contesto el teléfono. Juliana le comunico su decisión, sin poder ocultar el nerviosismo de su voz. Solo esperaba que la mujer no lamentara su generosidad. Juliana se sentiría mejor su hubiera conocido a la hija de la mujer antes de aceptar el empleo, pero ella era una mujer muy ocupada, según le dijo la señora, y un leve tono de desafío en su voz de dijo a Juliana la hija era tan arrogante como egoísta.

En cuanto Juliana le dijo a la señora que aceptaba el empleo, le pregunto que si podía empezar a trabajar de inmediato.

—Pensaba contratar una de esas agencias que se encargan de organizar todo, pero me costaría mucho, así que la necesito con desesperación, para empezar a trabajar en esto. Mi hija heredo una casa de su tío demasiado grande para una mujer soltera. Tiene unos jardines hermosos y un gran salón de baile y ella accedió a que la usáramos. Para comenzar con el trabajo, ¿Cuándo puede mudarse?

Ahora mismo, pensó Juliana, pero antes de que pudiera decir nada la señora continuó:

—Se que la estoy forzando, pero ¿Qué le parece mañana? Puedo mandar a alguien en coche para ayudarla a transportar sus cosas.—Juliana trato de oponerse, de insistir en que ella se las arreglaría, pero la señora se negó.

Al final nada eso importaba, solo quería salir en cuanto antes de ahí, antes de que Valentina regresara.

Valentina Carvajal... ahí estaba otra vez... en su mente, como si tuviera todo el derecho de hacerlo, dominando sus pensamientos con la misma habilidad con que la domino la noche anterior.

Como sabía que el chófer de la señora Borges llegaría a las once de la mañana y no quería abusar de su generosidad mas de lo necesario, Juliana decidió ahorrarse el viaje, decidió que un taxi pasaría a buscarla temprano. Dedicó el resto de la tarde a guardar sus pertenencias.

Sentencia |Juliantina.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora