Capitulo 8.

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Tuvieron casi una semana para estar juntas y sin tener que pedir la autorización de la señora Borges, ya que anunció que, puesto que era su primera visita a Nueva Inglaterra y que ella tenía más invitaciones de las que podría atender, Valentina debía llevarla a conocer la región.

Más adelante, mirando en retrospectiva el corto tiempo que estuvieron juntas, le pareció frágil y pasajero.

Se reían, charlaban, pero nunca hablaban del juicio o de los hechos que condujeron a ella. ¿sería porque temían pisar un terreno que las dos sabían que no era seguro? Juliana rechazó ese pensamiento. No tenía sentido destruir el presente por cosas del pasado, pero era el pasado el que daba la base para el presente y el futuro, reflexionó Juliana con inquietud.

No volvieron a hacer el amor, al menos no hasta el final y hubo ocasiones en que deseó que Valentina no la besara o la tocara, pues al hacerlo sólo la dejaba con un dolor de deseo intenso. Hubiera querido tener la experiencia y la suficiente confianza en sí para pedirle a Valentina que la satisficiera y se preguntaba cómo podía ella controlar sus propios deseos.

—Tengo que irme por la mañana —anuncio de pronto.

Juliana sabía que ese momento tenía que llegar, pues ella había mencionado varias veces que sólo podría quedarse unos días. Hasta discutió con ella el caso que tenía que llevar a los tribunales. Su absorción en el trabajo, la atención y la concentración que le prestaba, la hacía sentir a veces excluida de sus actividades, y también le era difícil comparar su actitud solícita por sus clientes, con la forma insensible en que la había tratado a ella; pero ese era un tema que prefería no mencionar. ¿Qué sentido tenía hacerlo? Ella no habló de eso y el hecho de que Valentina nunca mencionara el caso, demostraba que todavía no creía en su inocencia.

Que Valentina estuviera dispuesta a pasar por alto su culpa, seguramente demostraba la profundidad de sus sentimientos por ella. ¿Entonces, por qué la obsesionaban esas dudas acerca de su relación?

—Por lo menos, no estaremos separadas mucho tiempo. Mamá piensa regresar a Inglaterra dentro de un par de semanas y ya la convencí para que vayan a Abbotsfield. Quiero que tú lo conozcas.

A Juliana se le hinchó el corazón de gusto. Quería que viera su casa.

—Estás encariñada con ella, ¿no es así? —adivinó Juliana.

—Sí... La herencia familiar es algo curioso. Nunca me fijé en el lugar cuando crecí allí. Pero ahora, no sólo veo ladrillos y cemento, sino a toda la gente que la habitó antes que yo... que apareció y protegió la casa. Has conseguido que me ponga sentimental. ¿Cuántas entradas piensa mamá vender para el baile? Espero que podamos mantener a la gente fuera de la casa —luego agregó en un tono más suave—: Te voy a echar de menos — todavía había mucho que le ocultaba a ella. Y no se atrevía a apremiarla.

—Estaré demasiado ocupada para darme cuenta de que no estás —mintió Juliana. Tan sólo al verle, le dolía el cuerpo y sabía que el rubor cubría su piel. Sentía que los pezones se le endurecían y una oleada de vergüenza le quemaba. Tan sólo una vez le había hecho el amor y, desde entonces, ansiaba que lo volviera a hacer. Pero no lo hizo. ¿Por qué?

—Creo que es hora de que nos vayamos. Quisiera que cenáramos con mi madre esta noche. ¿Te importa?

Claro que a ella no le molestaba; al contrario, se sentía culpable por todo el tiempo que estuvieron juntas ella y Valentina, pero la señora Borges no la había dejado trabajar. Era cierto que tenía un amplio círculo de amistades y todos querían verla.

Hunter la llamó varias veces para invitarla a salir y Juliana se sintió mal al rechazarle. Le era difícil creer que Valentina estuviera celosa de él.

Sentencia |Juliantina.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora