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Vegetta seguía mosqueado mientras caminaba de vuelta a casa, en medio de la oscuridad, y solo, se cruzó con un par de creepers en el camino, nada de que preocuparse, seguía mirando su mano. 

Su anillo...

Caminó a través del pequeño bosque frente a su casa, y entonces lo vio, era imposible no hacerlo: una casa colgaba de la suya, podía ver el interior, lleno de torretas y cofres, entonces frunció el ceño.

¿Qué demonios hacía eso allí? ¿Quién lo había construido?

Aceleró el paso y se subió al elevador, caminó hasta casa y bajó rápidamente a la guarida de lobo nocturno, haciendo un agujero en la pared.

- Me estoy pillando un cabreo que no veas... - susurra entre dientes, y de pronto descubrió la sensación de que ya había hecho esto antes, miró hacia abajo y de lanzó en dirección a la parte superior de la casa, cayó sobre el piso con ambos pies, hiriéndose apenas.

Hurga en su mochila, hasta encontrar el cojín negro que siempre lleva consigo, y lo pone sobre la superficie de cristal antes de dejarse caer hacia adentro, y entonces nota que hay torretas dentro, que se levantan en cuanto detectan el movimiento de alguien, y el ojimorado cierra los ojos con fuerza, listo para que le disparen, pero en cambio las torretas cambian su luz de color rojo a verde, escondiéndose.

Entonces Vegetta frunce el ceño y se acerca hasta una de ellas para verificar la lista de personas a las que no deben atacar, y entonces lo descubre, un nombre escrito bajo el suyo:

"Vegetta
Rubius"

Y Samuel se deja caer sobre el suelo, con los ojos inundados en lágrimas.

"Es real, es real, es..."

- Real... - termina susurrando, mientras las lágrimas le ruedan por las mejillas.

m e m o r i e sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora