𝒇𝒐𝒖𝒓

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' Terminas con tu novio en una fiesta y un chico te habla mientras esperas el taxi ,

Nuevamente estabas en una fiesta que tu novio DoYong te había obligado a ir. Le habías dicho que no querías debido a tu cansancio, eras profesora de ballet en un conservatorio y el gran aclamado show de El Lago de los Cisnes estaba cerca, así que te había dedicado mucho últimamente a la perfección de tu número junto a tus alumnos.

Buscabas por toda la casa a tu novio, lo habías perdido después de que habías ido al baño, te había acompañado pero al salir había desaparecido, bajaste las largas escaleras repletas de gente y latas de cerveza.

— DoYong, por favor, vámonos, quiero dormir, son las doce de la noche. — Lo encontraste por fin jugando beer pong en una mesa con sus amigos.

— Espérate, que voy ganando. — Apartó tu mano de su hombro como si fueras algún tipo de mosquito que lo molestaba.

Bufaste y caminaste a el patio trasero donde estaba la piscina, te sentaste en un columpio y te dedicaste a observar la fiesta, la gente que se lanzaba a la piscina, los que bailaban, etcétera. De un momento a otro, tus ojos se abrieron de golpe, ni siquiera supiste en que momento los habías cerrado, un escalofrío cruzó tu espalda al pensar lo irresponsable que sería de tu parte quedarte dormida en aquella fiesta así que te levantaste y entraste nuevamente a la casa tratando de buscar algo para refrescarte ya sea un balde de agua o un tequila, ya estabas cansada de estar ahí.

— Nena! — Al entrar a la sala, viste a DoYong en el sillón y una chica con sus piernas encima de él. El idiota había hablado antes de que siquiera lo hubieras visto. — No es lo que parece. — Se levantó y se acercó a ti listo para dar una larga explicación.

— DoYong, quiero irme. — El asintió nervioso.

— Claro, bebé, pero déjame explicarte... — Rodaste los ojos.

— DoYong, realmente eso no me importa ahora, lo único que quiero es irme a casa, descansar y ya hablaremos de esto después. — Tu cansancio estaba en otro nivel, o era el simple hecho de que ya no había ni una pisca de amor en aquella relación. La sorpresa en el rostro de DoYong fue cambiando a enojo.

— ¿Qué? ¿Hablas enserio? — Lo miraste fastidiada, ¿Ahora qué dirá?, pensaste. — ¿Tan poco te importo? — Seguias sin entender. — Lo único que te importa es ir a dormir, ¿Ni siquiera te preocupa si te engaño? — Soltaste una risa, tu molestia crecía cada vez que abría la boca.

— Oh, lo siento, déjame, solo.... — Te acomodaste la ropa. — Oh, DoYong! ¿Por qué haz hecho esto a mi?! Mi.... corazón..... murió. — El tono de sarcasmo fue más que claro, aún que el cerrar los ojos y sacar la lengua en signo de muerte fue un punto extra. — ¿Así esta mejor? ¿Ya podemos irnos? — Retomaste tu posición normal.

— ¿Por qué eres así de egoísta? — Rodaste los ojos, esto se estaba convirtiendo en una escena. — Siempre te acompaño a tus tontos bailes aburridos de muñequitas, me obligas a ver a hombres semidesnudos con mallas! — Frunciste el ceño. — ¿Y tu no puedes acompañarme a una fiesta por que "Estas cansada"? Diablos, piensa en mi! — La gente los miraba lo que te causaba incomodidad.

— Lo lamento, DoYong, que yo tenga que ir a trabajar, y tu no puedas vivir sin fiestas. Se nota que nuestras propiedades son distintas, así que quédate con tu infidelidad, tu jueguito de niño de dieciséis años y tus fiestas. — Ni siquiera gritaste, repito, tu cansancio estaba en otro nivel. Te diste vuelta y caminaste a la puerta.

— ¿Estas terminando conmigo? — Escuchaste a DoYong gritar.

— Oh, cierto. Déjame hacerlo para que me entiendas. — Suspiraste. — Oh DoYong, esto me duele más a mi que a ti. — Pusiste el dorso de tu mano en la frente. — Pero no soy yo, eres tú, me engañaste con esa chica y rompiste mi corazón. — Golpeaste tu pecho dramáticamente, habias hecho varias poses de tus clasesde ballet, solo para hacerlo mas dramático ya que la gente te miraba. — Pero te dejaré libre, como paloma en el cielo! Oh, mi querido DoYong... — Te detuviste y volviste a verlo. — Vete al diablo. — Levantaste tu dedo corazón y saliste de la fiesta escuchando como la gente se ría de tu, ahora exnovio, y aplaudía tu gran despedida.

Saliste al patio y bajaste los escalones de la gran casa para poder salir por fin a la calle y esperar un taxi. Mirabas ambos lados de la calle en busca de algún auto amarillo que te dejara en tu casa, aunque tu cansancio se había desvanecido, parecía que incluso ahora tenías ganas de festejar, sentías un peso menos en ti.

Un chico de cabellos negros que se confundían en la noche, una vestimenta del mismo color y con ojos brillantes y grandes, apareció a un lado de ti. Parecía que también esperaba un transporte.

— Te vas temprano de la fiesta. — Habló tratanto de romper la tensión.

— Si. — Vacilaste. — Igual que tu. — El asintió sonriendo.

— Así es. — Parecía de aquellas conversaciones de oficina en la copiadora. — ¿Quieres ir a otra fiesta? — Lo miraste. — Quiero decir, después de aquel logro, supongo que quieres festejar. — Señalo la casa, hablaba de como dejaste a tu ex.

— Bueno, eso es cierto. — Reiste un poco.

— Soy Jungkook. — Le dijiste tu nombre y asintió intento grabarselo, no era muy bueno en ello pero era inevitable no olvidar tu recuerdo y bello rostro. — ¿Entonces quieres venir? —

— Me gustaría, pero mañana tengo ensayo de ballet. — El abrió su boca sorprendido.

— ¿Practicas ballet? — Le comentaste que eras la profesora y su emoción era mayor. — Wow! Eso es realmente fascinante. He estado leyendo sobre la historia del cisne negro, he estado pensado en una coreografía de hip hop con algo de danza contemporánea para interpretar. — Algo en tu pecho se llenó.

— De hecho estoy ensayando el lago de los Cisnes con mi grupo. — Su emoción era como la de un niño pequeño.

— Debes invitarme a ver tu presentación. — Reiste asintiendo, era emocionante encontrar a alguien con la misma pasión por el baile.

— Esta bien, pero con una condición. — Te miró expectante. — Tu me muestras tu coreografía. — Una sonrisa, algo coqueta, apareció en su rostro con sus ojos llenos de brillo.

— Trato. — Sonreiste.

— Jk! — Escucharon de lejos un grito masculino, al intentar enfocar en la oscuridad vieron como unos chicos se subían a una camioneta. — ¿Vendrás? — El volteo a verte.

— ¿Vienes? — La emoción estaba a flor de piel y ver como estiraba su mano hacia ti cual príncipe ayudando a su princesa era aún más fascinante.

— Esta bien, pero tendrás que regresarme a casa. — Advertiste.

— Más que de acuerdo. — Tomaste su mano y corrieron a la camioneta.

Lo que no sabías es que después de esa fiesta, el te iba a regresar a casa y al día siguiente te acompañaría a tu clase de ballet, y al siguiente, y al siguiente, y al siguiente.

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𝐉𝐊 𝐬𝐡𝐨𝐨𝐭𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora