V E I N T I D O S

161 12 6
                                    

—¡genial!—gritó apagando el televisor. Daniel que estaba bajando las escaleras de quedó mirándola.

—¿que te pasa, Pepi?—. Olivia que estaba sentada en el sillón esperando a Daniel para cenar había borrado la sonrisa que tenía de su cara.

—¡Voy a pasar a mi cumpleaños en cuarentena, eso pasa!—se quejó en un tono bastante alto, Dani trato de no reírse, pero realmente la cara y los gestos que estaba haciendo no ayudaban. —¡No te rías, porque vos sos el siguiente!—. Lo amenazo con el tenedor mientras negaba con la cabeza. —la concha de tu madre covid, esto ya es personal.

—no hay chance que la cuarentena llegue hasta agosto—. Se encogió de hombros y se sentó enfrente de ella. —pero como digas, ¿no va a haber flexibilizaciones?

—a partir del 12, quieren extender hasta el final de Semana Santa para evitar contagios—se rio irónicamente—como si fuera que la gente va a salir a ponerse en pedo, si esta TODO cerrado.—. Bufo molesta.

—ya está Pipi, cálmate no grites—. Emitió tratando de apaciguar las aguas pero Olivia le dedicó la peor de sus caras.

Si había algo que amaba, era festejar su cumpleaños, sacando que siempre hacía alguna joda tranqui en su casa con sus amigos en la que terminaba con una resaca mejor que la del año anterior, pero este año no iba a ni siquiera poder almorzar con su abuela.

—en la primera que flexibiliza esta mierda—. Le dijo un poco más calmada. —me voy a abrazar a la Iaia, ya son casi 10 días que no la veo, no te imaginas cuanto la extraño—. Ya no estaba enojada, se la escuchaba con tristeza.

Si bien por motivos de trabajo y de la vida, no pasaba tanto tiempo con su abuela, pero al menos un ratito al día pasaba a saludarla a ella y a Damián.

La abrazó y dejó un beso en su frente incluso el mismo a veces se sentía así, perdido por la situación. —ya va a pasar todo esto Pipi—. Sonrió con tranquilidad y ella correspondió. —veo que estrenaste tu regalo—. Vio que en la tabla estaba la sartén que Lorena le había enviado desde Bariloche.

—no tenía muchas cosas para cocinar—. Exclamó levantando la tapa. —espero que te guste el pollo a la crema—. Dani asintió y le tendió el plato con una porción. —acá hay papas—. Señaló la fuente de vidrio.

—pregunta sería, ¿tanto tardo en bañarme o tenías todo esto medianamente preparado?—. Olivia rió y se sentó a su lado.

—¿nunca probaste en poner el cronómetro?—se burló. —si vas sin el celular al baño, tardas menos de diez minutos, pero llegaste a tardar hasta casi hora y media—. Miró el rostro de Daniel y no podía creerlo, por lo que empezó a reírse junto con ella.

—Eu, está buenísimo esto Pepi—. Emitió luego de darle un bocado a la comida humeante que ella le había servido.

—por más halagos que me des, igual vas a lavar los platos, Dani.

—si pasaba, pasaba—. Murmuro y Olivia negó con una sonrisa en su rostro.

—mi casa mis reglas, el que cocina no limpia—. Pasó su dedo por su nariz mientras le hacía ojitos. —¿que onda el axe session?

—es mañana, lo hacemos en el depa—. Le explico y ella comenzó a dedicarle más importancia de la que ya le daba.

—¿pero qué onda Axe le proporciona las cosas?—el asintió mientras tomaba un poco de agua. —Pensé que ibas a hacerlo en tu casa.

Negó dejando la copa. —pasa que en casa hay el re quilombo Pipi, no se puede—. Emitió después que se despegó de ella. —nos pareció lo mejor que lo hagamos en el depa—. Le restó importancia. —es más tranquilo, lo que si tengo que generar un permiso para cruzar el charco—. Olivia se ahogo con el agua, al escuche eso y lo golpeó en el hombro.

Cada vez que tenía algún tema laboral tenía que ir a capital, por lo tanto tenía que cruzar de provincia a ciudad y usaba la expresión de cruzar el charco a cruzar el riachuelo por puente la noria o por el puente Pueyrredon.

—nadie te mando a que te busques una piba del campo—. Le dijo con gracia. —te hubieses buscado una de las chetitas esas de Palermo que te gustan y no ibas a tener problema—. Emitió girando los ojos.

Dani rio y la miró negando con la cabeza. —tiraba esa y vivía en la zona más cheta de zona sur—. Se mordió los labios mientras seguía negando. —uno, las chetitas de Palermo, no me gustan—. Emitió acercándose poco a poco. —y dos, ninguna chetita de Palermo, es vos—. Termino de acortar la distancia y le robó un beso.

Incluso en esos gestos todavía la seguía poniendo nerviosa y la ruborizaba con simples cosas.

—que chanta que sos—. Le dijo una vez que recuperó el habla. El se encogió de hombros y ella negó con una sonrisa.

Cuando sus amigos se enteraron que en cierto modo iban a convivir le tiraron más pálidas que buenas, pero esos problemas de los que todos hablaban ellos ni siquiera los tenían en pensamientos.

Porque a pesar de estar conviviendo, cada uno tenía sus tiempos no es que estaban todo el día encima del otro, tenían sus tiempos juntos para molestarse, para ver series, y también tenían sus tiempos para estar solos, porque si bien los dos eran personas distantes que no le gustaba que le estén encima y eso era lo que hacía más llevadero todo.

Algunas personas interpretarían esos momentos como incómodos o de enojo, pero ellos sabían bien que no era así.

—¿que vemos?—le pregunto mientras se acomodaba en el sillón, Olivia estaba preparando pochoclos y chocolate caliente. —batallas no—. Emitió antes de que ella abra la boca y giró los ojos.

—no te iba a decir eso, tarado—. Le dijo golpeando su frente con la palma de su mano—. ¿Vemos avengers?

—¿end game otra vez?—preguntó buscando en el televisor.

—¿y si clavamos cuatro al hilo?—preguntó y Dani levantó las cejas mientras sonreía y Olivia entendió. —que mente cochina que tenes—. Exclamó riendo y ruborizada. —no estoy hablando de eso, estoy hablando de ver las cuatro películas de los vengadores, Daniel.

Dani hizo un gesto como que acababa de romperle el corazón pero después de eso sonrió y asintió colocando en el tv the avengers y acomodándose al lado de ella en el sofá.

Mientras la película comenzaba, observaba la emoción de Olivia y parecía una nena chiquita que nunca había visto la película, pero esa escena se repetía una y otra vez que las veía, esa manera en la que ella se ponía feliz viendo sus películas favoritas, era la manera en la que el se ponía feliz al verla a ella todos los días.

LIBERTAD - Dani RibbaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora