[1] Conoce mi infierno.

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—¿Te parece inteligente lo que hiciste?

Llevo un collarín y estoy prácticamente postrada a esta cama.

Al parecer tuve razón. En cuanto escucharon el sonido del espejo rompiéndose, entraron a la fuerza a la habitación, derribando la puerta que tenía bajo llave.

Me encontraron en el suelo, con un gran pedazo de vidrio lleno de mi sangre, mi mano tenía una cortada profunda, igual que mi garganta.

No podía respirar y escupida algo de sangre, sentí que mi vida ya estaba llegando a su fin y nadie podía pararlo. Desgraciadamente pudieron parar el sangrado y llamar a un doctor.

Christopher no estuvo en la casa cuando paso, pero acaba de llegar.

—Te quedaras en la habitación hasta que sanes, ¿entendiste? —seguía hablando. —No tienes idea de cuantos planes tengo para ti, ¿y tú los arruinas así? ¿Por qué no puedes ser algo más considerada?

No podía responder, primero porque sabía que no buscaba respuestas, y segundo porque me dolía demasiado la garganta como para hablar.

—Tuve miedo... cuando me enteré de que te heriste, un terror profundo me paralizo completamente, no tienes idea de lo mucho que me asuste. —me miro furioso. —¡¿Porque lo hiciste?! ¡¿Qué tan estúpida tienes que ser para intentar matarte en un lugar con un montón de personas que están aquí solo para protegiéndote?!

Su grito hizo que me sobresalte.

—¡Respóndeme carajo!

—Y-Yo...

Él suspiro.

—Tranquila nena, —su voz cambio completamente, está más sereno. —ya paso todo, ahora estarás más tranquila, ¿verdad?

Asentí un poco.

—Te dejo descansar amor, cualquier cosa, no dudes en llamarme.

...

Seguía en esta cama sin poder salir de la habitación.

—Oh, estás despierta. —hablo la señora.

—Si...

—Deberías comer algo. —dijo depositando la bandeja con comida al lado de la cama.

—No quiero, creo que me hacen dormir.

—No seas bobita Co. —arrugue la nariz al escuchar el apodo. —por supuesto que te hacen dormir.

—¿Qué?

—¡Ay! ¿acaso lo dije en voz alta? —pregunto fingiendo haberlo olvidado. —Olvida que lo dije, ¿sí?

—¿Por qué le metes somníferos a mi comida?

—Simple cariño, lo hago para que no salgas de la habitación. Ya sabes... el estar rondando por todos lados traería a todos locos.

—No lo entiendo.

—Eso no me importa linda. —sonrió de forma macabra. —solo quiero tenerte aquí hasta que ya no le sirvas al jefe, luego de eso, lo que haga contigo dejara de ser mi problema.

Que bruja.

—Bueno... dejaré esto por aquí, se lo comerás eventualmente el hambre se encargará de eso.

Luego de eso, no volví a verla durante el día.

Las primeras horas me negué a comer, dure lo más que pude, pero como dijo, el hambre pudo más, termine por comer, luego de eso, todo se volvió borroso.

El silencio de un alma rota [Alma #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora