[10] Nena.

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Decidí ignorar lo que paso anoche y dormí, después de todo fue un largo día.

Ahora me encuentro en la cocina de la gran finca en donde estamos, aquí hay demasiadas especies raras que quiero probar.

No me preocupa que estén envenenadas o algo, lo que me preocupa es que estén en mal estado.

—Hola. —me saludo Alex ingresando a la estancia, haciéndome sobresaltar.

—Hey.

—Creo que debemos hablar.

—¿Hablar? ¿Sobre qué? Nada ha pasado, seguimos odiándonos como de costumbre.

—¿Enserio fingirás que no pasó nada? —no conteste. —Vamos nena. —intento hacerse el gracioso.

Lo mire mal mientras analizaba lo que me dijo.

Nena...

Así me llamo Christopher la primera vez que lo vi.

"¿Será que algún día podré ser feliz?

¿Estaré destinada al sufrimiento?

Nunca me importó el qué dirán, siempre fui justa y directa. Amé como loca y soñé como nadie. Entonces, ¿Por qué me persigue la desgracia?

¿Qué tan mala tuve que haber sido en mi otra vida como para que la pague en esta?

—Ya no puedo más, —hable a la nada. —mamá, papá necesito estar con ustedes, no puedo seguir sola, me siento sola.

Estoy parada en la cima de un puente del lugar, son más de las 12 a.m.

Es mi cumpleaños.

—No puedo seguir si ustedes y con Ryan lejos, no hay momento en el día en la que pueda descansar en paz. Cada vez que cierro los ojos puedo verlos, a los sujetos con pasamontañas golpeándolos salvajemente, matándolos de forma dolorosa.

Ese día forzaron la entrada de mi casa, solo estábamos mis papás y yo, ellos al ver que había peligro, decidieron esconderme, saliendo ellos a dar la cara.

Creí que eran ladrones, que se asustarían al ver a los dueños en la casa, pero no fue así.

Sabía que eran ellos, los que me mandaban las notas.

Al principio fueron cartas escritas con sangre, luego se convirtieron en paquetes con animales muertos.

Todo siempre venían con la misma nota.

No estás sola.

Decidí decirle sobre esto a mi hermano mayor creyendo que se sorprendería, pero sucedió todo lo contrario. Ahí descubrí que también se las enviaban a él.

Me dijo que no me preocupara, que lo resolvería.

Debí ayudarlo, debí investigar por mi cuenta, si solo hubiese hecho eso, nada de esto estaría pasando, es por eso que estoy lista para reunirme con mis padres, ya no deseo esta soledad.

Saltare.

Cerré los ojos con fuerza, preparándome para saltar cuando una suave brisca y su voz me hicieron voltear.

—Hola nena.

La voz vino de un chico de un poco más edad que mi hermano, tiene las manos en los bolsillos de su pantalón y me mira fijamente.

Su mirada era muy profunda, no pude sostenerla mucho tiempo así que miré al frente, cerrando nuevamente los ojos.

Nada ni nadie me impedirá saltar. Si se quiere quedar a ver, que se quede.

El silencio de un alma rota [Alma #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora