[25] Tocando fondo.

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Corinne

Sol, arena y mar.

Esa es una gran combinación en días soleados. Ir a la playa no siempre fue uno de mis fuertes, pero a Carter le gustaba llevarme, o, mejor dicho, arrastrarme hasta aquí, a la orilla del mar, donde solo mis pies tocaban las olas que rompían suavemente bajo de mí.

Hace mes y medio en el que Christopher decidió no dejarme salir de la gran casa.

¿Dónde está ahora?

No sé, ni me interesa.

Sale demasiado temprano y vuelve igual de tarde. Hay días en los que no se va y lo evito completamente, o lo evitaba, hasta que encontré la forma de irme de ese lugar.

Fue medio mes después de mi confinamiento, estaba por toda la casa en busca de una salida secreta o algún cambio de guardia en la puerta para irme. Lo que sea estaba bien para mi pues estaba desesperada.

Mientras caminaba no pude evitar preguntarme porque había tan pocas personas rodeando el lugar, usualmente solo se dispersaban cuando había algo asignado, de lo contrario estaría por aquí.

Decidí dejar de buscar una salida por el resto del día y averiguar qué pasaba en este lugar.

Fue una sorpresa para mí el saber que todos, o la mayoría, estaban en una sala en el sótano. Cualquier persona que bajara no lo notaria, pues tenían que ir a través del lugar y abrir una puerta que los llevaba hacia una habitación. Era como si el sótano tuviera su propia arquitectura ya que era espacioso, con baños y todo.

Sonreí al pensar en ese día.

"—Wow. —dije al descubrir su pequeña fiesta.

Aquí están la mayoría de chicos que solían estar arriba.

—Señorita. —Bruno se paró en cuanto me vio.

La mayoría estaban como él, mirándome temerosos, con miedo a que los delate.

En el lugar había una mesa de billar en un rincón del gran lugar, los dos chicos que ahí jugaban también pararon cuando entre, luego estaban los otros que se encontraban en una barra improvisada colocada en toda la pared izquierda. Bruno y tres más, sostenían cartas y el olor que emanaba el lugar era droga, se estaban drogando y bebiendo, todo mientras el idiota no está.

—Así que esto es lo que hacen cuando su jefe no está, ¿eh?

Nadie respondía, solo me miraban atentamente.

—Chicos no se preocupen. —sonreí ligeramente. —Es más, sírvanme un trago, lo necesito. —susurre eso último."

Todos crean que jugaba hasta que caminé hasta la barra y cogí por mí misma el licor, saliendo del lugar. Solo regrese por más cuando se me acababa la botella, todos callaban cuando entraba y nadie se movía hasta que desaparecía.

Ese día me emborrache. Deseaba olvidar todo por al menos un rato.

Al día siguiente fue Bruno quien se atrevió a acercarse a mí, pidiendo que guardara el secreto, ahí comprendí que también ellos querían liberarse un poco.

Le pregunte como hace para consumir tanto licor y drogar sin que Christopher se dé cuenta, su respuesta me dejo helada.

Ellos no consumían de él.

Todo lo que en su escondite estaba, era comprado o robado de algún lado, nada le pertenecía a Christopher.

"—No lo entiendo, si aquí hay hasta de sobra, ¿Por qué comprar?

El silencio de un alma rota [Alma #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora