Me encontraba leyendo uno de los libros que el monstruo había traído, era sobre historia, un tema que me interesaba bastante. Sin embargo, interrumpí mi lectura cuando algo más me llamo la atención, y era la ausencia de palabra por parte del demonio tras la puerta. Sabía que estaba allí ya que sentía su aura, pero curiosamente no se había dignado a hablarme el día de hoy.
—¿Estas bien? —pregunté llevando la mirada hasta la puerta.
Ahora que lo pensaba, nunca había visto su verdadera apariencia, aunque en mi cabeza era un ser horrible sacado de mis peores pesadillas. Tal vez en realidad seguía siendo tan hermoso como cuando era un ángel, después de todo lo que había vivido, realmente comenzaba a dudar de las palabras que estaban escritas en la Biblia.
—¿Por qué lo preguntas? —preguntó devuelta con un tono de voz algo sombrío.
—Usualmente hablas mucho. —contesté de forma seria.
—¿Acaso extrañas hablar conmigo? —me interrogó coquetamente sacándome un suspiro de fastidio.
—No, pero prefiero escuchar tu voz antes que tu silencio. —al decir eso no podía ser más sincera.
A pesar de que ya era aterrador hablando, cuando no decía una palabra lo era aún más, no podía saber que pensaba o cual era su estado de ánimo. Lo cual, me hacía sentir aún más indefensa de lo que ya estaba.
—Ya veo. —musito él. —¿Sabes? Eso es lo que me molesta. A pesar de ser una simple humana no me cansare de darte la oportunidad de controlar a los de mi especie junto a mí, aun así ni siquiera lo piensas dos veces a la hora de rechazarme. ¿Por qué lo haces? —preguntó dolido a lo cual yo me quede en silencio. —¡TE HE HECHO UNA PREGUNTA, RESPONDE MALDITA SEA! —exclamó golpeando la puerta como la bestia que era.
—¿Es que acaso no lo puedes ver? —le pregunte desconcertada cerrando mi libro. —Si así me tratas estando detrás de la puerta...¿Qué será de mí a tu lado? —ante esa cuestionante no volvimos a cruzar palabras dentro de mucho tiempo.

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Detrás de la Puerta.
TerrorÉl siempre esta ahí, esperando que ella salga de esa pequeña habitación, creando crueles trampas para que lo haga, todo con el fin de convertirla en la emperatriz de su cruel raza.