nada

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rayos salvajes,
próspera la vida y el prójimo,
el mismo que yo es quien veo,
a través de las ventanas más sinceras que me ofrecen,
pero igualmente decido ver sin ellas,
aunque me sirvan para entender y situarme,
hay algo más y lo presiento,
lo veo sin ventanas,
sin ojos,
la gran visión,
una que no tiene ojos,
siendo todos mis sentidos al mismo tiempo,
mezclándose,
y todo se ve más vívido,
como si todo respirara,
fluorescente.

la divinidad varía pero es la misma,
en la cantidad de mis cuerpos,
en la elevada respiración miro lo que se me presenta,
veo lo que se me muestra,
y soy yo misma la que me muestra,
pero impersonal,
la sabiduría misma.

buenas bendiciones las que llegan y se instalan,
cuando decidí aún en ansiedad visitar mi propio templo,
alcanzarme,
así estar y ser la totalidad que soy y vine a ser,
porque estoy acá y repercuto,
porque aunque no me de cuenta a veces siempre estoy acá y ahora mismo.

aunque no me de cuenta sigo dirigiendo mi vehículo,
aún cuando creo que el me dirige a mí,
soy clara con lo que me pido,
que se me brinde lo que necesito ver y sentir para progresar,
evolucionar,
ser plenamente lo que soy,
para hacer lo que vine a hacer en su máximo esplendor.

persevera siempre la luz,
siempre más brillante mientras más presente esté,
mientras menos describa lo que surge,
mientras más permita a lo imposible manifestarse,
ahora no hay impedimentos,
todo puede ser y es, y soy.

nadando sin brújula ni espacio,
nadando pero sin cuerpo,
nadando pero sin pulmones,
nadando pero sin destino,
sólo nadando,
nadando siendo todo lo que nado,
todo se nada a través de mi,
nada soy y nada nado,
pero nado,
la nada se nada al fin y al cabo.

al reconocer los límites los mismos se deshacen,
ahora soy la nada misma,
el todo,
así como soy una luciérnaga,
también un gran cocodrilo,
una bandada de pájaros volando ante un sujeto que justo salió a mirar el cielo,
posicionados justo donde sus ojos apuntaban,
o un suceso demasiado profundo que abre puertas que ni sabía que existían,
o una intención que manifiesta su auténtica naturaleza virtuosa y se deja caer,
para aterrizar en una superficie de flores suaves y coloridas,
que envuelven al ser en su aroma trascendental,
que es el mismo que él emanaba.

delirioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora