no le quedan ganas de expresar la verdad,
donde las mentiras se volvieron la existencia,
de algunas tortugas,
que no ven más allá del caparazón.el perro que veía desde afuera,
admiraba las pocas cabezas que asomaban,
por su valentía,
entre realidades oscuras,
normales.siempre veía esas pocas cabezas,
cerca del montón de caparazones,
no entendía por qué insistían,
golpeandolos,
a veces susurraban,
a veces tocaban la flauta,
a veces se reían y otras bailaban,
siempre cerca de las otras.un día el perro se acercó,
dialogó con ellas,
y aclararon sus dudas,
-"nos quedamos cerca para ser el ejemplo de que es posible salir,
para que cuando asomen vean que las que cantan son ellas mismas,
porque tenemos la esperanza,
de que algún día,
aprecien el viento en las patas,
y el amanecer"contento comprendió que sólo la normalidad las mantenía escondidas de los placeres de existir.
cuando asomaban,
los cantos y bailes se confundían con sueños,
la verdad no parece real,
cuando se rodean de tanta falsedad y miedo,
que parece la realidad,
e imitan el ejemplo del alrededor,
siendo una más,
reproduciendo,
naturalizando la oscuridad.creen que los colores no existen,
que son sueños,
que no son para ellas,
solo porque eso les enseñaron,
ya no pueden confiar,
ni en quienes dicen para aclarar,
y bailan al compás de la verdad.pasaban los días,
ahí seguían,
cantando a sus lados,
aunque muy pocas veces alguna se daba cuenta,
con paciencia seguían a su corazón,
porque de a poco iban despertando,
y la verdad sería la nueva normalidad.