por siempre

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la felicidad no son los escritos,
es que escribiendo me cae la ficha,
aunque también en el momento sin actividad,
cuando me vaya me quiero acordar del amor.

el amor,
ese que parece tan obvio que no quiero ni tocar,
pero es ese que me llena de tantas sensaciones intensas,
y cuando me vaya quiero haber seguido a mi corazón.

la mente es tan fuerte,
a veces se apodera de todo mi ser,
de todos mis cuerpos,
pero el corazón con su sensibilidad derrite los barrotes.

entre armónicos aromas,
y sorbos distintos,
del mismo té,
en distintos presentes.

el presente es el único tiempo,
que parecen varios,
así como la perspectiva de unidad es la única,
aunque parezca haber varias formas de ver lo mismo.

entre desordenados pensamientos,
no intento que se acomoden,
porque se acomodan al andar,
presto mis dedos al sabio mensajero.

los limites no existen,
así como el horizonte,
a veces es preferible dar vuelta la cabeza,
para entender que el suelo es el cielo.

si me olvido del tamaño miniatura que creo tener,
se disuelven los contornos,
las palabras se combinan y expresan algo más extenso,
yendo más allá de lo que podía abarcar con mi mente.

entre un té lleno de misericordia,
los humos aromáticos decoran,
algunos revuelven mi cerebro,
y transcribiendo el desastre encuentro tesoros.

sólo un mortal que reconoce su inmortalidad,
porque no es solo un cuerpo,
porque no es solo una mente,
porque es la esencia del cosmos.

en la mortalidad de mi cuerpo,
observo inmortales panoramas,
la muerte la vivo,
mientras existo en el mismo momento por siempre.

era la cualidad que soñaba en otros,
la encontré admirandome,
ahora no creo necesitar aplausos aunque me gusten,
sólo comparto mi laberinto.

delirioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora