Capítulo 4

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Dos horas más tarde ya se encontraba nuevamente con sus amigas en el pub, Alan únicamente se limitaba a escucharlas hablar, no quería interferir en la opinión de ninguna de ellas.

—¡No me puedo creer que hayas aceptado trabajar aquí!—chilló Leyre—. ¿Tengo que recordarte qué son?

—No van a darle un latigazo cada vez que sirva una bebida —murmuró Alan sin poder evitarlo, interrumpiendo la conversación de ellas—. Bueno, pensándolo mejor... Tal vez si haces algo mal te van a dar con una fusta.

La sangre de Cyara se agolpó en sus pies y tragó saliva con dificultad.

—¿Qué van a que?— cuestionó ella.

Alan se carcajeó al ver su expresión.

—No me hagas caso, solo bromeaba.—Se levantó y tomó su americana —. ¿Las llevo a su casa o quieren quedarse otro rato, señoritas?

—Te recuerdo que vivimos juntos — dijo Zaida alzando sus cejas.

—Les preguntaba a ellas, nena.

Leyre y Cyara se miraron entre sí y asintieron.

—Ni de broma nos quedaríamos aquí solas —afirmó Leyre.

Se levantaron y abandonaron el establecimiento. Alan cumplía sus promesas, las dejó en casa a las dos y les deseó una buena noche. Zaida se había sacado la lotería con ese chico.

La semana pasó con verdadera tranquilidad... Y, sobre todo, con gran rapidez. No le daba tiempo de disfrutar día a día, sin duda sería el verano más corto de su vida cuando en realidad le uniera gustado que fuera el más largo.

Cyara se miró nuevamente en el espejo, en media hora tendría que estar presente en el club Moleko, esa idea no terminaba de agradarle pero era alguien que cumplía con lo que decía, y allí estarían esperando por ella.

—No le des tantas vueltas —dijo Leyre, apoyándose en el marco de la puerta y observándola—. Estás preciosa.

—Gracias —susurró dirigiendo su mirada hacia su amiga —. Deséame suerte, por favor.

—No la necesitas.—Se encogió de hombros.

Cyara tomó su bolso ante la atenta mirada de su amiga y salió de la habitación.

—Está bien, mañana ya te cuento como me fue el primer día —suspiró.

—Alegra esa cara, idiota —Dio unas palmaditas en esu hombro—. Nos vemos.

El camino al club fue demasiado corto para su gusto, se lo pasó pensando en como sería esa noche, en todo lo que podría encontrarse allí. Se vio tentada a dar media vuelta y volver para casa pero ya era demasiado tarde para acobardarse. Al llegar, la recepcionista la atendió y la guió por un largo pasillo que iba a dar a un ascensor. Este se detuvo en el octavo piso; un amplio y espacioso pasillo les dio la bienvenida.

—Cada Maestro se encuentra detrás de la puerta asociada a su nombre —explicó, con su dedo índice señaló las placas que había encima de las puertas. Efectivamente, cada una portaba el nombre de uno de los dueños—. Hasta aquí pues acompañarla, suerte.

Cyara se encaminó a la puerta que ponía "Joel", sin duda él fue quien más le agradó... O tal vez el único. Dio un par de golpes en la puerta, este le indicó que pasara y así lo hizo, cerrando la puerta detrás de su cuerpo. Estaba vestido muy formal, como las anteriores veces que lo había visto. Se encontraba detrás de su escritorio con unos papeles en mano.

—Pequeña Cyara, un gusto tenerte aquí.—Sonrió ampliamente mientras dejaba los papeles a un lado y centraba su atención en ella—. Anda, siéntate, de momento no comí a nadie.

Oscura tentación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora